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Deuda y precios generan dudas sobre el futuro del crecimiento

Los analistas tienen incertidumbres de largo plazo por el rojo de cuenta corriente y la potencial aceleración inflacionaria para el cierre del año agrega ruidos

10 octubre de 2017

Por Mariano Cúparo Ortiz

El tercer trimestre está cursado y todo parece indicar que se va a confirmar la sostenida recuperación económica. Por un lado, la baja base de comparación pone un poco de contexto para calmar optimismos exagerados pero, por otro, el acceso fluido a financiamiento parece garantizar que por primera vez en muchos años se verá un bienio consecutivo de crecimiento. Aun así, el programa económico genera dudas respecto a cuán sostenible es a largo plazo, por la necesidad de endeudamiento que parece traer consigo.

La entrevista que le dio ayer Domingo Cavallo al diario El País dejó polvareda. El ex ministro de Economía insistió en que el plan económico actual tiene reminiscencias con el de su gestión, caracterizado justamente por una alta necesidad de conseguir dólares (en aquel caso vía privatizaciones primero y deuda después) para sostener los crecientes rojos de cuenta corriente.

Para colmo, la aceleración inflacionaria que según los privados se habría dado en septiembre y que continuaría en el último trimestre del año, de la mano de los ajustes de tarifas, le pondría algunos frenos al crecimiento de corto plazo, por la vía de un salario real que podría verse resentido.

El flanco externo

El economista jefe de Management & Fit, Matías Carugati, explicó a El Economista: “Creo que hay un consenso de que este modelo tiene un flanco débil que es la pata externa. La política económica implica que vamos a mantener un déficit de cuenta corriente por varios años y eso tiene que ser financiado y obviamente va a ser financiado vía endeudamiento, algo de IED y no mucho más. En cuanto cambien las condiciones financieras internacionales, Argentina va a quedar expuesta porque depende del capital extranjero para financiar esta transición”.

Algo similar expresó el economista jefe de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina, quien destacó en primer lugar que, si bien al sacar los efectos de base de comparación se lo ve moderado, lo importante hasta acá es que se registró un crecimiento. Pero alertó que “la clave es que sea sostenible en el tiempo. Y ahí un dato que preocupa es el de las exportaciones, que no reaccionan mucho mientras que por otro lado las importaciones sí están creciendo y de hecho se duplicó el déficit de cuenta corriente en un año”.

Y definió: “Esto te hace dependiente del endeudamiento, que es una variable que no podés controlar. Y, si bien puede salir bien, cualquier sacudón internacional, como algún conflicto bélico o una crisis financiera, te agarra con 4% de déficit de cuenta corriente. Ahí puede aparecer la restricción externa”.

Carugati describió el posible escenario de riesgo: “Si llegase a aparecer uno de estos cisnes negros que alteran el escenario global, ahí el ajuste de cuenta corriente va a tener que ser más rápido de lo anticipado por el Gobierno, esto implica un tipo de cambio más alto, un poco más de recesión para comprimir importaciones. Este es el escenario base. La apuesta del Gobierno es que no va a ocurrir tal evento”. Y además afirmó que la clave es reducir el déficit fiscal, ya que desde su punto de vista eso es lo que explica en gran parte el rojo de cuenta corriente. Es decir que la solución al problema será que el Gobierno, dentro de las restricciones que ejerce la política, acelere el ajuste fiscal.

Cuentas rojas

Acá la apuesta es clara: el endeudamiento tiene que generar capacidades para su repago, ya sea generando inversiones para un salto productivo que genere mayores exportaciones o ahorre divisas achicando las importaciones.

En ese sentido, el director de PxQ y ex viceministro de Economía, Emmanuel Alvarez Agis, consultado por El Economista, calculó que el déficit de divisas tiene un nivel estructural de alrededor de US$ 25.000 millones.

Lo explicó: “Tenés US$ 15.000 M de rojo en cuenta corriente. Otros US$ 15.000 M que te suma la formación de activos externos por personas y bancos. Ya son US$ 30.000 millones de salidas. Y de ingresos tenés US$ 2.000 M por IED, US$ 5.000 M de inversión de portafolio y US$ 10.000 M por préstamos a privados. Son US$ 17.000 M. Así que tenés un déficit estructural de US$ 13.000 M. Y a eso le tenés que sumar los vencimientos de deuda, que te agregan unos US$ 5.000 M en años pares como el que viene, y lo que crezcan las importaciones, que no llegaron a su tope. Esa es la necesidad de financiamiento. Esa cuenta no cierra”.

Sin embargo, Alvarez Agis considera que el año que viene no será problemático en ese sentido ya que, si Argentina logra ser considerada economía emergente por las calificadoras de riesgo, podría darse “un boom de financiamiento a los privados”, que podría llegar a generar un ingreso de US$ 10.000 M extra. “Pero eso no se puede dar todos los años. De la misma manera que el Estado no se puede endeudar todos los años, el sector privado tampoco. Las empresas te emiten un bono una vez y después no te emiten más. No veo que sea un flujo continuo. El único flujo continuo puede venir del lado de las exportaciones. Y las exportaciones tienen un panorama muy desalentador, el déficit comercial ingresa a una zona preocupante y no creo que haya un gran cambio productivo si sólo las empresas de la cúpula acceden a la bolsa y a la euforia financiera”, explicó.

Inflación y salario

Esos son los nubarrones que aparecen en el horizonte. En el cortísimo plazo aporta algunas pequeñas nubes oscuras la aceleración inflacionaria que los privados esperan que el Indec confirme con el IPC Nacional que publicará este jueves. Y que sólo sería la entrada a un último trimestre del año con aceleración de la mano de la corrección en precios de

naftas, gas y electricidad. El impacto sobre un salario real en recuperación podría moderar el crecimiento.

Carugati afirmó: “Los datos de las consultoras nos ponen en alerta. Si se confirma que aceleró, genera ruido. Y puede tener un impacto a corto plazo sobre el consumo vía menores ingresos reales. Pero no creo que tanto. Y además después se compensaría porque las paritarias tienen cláusulas gatillo por lo cual va a haber alguna recomposición. Y los planes sociales y jubilaciones están ligadas a la movilidad”.

Alvarez Agis consideró que la aceleración para el cierre del año “puede interrumpir la tendencia del crecimiento, ya que está explicada en su mayor parte por la mejora en el salario real, porque todos los aumentos de precios estuvieron retrasados por lo electoral”.

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