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Tras renuncia de Máximo

Vuelven las dudas sobre el acuerdo de Argentina y el FMI

El Gobierno no tiene garantizado los votos propios ni ajenos para aprobar el acuerdo con el organismo multilateral en el Congreso

Alberto Fernández y Martín Guzmán reunidos con funcionarios del FMI
Alberto Fernández y Martín Guzmán reunidos con funcionarios del FMI fmi
Agustín Maza 07 febrero de 2022

Del alivio a la incertidumbre: así puede definirse el proceso que comenzó con el anuncio de un principio de acuerdo técnico con el Fondo Monetario Internacional y la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista en Diputados. Esa situación cambió en el transcurso de un fin de semana desde un panorama de cuasieuforia a uno que ahora luce, cuanto menos, gris.

El Gobierno no tiene garantizado los votos en el Congreso para aprobar el acuerdo con el organismo multilateral de crédito. La diferencia con la batalla perdida más reciente en el Parlamento, el proyecto de Presupuesto 2022, no es sólo cuál será la postura de la oposición sino también la voluntad de los propios. 

A principios del año pasado, el Gobierno promulgó la ley 27.612, de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Entre otros ítems, la norma estableció que cualquier endeudamiento en moneda extranjera bajo legislación extranjera, y con prórroga de jurisdicción, requiere autorización del Congreso.

Vale aclarar que no se votarán los lineamientos técnicos del acuerdo, sino simplemente el financiamiento. Será decisión del Gobierno acompañarlo con el famoso “Plan Plurianual”, que no sería más que el acuerdo, con las pautas macroeconómicas y los senderos específicos del entendimiento. 

Contrarreloj

Ante la consulta de El Economista, desde el Ministerio de Economía precisaron que las negociaciones con el FMI continúan y se extenderán, por lo menos, “tres o cuatro semanas más”. Por lo tanto, el Memorándum Técnico de Entendimiento estaría para presentar al Congreso en la primera semana de marzo, cuando el presidente Alberto Fernández anuncie el inicio de las sesiones ordinarias.

Mientras tanto, los tiempos son tiranos y no acompañan a Argentina. El 22 de marzo hay que pagar al FMI un vencimiento de capital e intereses por US$ 2.800 millones que el Banco Central no tiene para afrontar con sus reservas. Además de ese compromiso, hay pendiente una renegociación con el Club de París por más de US$ 2.000 millones que dependen del entendimiento con el FMI y vencen a finales del tercer mes del año.

Un atraso en los pagos al organismo no quedaría sólo ahí, hay que sumarle la incertidumbre en la economía que podría derivar en la disparada del tipo de cambio con su impacto inmediato en la inflación. El propio Fernández reconoció que un incumplimiento a los vencimientos por US$ 1.100 millones, entre el viernes y martes de la semana pasada con el FMI, habría implicado la necesidad de un “feriado bancario”.

El Gobierno se juega mucho en la aprobación del acuerdo. También peligran créditos del BID, el Banco Mundial y la Banca Europea de Inversión. En ese sentido, la gira que realizó el Presidente por China redundó en un anuncio de inversiones por US$ 23.700 millones que también están atadas a lo que suceda con la deuda de Argentina. 

El mundo se maneja con las reglas del multilateralismo financiero, donde quedan fuera muchas diferencias ideológicas entre las potencias que, de paso, son quienes finalmente deberán dar el sí a un acuerdo. En el FMI, el directorio está supeditado a la visión de Estados Unidos y los demás países no objetarían la última palabra de la principal potencia mundial.

Frente interno

El acuerdo que consiguió Martín Guzmán implica para 2022 una reducción del déficit fiscal primario de algo más de medio punto, al 2,5% del PIB para 2022; 1,9% para 2023 y para 2024, 0,9%. Será clave la reducción de los subsidios energéticos en esa ecuación.

Por otro lado, se apunta a que en 2022 el financiamiento monetario del BCRA sea de 1% del PIB; en 2023 alrededor de 0,6% y en 2024 sea cercano a cero. La meta de acumulación de reservas es de US$ 5.000 millones para el corriente año.

Desde el Ministerio de Economía precisaron que las negociaciones con el FMI continúan y se extenderán, por lo menos, “tres o cuatro semanas más”

Las diferencias en la coalición gobernante no son un secreto ni mucho menos una especulación periodística, y las dejó bien explicitadas Máximo en su carta de renuncia con fuertes cuestionamientos a las negociaciones que llevó adelante el ministro de Economía. 

El nuevo presidente del bloque oficialista en Diputados, Germán Martínez, ya avisó que hablará con cada legislador para juntar voluntades. Sin embargo, hay 38 votos que pertenecen a La Cámpora y fuerzas alineadas que podrían no acompañar la votación en el Congreso.

Por su parte, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no se pronunció públicamente al respecto. Se sabe que mantiene diferencias en cuanto a lo que se acordó con el FMI, pero no estuvo de acuerdo con la renuncia de su hijo a la presidencia del bloque del Frente de Todos en la Cámara Baja. Habrá que esperar para saber qué postura tomará la vice en el senado cuando ingrese el proyecto o, tal vez, un poco antes.

Una fuente legislativa cercana a Máximo dijo ante El Economista que el sendero fiscal planteado podría frenar la recuperación de la economía, a lo que se sumaría una inquietud por el mecanismo de los desembolsos para refinanciar los US$ 45.000 millones desembolsados a la gestión de Mauricio Macri.

Lo que llaman el kirchnerismo, muchas veces de forma despectiva, es la fuerza que más votos aportó para ganar en 2019 y no se tuvo en cuenta nuestra visión a la hora de negociar. La postura de Máximo es entendible”, añadió la fuente consultada. 

En concreto, desde esa parte del FdT sienten que arriesgan capital político y no forman parte de las negociaciones. Desconfían de las intenciones del FMI, en vistas a la carrera presidencial de 2023 de la que suponen que un “mal acuerdo” daría por finalizada esta experiencia del “peronismo unido” en el poder.

Los desembolsos

El ítem de los desembolsos resulta crucial en el debate interno del FdT con coincidencias entre los distintos sectores y matices sobre algunos aspectos. En 2022 vencen US$ 19.000 millones con el FMI, cifra similar a la de 2023 y en 2024 cerca de US$ 5.000 millones.

Un informe de Fide recordó lo “vertiginoso” del calendario de pagos firmado en 2018. “Solo en 2022 deberán realizarse más de 19 pagos al organismo. En 2023 habrá 22 pagos. Esto implica pagos todos los meses y, en algunas oportunidades, hasta dos o tres veces por mes. El monto promedio de estos desembolsos, incluyendo capital e intereses, será de unos US$ 920 millones”, destacaron.

El 22 de marzo hay que pagar al FMI un vencimiento de capital e intereses por US$ 2.800 millones y el Banco Central no puede afrontarlo con sus reservas

El organismo propone desembolsar el dinero muy cerca de los vencimientos, mientras realiza las evaluaciones fijadas previamente sobre el cumplimiento de las metas acordadas. En el Gobierno desconfían que ese esquema pueda generar más incertidumbre y una “espada de Damocles” durante todo 2023 en pleno año electoral.

¿Y la oposición?

El resultado de las elecciones legislativas del año pasado dejaron al oficialismo con un margen muy corto de aprobación de proyectos en el Congreso. Para sacar el acuerdo con el FMI será central tener el aval de una parte de la oposición y, en particular, de Juntos por el Cambio.

Por ahora nadie muestra las cartas, pero al igual que en el truco hay gestos que podrían ser ciertos o no. La primera postura dentro del frente opositor está encarnada en los gobernadores radicales, el ala más “racional”, y sería un acompañamiento al oficialismo.

La otra está encarnada en el ala más dura, “los halcones”, en la que se ubica el sector que responde al expresidente Mauricio Macri y a la presidenta del PRO Patricia Bullrich. Allí consideran que el acuerdo “light” que alcanzó Guzmán dejará los desequilibrios para una eventual próxima gestión cambiemita, en línea con los análisis financieros globales.

Otra visión, un tanto más estratégica, plantea la posibilidad de dar quórum en Diputados para luego abstenerse de la votación. En ese escenario, la responsabilidad de que el proyecto prospere será del oficialismo y la “culpa” de las consecuencias del acuerdo “también”.

EL DATO

-40 M

En febrero, el saldo del BCRA en el MULC es negativo: algo más de US$ 40 millones. No es una cifra enorme, pero demuestra lo difícil que es comprar dólar para el BCRA. “Observando las cifras del período posterior a la cosecha (de julio en adelante), queda claro que fuera del período estacional del agro, el BCRA no puede ser comprador neto con este tipo de cambio real y esta brecha cambiaria, a menos que aplique un torniquete a las importaciones como ocurrió en octubre (compró US$212 millones). El BCRA sólo mantuvo saldo positivo en uno de los últimos siete meses y acumula ventas por US$ 2.300 millones. Con una estacionalidad del agro que hace 'piso' en febrero, las próximas semanas irían en el mismo sentido”, dijeron desde PPI en un informe

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