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El mercado observa con dudas la marcha de las negociaciones con el FMI

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18 enero de 2021

Por Enrique Pizarro

El vocero del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gerry Rice, comentó el jueves pasado ante la prensa en Washington que muy pronto continuarán las negociaciones con el Gobierno argentino, tras el receso vacacional de finales y principio de año, en el marco del nuevo acuerdo al que buscan llegar. Además, señaló que el organismo espera que el Gobierno le presente un plan económico de mediano plazo y, en ese sentido, afirmó que el equipo económico que conduce Martín Guzmán se encuentra trabajando sobre él.

Un analista del mercado indicó ante El Economista que las declaraciones de Rice sugieren que no hubo ningún avance en las negociaciones durante los últimos dos o tres meses. En tanto, Guzmán deberá alcanzar el nuevo acuerdo crediticio en los próximos meses, ya que en mayo Argentina tendrá un vencimiento de capital importante con el Club de París, el cual tendrá que refinanciar, y para ello este organismo le exige al Gobierno que antes cierre un acuerdo con el FMI.

“Yo creo que las negociaciones se están alargando por dos grandes motivos: por la cuestión fiscal y por la cambiaria. Cuando el FMI hizo los acuerdos con el gobierno de Mauricio Macri, los mismos tenían tres patas: una fiscal, una monetaria y otra cambiaria. En la pata fiscal, lo que el organismo pedía era una reducción más acelerada del déficit. Al principio, parecía que el gobierno de Alberto Fernández estaba comprometido con eso, pero en las últimas declaraciones lo muestran dubitativo, tensionando un poco más, así que puede haber una discusión ahí”, señaló ante este diario Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.

En cuanto a la cuestión cambiaria, siguiendo su análisis, el retraso se estaría dando no tanto por si el nuevo acuerdo viene acompañado o no con “fondos frescos”, sino porque el FMI suele exigir metas de acumulación de reservas o prohíbe las intervenciones del Banco Central para contener el tipo de cambio, lo cual implicaría un salto devaluatorio, y esto tendría un fuerte impacto sobre la economía del país.

“Pienso que el acuerdo ayudaría a relajar algunas tensiones si viene con fondos frescos o con un programa de ruta bastante creíble y bastante consistente, lo cual no parece lo más probable, sobre todo en este contexto de pandemia, donde es muy difícil trazar proyecciones de corto plazo y mucho más de mediano plazo. Entonces, creo que se está demorando un poco por eso, porque el Gobierno lo que ve es que tiene mucho más para perder que para ganar”, sostuvo.

Adrián Yarde Buller, economista jefe del Grupo SBS, destacó ante El Economista que Argentina necesita financiamiento en dólares por unos US$ 2.500 millones para cubrir con las necesidades en moneda extranjera, lo que implica que habrá que conseguir créditos de organismos multilaterales o calibrar la política macroeconómica de manera consistente con el objetivo de incrementar de reservas internacionales del Banco Central.

“Al mismo tiempo, financiar un déficit primario de 4,5% del PIB implica aumentar significativamente la emisión monetaria en un contexto de claras presiones inflacionarias, algo que probablemente va a ser cuestionado por el FMI. El problema es que todo esto cierra con un menor déficit fiscal y una mayor tasa de devaluación, a contramano de los incentivos políticos en medio del año electoral”, afirmó Yarde Buller.

Por su parte, Martín Vauthier, director del Estudio EcoGo, consideró que por ahora las negociaciones son “una incógnita”. “Las últimas medidas que se fueron tomando, como el cierre de las exportaciones de maíz (que luego volvió hacia atrás), o las mayores restricciones en la operatoria en el mercado bursátil, o las restricciones a las importaciones de bienes finales, parecen apuntar más a administrar la escasez que a preparar el terreno para un acuerdo con el FMI”, comentó en diálogo con El Economista.

De acuerdo con Vauthier, preparar el terreno para un acuerdo con el organismo que dirige Kristalina Georgieva implica un programa económico fiscal, monetario y financiero consistente, que permita bajar el actual nivel del riesgo país, lo cual induzca a una baja en la brecha cambiaria y que el Banco Central vuelva a comprar reservas por montos significativos, en un contexto donde la economía pueda volver a crecer, más allá del rebote económico a causa de la reapertura de las actividades tras los cierres que se dieron durante la cuarentena.

Las señales que hemos visto no han sido positivas, y eso se ve reflejado en el riesgo país y en el precio de los bonos. Va a ser muy importante ver si se logra avanzar en un programa creíble y de una magnitud suficiente que logre revertir expectativas. Esto implicaría una corrección fiscal significativa para 2021, que elimine el financiamiento monetario, algún refuerzo en las reservas netas del Banco Central por parte de organismos multilaterales y también un cambio en el carácter de la gestión de la política. Es importante que esto aparezca y habrá que ver si es convalidado por la política, teniendo en cuenta que es un año electoral”, afirmó.

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