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¿Qué puede pasar con el precio del dólar a partir del 10-D?

Un ajuste cambiario parece inevitable

21 agosto de 2015

Algo hay que hacer con “el billete”. El tipo de cambio real multilateral está cada vez más atrasado y las consecuencias negativas son cada vez más notables: las economías regionales, y los sectores transables en general, sufren (y más aún aquellos aquejados por la caída de los precios internacionales); las exportaciones caen al 18% interanual y se acentúa la huida del peso. Es evidente que el tipo de cambio no está en equilibrio y la tendencia declinante de las reservas del BCRA así lo atestigua. Pero la estrategia cambiaria no va a alterarse hasta el 10-D y el BCRA seguirá con su política de microdevaluaciones. Corolario: las reservas seguirán cayendo y el atraso cambiario se acentuará de ahora a diciembre. “Está claro que plantear un escenario de continuidad de la política cambiaria actual es plantear un escenario de crisis. Con el fuerte deterioro de los indicadores macroeconómicos del país en los últimos años, con el conflicto con los holdouts no resuelto y con un contexto internacional cada vez más difícil, es evidente, que tendrán que hacer algún cambio, porque los números no cierran”, asegura Martín Polo, economista jefe de Analytica.

La erosión de la competitividad se acelera en un contexto global en el cual el dólar se fortalece o, visto al revés, las demás monedas se deprecian. Lo explica Miguel Angel Boggiano, CEO de Carta Financiera, en su último newsletter. “El peso argentino, tomando el tipo de cambio oficial, es apenas la cuarta moneda que perdió terreno en el mundo frente al dólar, luego del yuan, la libra y el franco suizo. Pero hay un condimento extra: la inflación en China es del 1,6%, en el Reino Unido es del 0% y en Suiza es del -1,3%. Si tenemos en cuenta que en Argentina la inflación de los últimos doce meses ronda el 30% obtenemos que, en términos reales, Argentina se encareció contra prácticamente todos los países del mundo”.

También trató el tema el consultor Miguel Kiguel en su último informe: “Las principales monedas del mundo se han debilitado frente al dólar en los últimos meses (?) La notable excepción es el peso argentino, que incluso se apreció 11% en términos reales, en tanto la inflación se ha mantenido muy por encima del deslizamiento del dólar oficial. Atrasar el tipo de cambio como principal estrategia antiinflacionaria, en un contexto de alta inflación, ha dejado a la economía argentina sin flexibilidad nominal para acomodar los shocks externos. Las economías flexibles han podido adaptarse mejor y más rápido”. Como escribía Ramiro Albrieu en la última edición de El Economista, Argentina, así como Ecuador y Venezuela, son “pacifistas obligados” en la nueva guerra de monedas.

Con todos estos ingredientes, un ajuste cambiario parece cada vez más inevitable, pero los riesgos de devaluar, y más sin un plan de estabilización que lo acompañe, no son menores (una aceleración de la inflación es el principal) y, al mismo tiempo, los incentivos para mantener el dólar atrasado (es decir, los salarios en dólares altos) también son grandes. “Los políticos siempre tienen el incentivo en mantener el precio del 'billete' atrasado. El dólar barato genera una sensación de riqueza en la clase media (¡deme dos!): viajes al exterior, whisky escocés, champagne francés, etcétera”, opina el consultor Daniel Glatstein.

Los escenarios

Entonces, ¿qué puede pasar? Vayamos de lleno a la pregunta del millón.

Daniel Scioli, el que más posibilidades tiene de suceder a CFK, critica a quienes, como Mauricio Macri (el único otro con posibilidades de llegar a Balcarce 50), dicen que hay que dejar flotar la moneda y subraya las consecuencias negativas que acarrearía una devaluación. Sus principales asesores económicos salieron con los tapones de punta cuando Macri propuso la idea de la flotación cambiaria en el último encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP).

Una interpretación posible es que se trata de una estrategia política. Nadie anticipa una medida impopular que licúa el salario y acelera la inflación. Asimismo, si dijera que iba a devaluar se aceleraría la dolarización de portafolios, presionando al alza al “blue” (y a los precios) y aumentaría la compra de dólar-ahorro, afectando las ya menguadas reservas de Reconquista 266. Además, tronaría el escarmiento en el universo kirchnerista.

¿Y si no es una estrategia política y, en rigor, Scioli no planea devaluar el peso más que ahora y buscará recuperar competitividadprecio mediante otras medidas, por ejemplo, exenciones o estímulos fiscales a los sectores transables con ecuaciones de rentabilidad más perjudicadas? Hace tiempo plantean desde el Estudio Bein que algunas retenciones a las exportaciones no tienen razón de ser con los actuales precios internacionales. ¿Y si, además, planea equilibrar el mercado cambiario con financiamiento externo, como ha venido tratando de hacer este Gobierno? “La Argentina vivió a lo largo de su historia varios episodios de atraso cambiario con un nivel de gasto interno en dólares sostenido artificialmente con endeudamiento externo y, en general, esas experiencias terminaron mal”, advierte Daniel Artana, economista jefe de FIEL. ¿Y si, finalmente, desempolva la idea de desdoblar el mercado cambiario e introduce un esquema de tipos de cambio múltiples? “Si Bein llegara a ser ministro de Economía, me parece que van a intentar ir, al menos por un tiempo, por un desdoblamiento cambiario”, opina el operador bursátil Lucas Reyna.

Luego del 10-D

El Economistaconsultó a varios especialistas para conocer cuál puede ser la hoja de ruta inicial de Scioli en el plano cambiario.

¿Seguirá con las minidevaluciones, dejará flotar el peso o intentará una devaluación inicial de 10-15% y después aplicará un esquema crawling peg, es decir, irá ajustando el precio del dólar al ritmo inflacionario local? “La tercera alternativa me parece la más probable”, respondió Artana. “Posiblemente intente una devaluación inicial, pero si no indica un claro plan de contención del gasto, esa devaluación se la va a llevar la inflación por completo”, dice, y advierte, Boggiano. “Quizás intente una devaluación de 15% en dos o tres meses y desde ahí siga con un esquema de crawling peg”, opina Luciano Cohan, economista jefe de Elypsis, y agrega que Macri haría lo mismo. “Estimo que Scioli negociará un ajuste en el tipo de cambio previo a asumir para 'acomodar el cuerpo'. Posterior a la asunción estimo que aceleraría el ritmo de devaluación gradualmente mientras va buscando una salida al conflicto con los holdouts. Es decir, en el corto plazo hará un operativo de 'seducción' como plan de 'contención' de expectativas del mercado”, sostiene Polo.  “Creo que el plan Scioli será un combo de devaluación moderada, apertura del cepo para nuevas inversiones y arreglo con los holdouts (máxime en el contexto novedoso del rechazo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York al pedido de los mee too's, que deberán ahora iniciar sus litigios de cero, lo que le da tiempo al país para ir resolviendo el problema y lo acota a menos de U$S 2.000 millones)”, dice Martín Tetaz, autor de “Casual Mente”. “Lo que imagino es una aceleración de las minidevaluaciones, evitando lo más que se pueda la volatilidad”, aporta el economista y consultor Daniel Glatstein, quien descree de una devaluación inicial de 10-15%. Dato: ninguno espera una megadevaluación ni una flotación del peso. El BCRA seguirá fijando el nivel de paridad peso-dólar. “Pretender volver enteramente a un esquema 100% flexible es un poco idealista”, dice Boggiano.

Ya lo había anticipado Miguel Angel Broda en el 32° Congreso del IAEF: “Cualquiera de los ajustes cambiarios que están pensando los presidenciables en ningún caso superarán el 15%”. El objetivo será, dijo Broda, que el tipo de cambio real multilateral deje de atrasarse. El problema, como decíamos al comienzo, es que el tipo de cambio real multilateral se ha atrasado desde entonces por la devaluación de los emergentes y el ajuste que se precisa hoy es mayor que el de entonces.

Todos coinciden, que corregir el problema del dólar oficial sin atacar los desequilibrios fiscales y monetarios vigentes es pan para hoy y hambre para mañana o, dicho en términos económicos, “la devaluación se iría toda a precios”.

El mundo se ha complicado bastante en los últimos meses y el final de la nueva ola de guerra de monedas se desconoce. “No se puede descartar que, si hay juicio político en Brasil, el real se vaya a 4/U$S”, dice un consultor en off the record. Otro tema a mirar de cerca es el precio de la soja, que está en sus niveles más bajos de los últimos años. Hay, como vemos, muchos imponderables hasta el 10-D que hacen que la salida gradualista que imaginan los presidenciables no sea un camino posible. La erosión de la competitividad se acelera, los apetitos dolarizadores están a la orden del día (y creciendo) y el BCRA cuenta con cada vez menos espaldas para aguantar el tipo de cambio oficial. Como escribe Kiguel en su último libro (ver más en Lecturas), las devaluaciones en Argentina las hace el mercado antes que los gobiernos que intentan, hasta más no poder, sostener el atraso cambiario. Veremos qué nos espera.

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