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Detrás de la cifra de pobreza

¿Qué puede llegar a venir en la próxima medición? Los precios no dejaron de aumentar, no hay nada que nos permita pensar que la situación del mercado de trabajo mejorará (y la informalidad laboral está subiendo fuertemente) y no hay vestigios de recuperación de la actividad.

29 marzo de 2019

Por Jorge Paz 

¿Qué significa 32% de población con ingresos por debajo del valor de una canasta básica de bienes? Significa que uno de cada 3 argentinos tiene problemas para alimentarse adecuadamente, para poder trasladarse a su lugar de trabajo si es que trabaja, o para buscar trabajo si no lo hace, para pagar la luz, el gas, para comprar ropa, zapatos o financiar la educación y la salud de sus hijas e hijos, en el caso de ser una persona adulta. No estamos hablando de lujos. Son bienes, que, como su nombre lo indica, son básicos para el funcionamiento biológico y social de una persona.

El 32% de pobreza significa también que somos ahora más pobres que antes. En 2017, ese valor era del 25%. Por eso, en la Argentina de hoy, 3 millones de personas más tienen los problemas que listábamos en el párrafo anterior. Y que, si hacemos una cuenta simple, llegamos a la cifra que cuesta admitir y asumir: 14 millones de personas en situación de crisis de supervivencia.

Las cifras anteriores adquieren aún más dramatismo si se tiene en cuenta que el 47% de las niñas y los niños menores de 15 años de Argentina viven en hogares que no cuentan con los ingresos necesarios para adquirir la canasta básica de bienes. Esas niños y niños deberán crecer y desarrollarse en la pobreza y lo más probable es que ya en su etapa adulta formen hogares pobres y que reproduzcan la situación de carencias y privaciones que tuvieron en su infancia.

Si se evalúa la situación de la pobreza en la niñez hay dos cosas que llaman la atención: a) el 36% de la población pobre del país son niñas y niños (siendo que las niñas y niños representan el 25% de la población total), y b) la pobreza extrema o indigencia en ese grupo de edad aumentó un 43% en el último año, pasando del 8% al 11%. Esto advierte que la protección provista por la Asignación Universal por Hijo unos meses atrás se va debilitando, y que está siendo superada por la inflación que deteriora de manera continua el poder adquisitivo de los ingresos de la población más vulnerable.

Las causas

La pobreza por ingresos obedece a dos causas fácilmente identificables: a) al valor de la canasta básica que fija el umbral o “línea de pobreza”, y b) a los ingresos de la población. En este sentido, entender un aumento de la pobreza implica entender que está por detrás de estos dos componentes.

El valor de la canasta depende crucialmente de los precios de los bienes que la componen. En este sentido, la inflación ha alterado el valor de la canasta de manera notable en los últimos meses en la Argentina. Solo para formarse una idea de lo que pasó tengamos en cuenta que el valor de la canasta aumentó entre un 55% y un 57% entre 2017 y 2018. Para que la pobreza no se haya movido, los ingresos nominales de la población (jubilaciones, beneficios de la asignación Universal por Hijo, salarios, etcétera), deberían haber aumentado a ese ritmo, y eso claramente no sucedió.

Pero, la magnitud del aumento de la pobreza tiene que ver con el desfasaje entre el valor de la canasta y el valor de los ingresos de la población. Nótese que un aumento tan fuerte de la pobreza sugiere que había una gran cantidad de personas cuyos ingresos se encontraban muy cerca de la línea. Esa población, correctamente llamada “vulnerable”, perfora el umbral y se convierte en pobre.

Si el análisis se lleva aún más al fondo nos encontramos con factores que tienen que ver con salarios bajos: informalidad laboral, subempleo, desocupación e inestabilidad laboral (contratos a término, por ejemplo). Nos encontramos con un conjunto importante de población de personas mayores que viven con haberes jubilatorios escasos y con unos ingresos que provienen de la ayuda que cada vez son más débiles para lograr la protección buscada por el Estado.

Prospectiva

Es necesario ubicarse en el momento al cual se refiere la medición. Las últimas cifras de pobreza se refieren a la segunda mitad de año pasado (2018). Para imaginar lo que puede llegar a venir en la próxima medición hay que mirar las variables a las que hicimos mención en los párrafos anteriores. Los precios no sólo no dejaron de aumentar, sino que crecieron más que el año pasado. La inflación de febrero de 2018 fue del 2,4%, mientras que la de febrero de 2019 fue del 3,8%, esto es, un 58% más alta que la de igual período del año pasado. No hay nada que nos permita pensar que la situación del mercado de trabajo mejorará. La informalidad laboral está subiendo fuertemente, y la tasa de desempleo alcanza un nivel estable en torno al 9% que resulta difícil de revertir ante la actual coyuntura económica. No hay vestigios de recuperación de la actividad macro medida por el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que se situó 5,7 puntos por debajo que la de igual período de 2018.

Se puede agregar a esto lo siguiente. Cuando los hogares implementen mecanismos de recuperación de ingresos tales como salida al mercado laboral de trabajadores secundarios, principalmente estudiantes, puede que empeore la situación del mercado de trabajo (aumento del desempleo), los ingresos de la población ocupada, los aportes que el trabajo registrado hace a la seguridad social y, en consecuencia, el financiamiento de los sectores de la población que son financiados con estos fondos.

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