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Las miradas puestas en la cumbre del 28 y 29

Los líderes europeos definen el futuro.

22 junio de 2012

De los ochenta y cinco puntos que contiene la Declaración Final del G20, el undécimo es el que se refiere de manera específica a Europa y el que delinea de manera más clara lo que podría ser la nueva hoja de ruta de la eurozona. “En un contexto de renovadas tensiones en los mercados, los miembros de la Zona Euro que pertenecen al G20 tomarán todas las medidas necesarias para salvaguardar la integridad y la estabilidad de la zona, mejorar el funcionamiento de los mercados financieros y romper la retroalimentación entre los soberanos y los bancos (?) La adopción del Pacto Fiscal y su aplicación en curso, en combinación con políticas para promover el crecimiento, reformas estructurales y medidas para promover la estabilidad financiera, constituyen avances importantes hacia una mayor integración fiscal y económica que llevarán a costos financieros sostenibles. La creación inminente del Mecanismo Europeo de Estabilidad es un apuntalamiento sustancial de los cortafuegos europeos. Apoyamos plenamente las acciones de la Zona Euro para avanzar con objeto de completar la Unión Económica y Monetaria. Con este propósito, respaldamos la intención de considerar pasos concretos hacia una arquitectura financiera más integrada que abarque la supervisión, la resolución y la recapitalización bancaria, así como al aseguramiento de los depósitos. Los miembros de la zona euro fomentarán los ajustes al interior de la zona mediante reformas estructurales que fortalezcan la competitividad en los países deficitarios y promuevan la demanda y el crecimiento en los países superavitarios”.

Pero más allá de lo ambicioso de esta propuesta y de que está claro el espíritu y la dirección planteada (mayor integración política, económica y financiera, por un lado y, por el otro, mayor impulso al crecimiento), hay muchas respuestas sin saldarse. “El G20 se ha pronunciado a favor de las medidas que salvaguarden la integridad y la estabilidad de la Eurozona, pero de su declaración final no se desprende ninguna acción concreta en línea con solucionar los problemas de la región”, dice un informe de la Fundación Mediterránea.

Hay más preguntas que respuestas: ¿Habrá eurobonos? ¿Se relajarán los ajustes fiscales demandados en los países periféricos, como pide Grecia y otros? ¿Cómo harán los países superavitarios, entre los que sobresale Alemania, para achicar sus desequilibrios con sus socios? ¿Se avanzará hacia una unión bancaria? ¿Abrirá el Banco Central Europeo (BCE) el grifo de financiamiento ilimitado? ¿Qué funciones y capitalización tendrá el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que aún no fue ratificado por Alemania, su principal financista?

Los rumores sobre el plan de acción son muchos, pero no hay nada concreto por ahora y probablemente no habrá novedades hasta la reunión de los jefes de Estado de la Unión Europea (UE), que se realizará el 28 y 29 de este mes en Bruselas. Todo indica que una Alemania cada vez más presionada por sus principales socios (Francia, Italia y España) terminará cediendo en algunos puntos, como ha venido haciendo en los últimos tres años (a una velocidad menor de la deseada y, a menudo, con el énfasis equivocado, según los analistas). La duda que hay en los mercados es en qué puntos cederá, es decir, cuál será la hoja de ruta que propondrá (en definitiva, el acuerdo que se labre en Bruselas estará cimentado en lo que Alemania esté dispuesta a ceder) y, más importante aún, qué efectos tendrá eso sobre la crisis de la eurozona, que se agrava día tras día.

(De la edición impresa)

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