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Formación de activos externos (“la fuga”): un clásico argentino

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02 junio de 2020

Por Juan I. Miguez

Si hay algo que caracterizó a todos los gobiernos de este milenio, en mayor o menor proporción, fue la formación de activos externos, conocido popularmente como “fuga de capitales”. Durante estos 20 años, ningún Gobierno logró que se ahorre en moneda local.

Recientemente, la Comisión Bicameral de Deuda (integrada por diputados y senadores) decidió investigar la “fuga” durante los años del expresidente Mauricio Macri en la Casa Rosada.

En ese período, en Argentina se “fugaron”, según la comisión, US$ 88.000 millones. Sin embargo, no solamente durante el macrismo existió ese proceso: durante los 12 años de kirchnerismo se atesoraron US$ 98.000 millones (US$ 15.000 durante la presidencia de Néstor Kirchner, US$ 70.000 durante la primera de Cristina Kirchner y, cepo mediante, US$ 12.000 millones durante la segunda presidencia).

Más allá que el nombre haga pensar que la fuga de capitales corresponde a la salida del país de divisas, no necesariamente es así. “Formación de activos externos” es el dato que informa el BCRA mensualmente en el Balance Cambiario a través del que, después, comunican la mal llamada “fuga”. Este dato representa simplemente todas las operaciones cambiarias destinadas al atesoramiento tanto de personas físicas como jurídicas. Es decir, las divisas que compran los ciudadanos y las empresas para ahorrar.

Estos dólares pueden o no abandonar el sistema financiero para entrar en la categoría de formación de activos externos, es decir, no importa el destino que se les otorgue. La persona o la empresa puede hacer lo que quiera: puede ponerlos en un plazo fijo en dólares, dejarlos en una caja de ahorro o guardarlos en una caja fuerte, no tiene importancia. Por ende, no es necesario que abandonen el sistema financiero para ser considerados FAE. Por ejemplo, si hoy una persona comprara los US$ 200 que vende el BCRA, ese monto se consideraría FAE, sin importar lo que se hiciera con el dinero.

Quedan excluidos de la FAE todas aquellas operaciones que tengan un objetivo comercial como ser importaciones y exportaciones, el pago de intereses de deuda y los giros de utilidades a casas matrices. Solamente se incluye aquella divisa destinada a atesoramiento por parte de empresas y personas físicas. Por ejemplo, la remisión de utilidades al exterior y los gastos de turismo en el exterior no entran en esta categoría, sino en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

El atesoramiento de dólares como moneda de ahorro no es nada nuevo en Argentina. Como consecuencia de nuestra trágica historia inflacionaria y devaluatoria, los argentinos hemos elegido el dólar como moneda de ahorro. Pero si a este se le suma la desconfianza que existe en la política y en el sistema bancario tras la crisis del 2001, muchos eligen guardar esos dólares en cajas de seguridad o “bajo el colchón”, fuera del alcance de las autoridades gubernamentales.

En dialogo con El Economista, Matías Surt de la consultora Invecq, lo primero que hace es aclarar que no existe el concepto de “fuga de capitales” como tal. “Antes que nada creo que es necesario aclarar algunos términos. No existe la fuga de capitales, o al menos, no existe como un concepto que defina a una determinada operación económica o financiera”, dice el economista, a lo que luego agrega: “Y esto no es un detalle semántico nada más. Gran parte de los problemas económicos de la Argentina tienen raíz por falta de comprensión real de los procesos económicos”.

Consultado sobre por qué cree la FAE no se detuvo durante los últimos 20 años, Surt declara: “Los argentinos hacen FAE porque no quieren ahorrar en pesos. No ahorran en pesos porque saben, mediante la constatación permanente, que no es una moneda que les permita mantener el valor real de sus tenencias a lo largo del tiempo. Hay una historia de desorden macroeconómico y licuaciones que genera incentivos a no permanecer en pesos. Revertir eso nos va a llevar décadas de orden macroeconómico e instituciones estables”.

Finalmente, sobre la mal llamada “fuga” que va a investigar la Comisión Bicameral de Deuda del Congreso durante la gestión de Macri, Surt comenta que fue similar a la del primer mandato de Cristina Kirchner. “La FAE durante la administración Macri alcanzó los US$ 88.736 millones, equivalentes a un 16,4% del PIB promedio de ese periodo. Son cifras similares a por ejemplo la primera presidencia de Cristina Kirchner. En ese periodo, la FAE llegó a acumular US$ 70.917 millones, equivalentes al 18% del PIB promedio de ese momento”, finaliza Surt. El problema no es el color político del gobernante sino el del billete.

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