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Los desafíos de infraestructura en la Argentina del Siglo XXI

El próximo Gobierno debería armar un plan de largo plazo, con el mayor consenso posible, para realizar las obras según prioridades que surjan de un análisis técnico, social, ambiental y económico.

El crecimiento económico requiere la realización de obras en todo el territorio.
El crecimiento económico requiere la realización de obras en todo el territorio. .
Rodolfo Dalmati 02 julio de 2023

Ya ha pasado casi un cuarto de este siglo, y desde el punto de vista de la infraestructura, la Argentina parece estar aún en el siglo pasado. 

Esto no es solo una frase, lo vemos en cualquier aspecto que analicemos. Este año, el presidente Fernández y el ministro Sergio Massa reinauguraron el tren de pasajeros de Buenos Aires a Mendoza, que tarda 10 horas más que en 1960 para hacer su recorrido. 

El estado de la red ferroviaria es, en general, deplorable y se han renovado muy pocos tramos, como el que une a Buenos Aires con Mar del Plata. 

Hace unos días, se divulgaron datos del Censo 2022, donde se muestra que tenemos 85% de la población argentina con agua corriente y 62% con red cloacal. Estos son valores muy bajos, y no solo con respecto al primer mundo. Mirando solo América del Sur, estamos por debajo de Uruguay, Chile, Brasil y Colombia, cuando en 1960 poseíamos una cobertura de servicios muy superior al resto de Latinoamérica, salvo Uruguay. 

  • Nuestra red vial cuenta con escasas autopistas y autovías: la gran mayoría son rutas de un carril por mano y solo 8% es autopista o autovía. El estado general de las rutas nacionales (aprox. 40.000 km) es regular o malo, y las rutas provinciales (aprox. 200.000 km) están aún peor, salvo algunas excepciones como San Luis que ha realizado un gran esfuerzo en la construcción de autopistas. 

Los economistas indican que la Argentina necesita más divisas fuertes como el dólar y para ello debe aumentar fuertemente las exportaciones. Ahora, en campaña, varios políticos indican que nuestro país puede "fácilmente" exportar más de 200.000.000 toneladas de granos. Incluso sin pretender evaluar si desde el punto de vista agronómico esto es viable, podemos asegurar que para llegar a esos valores es imprescindible invertir fuertemente en logística y transporte.

Actualmente la mayor parte de las exportaciones se realizan en barco desde la zona que abarca la hidrovía Paraná - Plata, con gran concentración en la zona de Rosario y cercanías. Esto genera un cuello de botella importante y difícil de modificar, ya que se encuentra muy cerca del centro de gravedad de la zona agrícola y del punto de partida de otras exportaciones industriales, que se hacen desde la misma zona o sobre la misma hidrovía (por ejemplo, automotores desde Zárate). 

  • Actualmente el calado en la zona portuaria del río Paraná cercana a Rosario es de 34 pies, cuando los buques que se utilizan hoy en el mercado internacional requieren 40 o 42 pies para poder ser cargados en toda su capacidad. 

Por este motivo, los barcos zarpan con carga incompleta y se completan en puertos extranjeros. Como consecuencia de ello, el transporte marítimo es ineficiente y el costo logístico en Argentina es superior al de otros países. Si se quiere aumentar las exportaciones, es fundamental aumentar el calado en forma urgente a 36 pies, y a corto plazo a 40 o 42 pies. 

La cuenca Del Plata
La cuenca Del Plata

Por otra parte, los puertos existentes y futuros sobre el río Paraná reciben las mercancías desde la zona productiva por las rutas que llegan desde el NOA (RN34) y del SO (RN33). Ambas son caminos saturados que requieren su urgente transformación a autovía. La RN33 además conecta con el puerto más importante del sur argentino y la segunda vía de exportación más significativa (Bahía Blanca). 

Las líneas ferroviarias que llegan a la zona portuaria de Rosario, fundamentalmente el Ferrocarril Belgrano, solo aporta actualmente un porcentaje limitado de las cargas. Si a todo esto le sumamos las graves fallas en el mantenimiento de los caminos vecinales y provinciales (pese a las tasas que se cobran) que muchas veces impide o demora la salida de la producción de los campos, se hace muy difícil vislumbrar la forma concreta de aumentar las exportaciones agrícolas. 

Este panorama de déficit en infraestructura se observa también en la vida cotidiana. En el AMBA, los accesos a Capital están colapsados casi todo el día, el transporte ferroviario suburbano aún tiene líneas con locomotoras diesel con deficiencias casi diarias, la única línea nueva de subterráneos construida en este siglo es la H, el resto están demoradas por falta de créditos. Si recorremos el Gran Buenos Aires, observamos falta de cloacas, de desagües pluviales, precariedad de la infraestructura eléctrica, pavimentos destrozados, calles de tierra, etcétera.

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Quizás nos preguntemos cómo hacer para superar todas estas dificultades con la falta de recursos de nuestro país. Sin embargo, cuando analizamos las cuentas públicas podemos ver que se han gastado en los últimos 20 años unos US$ 150.000 millones en subsidios a la energía. Con ese dinero, se podría tener hoy una cobertura del 100% de agua y cloaca para la población urbana; transformar toda la red vial nacional en autovías y hasta construir el tren de alta velocidad a Rosario que alguna vez planteó el gobierno kirchnerista.

El desafío que tenemos es muy grande. Debemos proponernos alcanzar una cobertura del 95% de agua potable y 85% de cloacas en los próximos 10 años; duplicar la red de autopistas y autovías, para que todos los centros urbanos y comerciales más importantes del país estén bien conectados y baje sustancialmente el número de victimas en accidentes de tránsito; tener puertos y una hidrovía moderna que permitan triplicar las exportaciones, y mejorar los aeropuertos para aumentar el ingreso turístico.

El próximo Gobierno debería armar un plan de largo plazo, con el mayor consenso posible, para realizar las obras según prioridades que surjan de un análisis técnico, social, ambiental y económico, en el cual no participe el favoritismo partidario que lamentablemente impera desde hace muchos años y que hoy observamos, por ejemplo, en la desproporción de envíos de fondos a la oficialista provincia de Tucumán con respecto a la opositora de Mendoza.

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