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Cómo se adaptan las organizaciones flexibles a la nueva normalidad

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13 agosto de 2020

Por Alejandro Desimone VP de Talento Humano de SURA Argentina

Estamos viviendo momentos sin precedentes. El aislamiento social decretado por el Gobierno para prevenir la propagación del Covid-19 puso a prueba la flexibilidad de todo el ecosistema empresarial. Habiendo transcurrido casi cinco meses, permitiendo que tanto las compañías como las personas se adapten a este contexto, aparece un nuevo desafío en el horizonte: la vuelta a las oficinas.

Si bien en algunas partes del país esto ya empieza a ser una realidad, la mayoría de las empresas aún no lo ha hecho, lo cual representa un gran reto, dado que las variaciones del entorno modificaron en gran medida las reglas del juego, incidiendo en la creación de valor y transformando la concepción misma del trabajo.

El principal desafío que tienen las empresas en este contexto es entender y adaptarse a la realidad de sus colaboradores, ya que cada individuo es un caso particular y tiene una historia de vida diferente. Esto plantea en las organizaciones un enfoque mucho más integrador del ser humano que tiene como propósito entenderlo de manera sistemática y multidimensional, reconociendo sus planos físico, mental, emocional, intelectual, social, ambiental, financiero y espiritual como parte de su vida. Incentivar en los empleados la gestión individual del equilibrio entre su vida y el trabajo, partiendo desde la confianza y la autonomía con responsabilidad, cobra un valor fundamental en la nueva normalidad que presenta la vuelta al trabajo.

A pesar de no ser una tendencia que nació con la pandemia, el contexto actual logró acentuarla. Hoy más que nunca las personas quieren ser reconocidas como individuos dentro de las organizaciones, valorando ser escuchadas y tenidas en cuenta. No pretenden ser tratadas como miembros de un grupo, sino como individuos que tienen rasgos de personalidad únicos que aportan competencias, talentos, formas de ver las cosas, actitudes, motivaciones y comportamientos que hacen la diferencia.

Esto no va en contra del trabajo en equipo y de la colaboración, sino todo lo contrario, ya que permite obtener resultados superiores. Estos aspectos cambian la concepción misma sobre lo que es trabajar, pasando a ser un medio para lograr un propósito en la vida.

Los trabajadores buscan un empleo que contribuya a su felicidad y en el que sientan que aportan valor a otros a partir de sus aptitudes. En este sentido, las organizaciones flexibles fueron las primeras en tomar nota de la situación y desarrollaron una mayor conciencia de cómo están las personas que trabajan allí, contando con una propuesta de valor al empleado holística, enfocada en los planos emocional, mental, físico y financiero. Las organizaciones flexibles son así más que la simple adaptación tecnológica del trabajo, sino que implican una nueva forma de hacerlo, donde el liderazgo y la toma de decisiones se distribuyen de forma horizontal en lugar de ser establecidas por una jerarquía.

Las mejores propuestas de valor son aquellas que trasciendan las fronteras de lo meramente económico, incluyendo también al plano de lo emocional, generando en su fuerza laborar una sensación de bienestar general que perdura en el tiempo. En momentos como este, donde se han tomado medidas extraordinarias para subsistir y hay que pensar formas para readaptarse a un nuevo funcionamiento, aquellas empresas que detecten las tendencias a tiempo estarán a la vanguardia y se adaptarán mejor al nuevo entorno.

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