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¿Volver al futuro?

Quienes fallaron con sus pronósticos en la era K, recomiendan acelerar el ajuste fiscal y limitar el endeudamiento. ¿Tienen el libro del viejo Biff?

26 abril de 2017

El autor es Head Portfolio Manager de Cohen

Tendría 10 años cuando vi por primera vez “Volver al futuro”. Para entender el contexto en el cual se estrenó la película en Argentina, en casa hacia cinco años que esperábamos que Entel nos instalara una línea de teléfono. Mientras mis padres pagaban puntualmente cada cuota del plan Megatel para que alguien tirase un cable de cobre, Michael J. Fox viajaba en el tiempo para pasar una semana de vacaciones en los años '50.

Es fácil comprender porque el detalle que más me llamó la atención no fue la estela de fuego que dejaba el DeLorean al alcanzar las 88 millas por hora sino que la Pepsi viniera en una lata de aluminio. En casa, cuando había gaseosa, siempre era en botella de vidrio. Hoy pienso que mis padres eran unos hípsters sin saberlo, que cuidaban el medio ambiente, y no que vivíamos en el atraso.

El recuerdo de esos años afirma en uno la idea que todo tiempo pasado fue mejor. Y es lógico que sea así porque en el pasado no hay incertidumbre. Pero Argentina es el reino del revés. Aquí todo pasado (reciente) fue peor. Durante el Gobierno de los Kirchner se demonizó la década de los '90 por ser neoliberal, y ahora con Cambiemos, los economistas autodenominados “de la libertad” resaltan el elevado endeudamiento de esos años para criticar el actual plan de económico. En su análisis obvian un pequeño detalle: este es un régimen con tipo de cambio flexible y no una caja de  conversión. Pero eso, para ellos, es un tema menor porque lo importante es anunciar otra crisis como la de 2001 si las cosas no se hacen como dicen. Al final, el costo de oportunidad no lo pagan ellos sino sus clientes y quienes los escuchan.

Esto explota, a los botes

Durante la campaña para las presidenciales de 2011, la mayoría de economistas “libertarios” aseguraban que el modelo de matriz diversificada e inclusión social estaban en la fase final previo al colapso. Pero en diciembre de ese mismo año, el ministro Hernán Gaspar Lorenzino anunció la instauración del cepo al ahorro en dólares. Luego llegaría el turno de las restricciones a las importaciones con las DJAI de Guillermo Moreno. Cuando tomaron conciencia que el torniquete no era suficiente para parar la sangría de dólares, llegó la devaluación de Axel Kiciloff de enero de 2014, los swap de monedas con el Banco Central de China y, finalmente, para tener la casa en orden durante las todo 2015, los futuros a precio de remate de Alejandro Vanoli.

El kirchnerismo nunca termino de explotar o implosionar (elija Usted la opción que más le guste) y la economía solo se estancó y el dólar “libre” terminó desinflándose desde los máximos de septiembre de 2014 -$16? hasta los $13 poscepo (diciembre de 2015).

En el medio, ahorristas y empresarios pagaron un costo de oportunidad muy alto. Por un lado, las malas políticas económicas impidieron aprovechar un contexto de bajas tasas internacionales pero también los pésimos consejos demoraron muchas decisiones de inversión que se hubieran podido tomar aun en ese contexto político tan difícil. Las crisis como la de 2001 no se repiten cada diez años.

Otra vez sopa

Los que fallaron con sus pronósticos, hoy vuelven renovados y llenos de recomendaciones como, por ejemplo, acelerar el ajuste en el gasto público y limitar el endeudamiento, sin reparar en las restricciones que operan sobre la política. Cambiemos no dispone de las mayorías parlamentarias necesarias para pasar un paquete de ajuste por el Congreso ni una economía en expansión para limitar el endeudamiento.

¿Tendrá éxito el gradualismo de Cambiemos? No lo sabemos. De lo que sí estamos seguros que presidir el G-20 después de haber estado al borde de la expulsión es positivo, que el BCRA está realizando un gran trabajo para ganarle a la inflación, que los acuerdos sectoriales son mejores herramientas para aumentar la productividad que una devaluación y que la obra pública arrancó en serio y con un nivel de planificación inédita en los últimos años.

El pasado es más seguro (y aburrido) porque no hay sorpresas. El futuro por definición es incierto pero está cargado de adrenalina. Por eso prefiero el presente porque es hoy cuando podemos tomar decisiones. Al final, los economistas que les hicieron pagar el costo de oportunidad por no invertir en los años “K”, actúan hoy como si el viejo Biff les hubiera dado el “Grays Sport Almanac” con 110 páginas llenas de futuros resultados.

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