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Perder no era una opción para Mauricio Macri

La primera conferencia de Macri dejó en blanco sobre negro que, en sintonía con la prédica del ex técnico Carlos Bianchi, no hay premio alguno para el segundo y que, en caso de derrota, mejor irse al vestuario con la cara larga, no haciéndole ningún tipo de honor al rival.

13 agosto de 2019

Por Daniel Montoya @DanielMontoya_

Tras la crisis fulminante de 2001, la más profunda del último siglo, la elección de 2003, marcó un nuevo tiempo en términos electorales. Las sumatorias de las dos fuerzas políticas principales no llegaron a sumar el 70% de los votos entre ambas. Ese patrón electoral de principios de Siglo XXI murió con la elección “inútil” de ayer, aquella que no era necesaria por los altos costos aparejados, según los argumentos defendidos por almas bellas que poco entienden del funcionamiento del sistema democrático. Si algo quedó en claro del domingo, es que a los argentinos les gusta mucho votar. Eso es muy saludable. Una participación cercana al 80% no deja ningún lugar a dudas. Primera gran certeza.

Una segunda certidumbre surgida de esta elección primaria que, en realidad funcionó como PASO, primera y segunda vuelta juntas, es una reorganización del sistema político en torno a dos nuevas agrupaciones que muchos colegas insisten en encuadrar dentro del vaticinio formulado por Torcuato Di Tella hace unos años, es decir, una Argentina funcionando en base a una polarización entre un espacio político de centroderecha versus otro de centroizquierda. ¿Será tendencia ello a partir de ahora o simplemente una anomalía? Aún no tengo certezas. Como decía Perón, al andar se van acomodando los melones. Tendríamos que ver algunas elecciones más, para asegurar si este fue un punto de inflexión o, apenas un asteroide fugaz en el firmamento político argentino.

Por último, el domingo nos dejó una tercera certeza. Que el exCambiemos, hoy Juntos por el Cambio, no tiene la derrota incorporada en su libreto. Este quizás sea el rasgo distintivo o la impronta de esta nueva fuerza política surgida al calor de la crisis de 2001, a partir de cuadros con origen el mundo empresarial, deportivo o las ONG. La primera conferencia de prensa del presidente Macri dejó en blanco sobre negro que, en total sintonía con la prédica del ex técnico de Boca Carlos Bianchi, no hay premio alguno para el segundo y que, en caso de derrota, mejor irse al vestuario con la cara larga, no haciéndole ningún tipo de honor al rival. Inclusive, hasta amagando con romper todo si la victoria queda fuera del alcance la mano.

En tal sentido, el complejo sistemas de algortimos, Big Data, e información georreferenciada manzana por manzana y casa por casa del exCambiemos, no contempla la posibilidad que una elección arroje un resultado cobista “no positivo”. Menos compitiendo contra una fuerza política, que todavía explota recursos comunicacionales analógicos más en sintonía con el Siglo XX que el XXI. Ante tal falla de origen, si semejante sistema no puede prever la contingencia de una derrota, menos podrá identificar a los mariscales de la misma. A tal fin, habrá que echar mano al procedimiento de emitir un listado manual en lápiz y papel, a la vieja usanza. Como el de los famosos cuadernos Gloria del remisero Centeno, un verdadero retoño del propio Lope de Vega.

Listado de perdedores, actualizado al día de la fecha.

Mauricio Macri, como principal responsable del desastre económico que hizo estragos a nivel del consumo básico de sectores bajos y medios.

2  Miguel Pichetto, por subirse tardíamente a un barco ajeno, siendo un hombre histórico del peronismo que sirvió a todos sus presidentes.

3  María Eugenia Vidal, quien con su gran imagen, solo le aportó dos puntos de diferencia versus la fórmula presidencial Macri-Pichetto.

4  Los medios de comunicación mainstream, funcionando como cadena nacional permanente del Gobierno, tanto Clarín como La Nación.

5  Donald Trump y Christine Lagarde, por brindar un enorme sustento financiero para políticas que no le brindaron ningún rédito electoral al gobierno.

Marcos Peña, catalogado como el von Clausewitz de Argentina, en términos de un dominio excelso de la estrategia para ganar grandes batallas.

Los jueces de Comodoro Py, que funcionaron en tándem con los grandes medios nacionales, solo ayudando a apuntalar la imagen de Cristina Fernández.

Los CEOs “meritocráticos” que supuestamente venían a dar vuelta las estructuras del Estado ineficientes y poco orientadas al resultado.

9  Los trolls, tanto los funcionarios públicos y referentes de la cultura identificables, como un montón escudados sobre nombres fake.

10  Mirtha Legrand y Susana Giménez, que fatigaron hasta los espacios mediáticos en la zona de la veda electoral, haciendo las veces de unidades calientes de la campaña amarilla “Defensores del Cambio” impulsada desde la Jefatura de Gabinete.

11  El Big Data y la nano segmentación que supuestamente le daban una ventaja estratégica indescontable al gobierno, similar al anillo galáctico de los americanos conocido como “Guerra de las Galaxias”.

12  La larga lista de referentes periodísticos y culturales, uno de los más prominentes, queremos flan Alfredo Casero, vociferando barbaridades desde España, al más puro estilo de un Luis D'Elía inverso.

13  El amplio arco de encuestadores, consultores y analistas económicos, propalando información sesgada y con fuentes de idéntico origen que terminaron configurando un verdadero Waterloo para todo el gremio. El más notable fue el caso de una consultora brasileña que, argumentando la utilización de “antropología digital”, hasta vaticinó el triunfo de la fórmula Macri-Pichetto.

14  Jair Bolsonaro funcionando como un verdadero jefe de campaña regional de Mauricio Macri, insistiendo con una polarización ideológica que, más que ideológica, tiene que ver con los consumos básicos populares en términos de rivalidades más terrenales como nalga versus bola de lomo.

15  El arco de consultores en comunicación política sensibles a la tremenda juguetería comunicacional desplegada por el gobierno que, dados los resultados a la vista obtenidos por el oficialismo, bien podría haber sido sustituida o, al menos complementada, por esas viejas políticas que aseguraban una copa de leche por día en los hogares de menores ingresos, así como los consumos básicos de azúcar y yerba que se desplomaron al mínimo en esa franja de la población que poco sabe de Marx, del Muro de Berlín y que fueron a votar a Alberto, a Cristina, a Axel, a Verónica y a Sergio, con la esperanza de recuperar un poco de la dignidad perdida durante los últimos años. Quizás esos nombres de pila, sea una de las pocas victorias de ayer de Durán Barba, su gran aporte a la modernización comunicacional de la vieja política que la gente sigue buscando tanto, en tiempos que exigen soluciones inmediatas.

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