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Economía y política.

02 diciembre de 2011

En los últimos tiempos, en materia económica, se ha recurrido a definiciones grandilocuentes para referirse a medidas relativamente simples. Esto está pasando, por ejemplo, con la reducción de subsidios que se puso en marcha. Las necesidades fiscales están detrás de ese cambio de política. El debate, sobre si es o no un ajuste, si la Presidenta gira a la derecha o, por el contrario, es otro avance hacia la justicia social parece exagerado.

Lo concreto es que los recursos públicos no alcanzan y millones de argentinos pagarán más por los servicios porque los subsidios  alcanzaron un nivel insostenible y llegan a sectores que no los necesitan. Una vez más, a medida que la reducción de subsidios se vaya extendiendo, la clase media será la más afectada porque, además, a la suba de los servicios la acompañarán subas en muchos impuestos. Mientras que los aumentos son irrelevantes para los sectores de mayores ingresos, a los que menos ganan ?como es lógico? no se les aplicarán los incrementos. Las medidas les quitarán capacidad de consumo a amplios sectores de la población.

Esto ocurrirá en un momento en el cual distintos  acontecimientos de la economía internacional pueden afectar negativamente el nivel de actividad interno. Precisamente no es esta la mejor circunstancia para tomar medidas que restrinjan adicionalmente el consumo ? al que también perjudicará la suba de las tasas de interéspero son la consecuencia de haber dilatado excesivamente un esquema basado en subsidios crecientes. Recientemente, la decisión de tener planchados, tanto el dólar como las tarifas, fue una herramienta antiinflacionaria.

Pero ese esquema tiene que modificarse, porque los subsidios ya no pueden seguir subiendo al ritmo de los últimos años ni el peso apreciarse tan rápido. La única manera de hacer cambios sin acelerar la tasa de inflación es en el marco de una estrategia integral. Finalmente, los problemas tienen un origen común en la elevada tasa de inflación que debe ser llevada a un escalón más abajo. Allí deberán dirigirse los esfuerzos el año que viene para que el objetivo pueda lograrse sobre la base de una política explícita y no como mera consecuencia de un enfriamiento del nivel de actividad. En este contexto las convenciones colectivas constituyen un factor clave.

Los dirigentes sindicales, con razón, sostienen que no debe haber techo en las negociaciones salariales porque dejarían de ser tales si lo hubiera. Pero es responsabilidad del Gobierno crear las condiciones para que los pedidos de aumentos salariales se ubiquen en niveles inferiores a los de este año. Sin una adecuación de las políticas fiscal y monetaria, no se puede exigir que toda la responsabilidad para que la tasa inflación sea menor en 2012 recaiga sobre la política de ingresos. La economía argentina sigue teniendo fundamentos sólidos que le permiten encarar estas correcciones sin tener que enfrentar ninguna circunstancia traumática. Pero los cambios tampoco deben demorarse porque de lo contrario se irán acumulando distorsiones que luego serán más difíciles de enfrentar.

(De la edición impresa)

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