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Alertas tempranas en el mercado cambiario

El rojo comercial, el drenaje turístico, la dolarización de portafolios y el incremento en la deuda pública externa deben ser monitoreados

05 abril de 2017

En materia cambiaria, el comienzo del Gobierno de Mauricio Macri fue auspicioso: la unificación cambiaria con la consecuente devaluación del mercado formal y el arreglo con los holdouts ocurrieron sin mayores tensiones en el valor del dólar. Si bien el tipo de cambio saltó hasta llegar al valor de la divisa en los mercados informales, a partir de entonces se mantuvo relativamente estable. Y las reservas subieron fuerte, y superan ya los US$ 52.000 millones.

Fuentes de tensión

Sin embargo, hay fuentes de tensión que persisten. La primera y más relevante: removido el cepo, la incapacidad de generar divisas en forma genuina se traduce ahora en una alta dependencia del financiamiento externo. La generación de “dólares genuinos” tendría que manifestarse en la cuenta corriente; sin embargo, ésta fue superavitaria sólo los primeros meses posteriores a la devaluación de diciembre de 2015. Luego continuó siendo demandadora neta de divisas, como lo era antes de dicha devaluación. Así, la cuenta de capital ha tenido que alimentar no sólo la impresionante suba en las reservas ?lo cual es neutro en términos de la posición externa del país- sino también el persistente déficit de cuenta corriente -lo cual por supuesto nos empobrece con respecto al resto del mundo-. De acuerdo a los datos del Mercado Unico y Libre de Cambios (MULC), las nuevas emisiones de deuda en 2016 llegaron al 7% del PIB, los cuales se utilizaron para financiar el déficit de cuenta corriente (2,7% del PIB), la formación de activos del sector privado (casi 2%) y la variación de reservas (2,5%).

Más en detalle

Veamos más en detalle las cuentas externas para detectar las posibles fuentes de inestabilidad. En el balance de mercancías resalta la constancia con la dinámica previa a la devaluación de 2015: el sector de aceites y oleaginosas como principal proveedor de divisas y el resto de los sectores ?básicamente industriales? estructuralmente deficitarios. ¿Qué ocurrió en la cuenta de servicios? Allí tampoco se no se observa cambio estructural alguno posterior a la devaluación de 2015. El rubro de viajes y turismo ?que incluye los pagos con tarjeta derivados de la compra electrónica en sitios de exterior? sigue siendo la principal fuente de salida de divisas: unos US$ 6.500 millones en 2016. Y los datos de 2007 muestran que dicha dinámica continúa debido a la remoción del cepo y la normalización de la política financiera externa.

En la cuenta de capital, en tanto, resaltan dos dinámicas. La primera: las filtraciones por la formación de activos externos del sector privado, que sumaron unos US$ 12.700 millones en 2016. El dato del primer bimestre de 2017 fue alarmante: se fugaron por esta cuenta unos US$ 4.000 millones. Es el mayor registro para los primeros meses del año desde que se computan estadísticas del mercado de cambios (2003). La segunda, que, como diría Carlos Díaz Alejandro, se está consolidando una matriz de riesgos que en el pasado ha sido muy dañina en términos macroeconómicos: sector público deudor- sector privado acreedor. En los últimos doce meses la cuenta de capital ha sido superavitaria en unos US$ 38.500 millones y si tomamos la cuenta de capital del sector privado, el resultado ha sido deficitario por unos US$ 2.150 millones.

Desbalance estructural en el comercio de bienes, drenaje de divisas por turismo, mayor dolarización de portafolios del sector privado, incremento en la deuda pública externa. Ninguna de estas tensiones se ha manifestado aún con intensidad. Pero deben ser anotadas como parte de los riesgos que toma el actual esquema macroeconómico. Si se desatienden, se transformarán en problemas de difícil solución.

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