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Moll (Ecolatina): “El atraso cambiario tienta, pero debemos evitarlo”

¿Qué pasará con la inflación, la deuda, el salario real y el dólar en los próximos meses? El economista y director de Ecolatina anticipa las proyecciones de las principales variables macro para 2020

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Alejandro Radonjic 17 enero de 2020

Entrevista a Federico Moll Economista y Director de Ecolatina Por Alejandro Radonjic

El Economista dialogó con Federico Moll (Ecolatina) sobre las proyecciones de la consultora para conocer su opinión sobre la evolución de las principales variables macro en 2020.

Ecolatina proyecta una inflación de 40% para 2020. ¿Hay posibilidades de que el número sea más bajo? Si bien ha venido pasando lo opuesto (el número final termina siendo superior a aquel que se avizora a comienzos de año), parece que el Gobierno está dispuesto a “jugar fuerte” para calmar, aunque sea artificialmente, la inflación. Me refiero a los congelamientos de los regulados (incluyendo el dólar), el fin de las “cláusulas gatillo” (y otros mecanismos de indexación) y el hecho de que las paritarias puedan evitar buscar recuperar lo perdido en 2018-2019. En suma, ¿no podremos tener una inflación más cerca de 30%?

Desde hace varios años que el proceso inflacionario muestra una dinámica tan rara respecto a lo que sucede en el resto del mundo como común a los ojos de nuestra Historia: está determinado por la evolución de los salarios, el tipo de cambio y las tarifas. Analizar el proceso desde este marco nos permite ver que el Gobierno cuenta con más herramientas respecto al anterior para reducir la inflación lentamente. Por un lado, el cepo le da control sobre la evolución del tipo de cambio formal y, por ahora, mantiene una buena relación con los sindicatos lo que permitiría pactar aumentos salariales que desde lo nominal sean algo menores a los actuales (hoy los salarios crecen entre 40 y 45% anual). Desde esta óptica puede entenderse las declaraciones tanto del Presidente (“no hagan pedidos desmedidos”) y de algunos sindicalistas acerca del número a partir del cual empezarán la discusión salarial de este año. No es normal que después de haber perdido casi 20% del salario real en los últimos años los sindicatos no estén hablando de recuperar parte de lo perdido y de aumentos nominales similares a la inflación pasada. Pero de la misma forma que tiene poderosas herramientas a disposición también tiene un panorama fiscal complejo que no le dará margen para atrasar tarifas por mucho tiempo más y, al mismo tiempo, muestra una política monetaria que actúa como si la brecha cambiaria no impactara negativamente en el resto de las variables macroeconómicas. Hemos visto que, si bien los tipos de cambio paralelos son mucho menos relevantes que el oficial, sí tienen un impacto en la inflación, más en contextos en los que hay controles para acceder al mercado cambiario en búsqueda de dólares para pagar importaciones. El mejor escenario posible es uno en el que salarios y tipo de cambio se mueven a una velocidad parecida y cada vez más baja y la política monetaria no es muy expansiva, controlando la brecha en el proceso. Dudo que los sindicatos pacten aumentos anuales de 30% por lo que si se llega a ese número será usando al tipo de cambio como ancla, lo cual sería un error muy grande porque bajar la inflación acumulando desequilibrios (significativa apreciación cambiaria) es una estrategia extremadamente cortoplacista.

El gran parteaguas del 2020 parece ser la negociación de la deuda soberana. Si “sale bien”, hay un escenario y si “sale mal”, el escenario cambia por completo. Es difícil proyectar cómo saldrá eso, dado que hay información limitad sobre la propuesta de Argentina y, también, la respuesta de los acreedores. ¿Tienen un escenario base en Ecolatina?

Definitivamente el contexto macro dependerá fuertemente del resultado de la negociación de la deuda. Si esta logra reducir los compromisos de deuda de los próximos años el Gobierno contará con mayor margen en varios frentes. Por un lado despejar las dudas relacionadas a la necesidad de dólares futura reducirá la incertidumbre y la presión cambiaria al mismo tiempo que podría aumentar la demanda de pesos ayudando a reducir la inflación en el proceso. Por otro lado, si se reducen los servicios de deuda de los próximos años no se necesitará un superávit comercial tan abultado, lo cual generaría espacio para aumentar las importaciones y el nivel de actividad, mejorando la realidad social y política del Gobierno. Creemos que se logrará un alivio en los servicios de deuda de los próximos años. Para los bonos ley local la quita será más agresiva que para aquellos bajo ley extranjera, al mismo tiempo que es factible que los bonos en pesos se cubran con nuevo endeudamiento en esa moneda.

¿Qué proyección hacen para el salario real en 2020?

La situación actual es compleja. El 2019 cerró, según nuestras estimaciones, con un salario real cayendo 5% (8% promedio anual). Dar vuelta ese rojo no va a ser fácil y no vemos un salario creciendo hasta los últimos meses del 2020, con lo cual se van a acumular 33 meses de continua caída (no hay registros de tantos meses consecutivos en rojo). El salario real no se determina en una mesa de negociación entre sindicatos y empresas, sino que es función de otras variables que están fuera del control de estos grupos. En un contexto de nulas ganancias de productividad la única forma de mejorar el salario real será atrasando el tipo de cambio real. Nuevamente aparece la tentación de apreciar el tipo de cambio real, la cual parece ser la llave para destrabar el estancamiento actual, al menos por un par de meses. Si, como creemos, el gobierno no toma este camino el panorama se vuelve complicado desde lo social y por lo tanto desde lo político. Si no hay resultados visibles (crecimiento del salario real y del empleo) en el corto plazo es factible que el apoyo popular con el que cuenta el actual gobierno comience a caer y con él su unidad interna.

¿Qué proyección tienen para el PIB del 2020?

Si bien el ajuste fiscal no fue homogéneo entre las distintas clases sociales, no hay ningún grupo que se haya visto beneficiado por el paquete de medidas. Los jubilados que cobran la mínima tendrán un bono que no compensará ni cerca la falta de ajuste en marzo si es que este congelamiento se confirma. Misma situación para los beneficiarios de la AUH. Al mismo tiempo, la vuelta de IVA a los productos de primera necesidad tendrá un impacto en precios lo cual afectará a los sectores más vulnerables. La tarjeta alimentaria parece tener un objetivo más comunicacional que real, si quisieran aumentar el consumo de los beneficiarios de la AUH simplemente aumentarían el haber. El consumo difícilmente traccione en los próximos meses. Por el lado de la inversión no podemos esperar absolutamente nada. Las empresas que actualmente están activas tienen una capacidad instalada muy baja mientras que no esperamos que en un contexto de tanta incertidumbre alguna empresa abra sus puertas. Las exportaciones venían creciendo a un ritmo elevado durante los últimos trimestres, pero las retenciones, la incertidumbre y la brecha cambiaria (la diferencia entre vender dólar MEP y un dólar recibido por exportación llega a 27%) amenazan con romper la tendencia. Hay que sumar una variable más, los controles a las importaciones. La cantidad de posiciones arancelarias con licencias no automáticas pasó del 15% del total de posiciones importadas a casi 20%. Ya hemos visto en el periodo 2012-2015 que un control férreo y “humano” de las importaciones complica la producción e incrementa el costo financiero de las empresas. Si bien desde el Gobierno dicen que esta vez será diferente la carga de la prueba está de su lado, deberán demostrar con hechos que las restricciones no complicarán la producción. En este marco esperamos que, si la negociación de la deuda es exitosa y el gobierno no incurre en una apreciación cambiaria significativa, durante 2020 la actividad caiga 1,6%, encontrando un piso durante el segundo trimestre y comenzando a crecer lentamente durante los últimos meses del año.

Por último, ¿qué piensan que pasará con el dólar oficial? Está virtualmente “clavado” en $60 desde octubre pasado y la intención parece ser que vaya detrás de la inflación. Es decir, se atrase en términos reales. ¿Se podrá hacer eso o hay riesgos de que se escape?

La política cambiaria que siga el Gobierno será la señal que nos marque si estamos yendo por un camino que ya conocemos y que no es sostenible (2012-2015) o por un esquema más racional que priorice el superávit fiscal junto con un resultado externo equilibrado. La elección, en la medida que la negociación de la deuda sea exitosa, es del Gobierno porque no hay fuentes de demanda de dólares por el canal oficial que sean potencialmente desestabilizantes. Por un lado, las importaciones no se moverán demasiado sin dinamismo en la actividad (el cual marcamos que sólo aparecerá si se atrasa el tipo de cambio real) y además, estarán algo más controladas. Por su parte, la compra de dólares para atesoramiento no es significativa y actualmente no hay incentivos para comprar en este mercado existiendo opciones legales (dólar MEP) e ilegales (dólar blue) más baratas. Por último, las empresas no tienen acceso a este mercado. Tomar el camino de la apreciación cambiaria puede ser tentador en un momento social y políticamente tan complejo, pero para salir del estancamiento en el que vivimos desde hace casi una década debemos evitarlo.

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