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Las 10 preguntas

Guillermo Nielsen, ex secretario de Finanzas de la Nación.

15 junio de 2012

1. A fines de 2009, Europa se recuperaba lentamente de la Gran Recesión y había una incipiente crisis de deuda en Grecia. Hoy, la economía europea está nuevamente en recesión y la crisis de deuda incluye a muchos otros países. ¿Era inevitable ese desenlace o hubo mala praxis?

Hubo mala praxis. Me tocó vivir, a finales de 2009 y comienzos de 2010, la crisis de Grecia desde Berlín e interactuar con los principales funcionarios alemanes, desde el presidente del Bundesbank hasta el ministro de Finanzas. Tenían una visión absolutamente ingenua. Creían que Grecia, por ser europea, no tenía que reestructurar. El rol del FMI fue bastante nefasto también. Me acuerdo de un almuerzo que tuvimos varios embajadores con el presidente del Bundesbank, Axel Weber, en plena crisis griega en el que dio un discurso muy duro y ortodoxo y dijo que el rescate para Grecia iba a ser de 32.000 millones de euros, es decir, prácticamente nada. Cuando salimos del almuerzo, los cables de agencia informaban que Dominique Strauss- Kahn, entonces director gerente del FMI, decía que el rescate sería de 110.000 millones. Estaban absolutamente perdidos.

2. ¿Cuál fue la mala praxis del FMI?

Strauss-Kahn tenía como objetivo ser el candidato del socialismo francés en las elecciones de este año. No tuvo la objetividad profesional y el rigor necesario. Quiso quedar bien pero no hizo su trabajo.

3. Usted fue embajador en Alemania, que es muy criticada por su papel en la crisis. ¿Qué responsabilidad le cabe?

No hay que mirar a Alemania aisladamente. El problema es el funcionamiento de la eurozona que, en situaciones de crisis o desaceleración, funciona con un esquema de patrón oro, esto es, descarga el ajuste sobre la periferia. Alemania es el gran beneficiario de la eurozona. El 40% de su superávit viene de allí y tener el euro como moneda es, de hecho, un subsidio para sus exportaciones. El euro, al ser un promedio de monedas y, por lo tanto, estar subvaluada, ayuda a que sea el primer o segundo exportador mundial de acuerdo al año. También se beneficia por ser el imán de los capitales de la periferia y por eso se endeuda a tasas bajísimas. Sin embargo, al momento de transferir los fondos, el Gobierno alemán se ve con limitaciones políticas y electorales muy serias. El electorado no ve los beneficios que le trae el euro. Les resultan abstractos. Lo que no es abstracto es cuando tienen que poner dinero para los fondos anticrisis o los esquemas cortafuegos (fire-walls). Ahí se arma el lío. Además, gracias a las reformas laborales de Gerhard Schröder, Angela Merkel se beneficia de una Alemania mucho más productiva y competitiva que sus socios. Teniendo en cuenta todo esto, el problema no es si Grecia se tiene que ir del euro, sino que Alemania es la que debe irse. Es demasiado brutal el contraste con el resto de los países, incluso con Francia.

4. ¿Coincide con quienes dicen que introducir una moneda única a un conjunto de economías tan heterogéneas fue un error?

Era un proyecto jugado. Se necesitaba de una disciplina y un monitoreo constante que, como sucede con muchas cosas, se fue aflojando. Había un planteamiento de homogenización fiscal que nunca se concretó. El Tratado de Maastricht planteaba cuáles eran los límites de déficit fiscal y una serie de pautas que, de haberse cumplido, la situación hubiera sido otra.

5. Grecia está más cerca de abandonar el euro y en otros países con problemas el trade-off de permanecer en la Unión Monetaria es cada vez mayor. ¿Qué cree que va a pasar?

Espero que Grecia no salga y dé la pelea internamente, aunque es sólo una expresión de deseo. Pero el problema no es Grecia, cuya salida ya está descontada por los mercados. El gran problema es España.

6. ¿Tiene que hacer una devaluación interna?

La devaluación interna es imposible. He visto los notables esfuerzos que han hecho los españoles pero aún así no llegan. Han bajado alquileres y muchas cosas más, pero no sirve. La devaluación interna es algo penoso y, en sociedad occidentales, absolutamente inviable.

7. ¿Pero qué deben hacer esos países, entonces?

Hay que hacer es un examen profundo del funcionamiento de la eurozona. Estoy seguro de que si se hace, la conclusión va a ser una sola: Alemania es la que debe irse del euro, revaluar y tener un tipo de cambio más acorde a su productividad. Si eso ocurriera, los demás, más o menos se acomodarían. Si Alemania sigue adentro, en poco tiempo vamos a estar discutiendo si el mercado se lleva puesto a Francia. A Italia desde ya. No hay que llegar a eso. Hay que buscar una solución política, que no es fácil ya que el poder está en Alemania.

8. Hollande parecía perfilar un discurso así, pero se ha quedado corto.

No hay que ponerse ansiosos. En Europa los procesos son lentos pero creo que la dirección es correcta.

9. ¿Cómo puede impactar en la economía global la continuidad de esta crisis?

El impacto va a ser muy grande. De hecho, ya está impactando en EE.UU. Hay que discutir seriamente el reequilibrio de la economía mundial. De la misma manera que los superávit alemanes están ligados a la crisis de la eurozona, la crisis global está ligada a los superávit chinos. Hay que reequilibrar la economía global. La discusión va a ser difícil y nos espera un período muy malo.

10. ¿Y en América Latina?

En América latina la situación variará de acuerdo a cada país pero está claro que el escenario será, en términos generales, peor.

(De la edición impresa)

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