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El mercado energético que los inversores tienen bajo la lupa

El sector de distribución eléctrica hoy está jaqueado por las mejoras en la calidad del servicio, los desafíos para la transición energética y las buenas prácticas regulatorias.

Hay una relación entre las regulaciones que remuneran las inversiones y la calidad del servicio que se otorga
Hay una relación entre las regulaciones que remuneran las inversiones y la calidad del servicio que se otorga (Archivo)
22 agosto de 2024

El mercado de la distribución eléctrica se proyecta hoy con una interesante perspectiva para los inversores. La transición energética implica una serie de retos para la calidad del servicio eléctrico, dado que la infraestructura existente debe adaptarse a nuevas demandas y tecnologías.

Entre los principales aspectos de esta transición se encuentran la mayor electrificación, la movilidad eléctrica, la integración de recursos energéticos distribuidos (RED) y, de manera transversal, la resiliencia de las redes frente a eventos climáticos extremos.

"Estas nuevas dinámicas plantean la necesidad de nuevas reflexiones sobre las estructuras de mercado y la regulación de la actividad de distribución, principalmente en el ámbito de los incentivos a las nuevas inversiones y su impacto en las tarifas finales a los consumidores", según el informe publicado por la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica Latinoamericana (ADELAT).

Del análisis se desprenden que la electrificación de diversos sectores, desde la industria hasta el hogar, implica un aumento significativo en la demanda de electricidad. 

Este fenómeno plantea varios desafíos para la red de distribución. Por un lado, la capacidad de la red donde las infraestructuras existentes pueden no ser adecuadas para manejar el incremento en la demanda, requiriendo actualizaciones y expansiones significativas. La sobrecarga de la red puede provocar interrupciones y reducir la calidad del servicio. 

Y por el otro, la gestión de picos de demanda más pronunciados, especialmente en periodos de uso intensivo. Las distribuidoras deben implementar soluciones para gestionar estos picos y evitar fallos en el suministro. 

Desde la mirada de ADELAT, los niveles de confiabilidad están directamente relacionados con los incentivos que otorgan los marcos regulatorios, que, en buena parte de los países de América Latina, se han enfocado en minimizar los costos de la distribución para cierto nivel de calidad del servicio, lo que produce un incentivo negativo que limita las inversiones en confiabilidad. 

"Hay una relación entre la presencia de regulaciones que remuneran las inversiones, la institucionalidad necesaria para hacerlas válidas, y la calidad del servicio que se otorga. 

En este sentido, un análisis de regresión de los indicadores de calidad para América Latina, realizado por la consultora BA Energy Solutions, encontró que los indicadores de calidad de servicio (SAIFI, SAIDI), tienen una correlación negativa con el valor agregado de distribución fijado por los reguladores (VAD), lo que puede explicarse por la falta de recursos ocasionada por valores bajos de remuneración tarifaria, que afectan las inversiones en actualización de la red y en las acciones de mantenimiento preventivo y predictivo", detalla el informe.

Y sostiene que "los marcos regulatorios juegan un papel crucial en la mejora de la calidad del servicio eléctrico, y es necesario realizar ajustes y mejoras para que estos sean claros, coherentes y flexibles, fomenten la innovación y la competencia en el sector, así como esquemas tarifarios eficientes técnica y económicamente, y que remuneren adecuadamente las inversiones en nuevas tecnologías".

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