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Análisis

Nuevo PRO

¿Habrá sido Milei finalmente la consecuencia de aquella reforma? ¿El candidato del Partido de la Sociedad Civil que termina de jubilar definitivamente a la clase política profesional, fortuita o quizás deliberadamente, herida por el Pacto de Olivos?

Mauricio Macri
Mauricio Macri
Daniel Montoya 07 agosto de 2024

Noche clara. Silencio atronador. Graciosa torpeza, in memoriam Jorge Luis Borges. En cierta forma, que el lanzamiento del nuevo PRO lo liderara un viejo lobo de mar como Mauricio Macri, me disparó en el acto aquella ambigua figura literaria, el oxímoron. Tampoco debería sorprender. La debacle de quedarse afuera de un ballotage en 2023, desnudó la debilidad de origen partidaria: la imposibilidad de ser competitivos sin el apellido del fundador en la boleta. Por si queda alguna duda, el actual jefe de gobierno porteño se llama Jorge Macri, alias "el primo".

Por cierto, una flaqueza que el peronismo, aún en su fase de concentrado liderazgo kirchnerista, no tuvo. Para evidencia, sobra el ejemplo del proceso electoral 2015, encabezado por un Daniel Scioli que arañó la presidencia en la segunda vuelta. Por otro lado, Sergio Massa estuvo a tres puntos de ganar en la primera vuelta en 2023 y, aún perdiendo en el segundo turno, ello no impidió la reelección previa de Axel Kicillof como gobernador de la provincia de Buenos Aires. En definitiva, el futuro peronista no tiene porqué ser K.

En tal sentido, y a diferencia de un peronismo con las manos libres dónde Cristina Kirchner va quedando reducida a una intensa y nostálgica feligresía, el PRO tiene que apostar al débil hilo de Ariadna de un Mauricio Macri tan anclado en el pasado como ella pero, con un inmenso agravante adicional: un electorado aspirado por un Javier Milei que se apropió de la bandera del cambio y que, de no cumplir sus objetivos mínimos o, en el extremo, de fracasar, le infligirá un serio daño a los suscriptores del Pacto de Acasusso y socios militantes de la Ley Bases.

¿Un perjuicio terminal? Depende. Partamos de esta base: la expansión del PRO allende la ciudad de Buenos Aires, está apoyada sobre la vidriera de la gran capital cosmopolita. Desde este poderoso enclave, Mauricio Macri irradió su gestión porteña hacia partidos del AMBA como Quilmes, Lanús, Tres de Febrero, Vicente López, La Plata, Pilar, Morón, Capitán Sarmiento y San Isidro, entre otros. La nacionalización es otra historia y tiene que ver con el gran accidente de la Resolución 125 de 2008. Gracias Martín Lousteau, caja de empleados.

Libertador, la muralla china del PRO

El mundo actual no invita a soñar con el par mágico de alto crecimiento con baja inflación experimentado por Argentina entre 1991 y 1994 en tiempos de Menem o, entre 2003 y 2007, en la ya lejana época de Néstor Kirchner. Siendo así,¡ojalá que no!, resulta improbable que Milei desde la Nación adquiera la fortaleza para aventurarse en la penetración territorial profunda en un distrito dónde, si bien hoy su base electoral está solapada con la del PRO, igual la fuerza macrista tiene una poderosa muralla china ya fidelizada en varias elecciones.

En particular, en las comunas contiguas a la Avenida del Libertador con límite en el Río de la Plata, la fuerza macrista acumuló una serie de victorias que van de un piso electoral de casi 50% hasta un pico de 70% para la elección de 2019 dónde fueron integrados con el radicalismo. Más aún, ese cordón formado por Retiro, Recoleta, Palermo, Belgrano, Nuñez, Coghlan y Villa Urquiza, hasta resistió en 2015 el embate de una Kamchatka que, desde el eje opositor de la Avenida Rivadavia, casi le arrebata la CABA al PRO con Lousteau a la cabeza.

En ese aspecto, cabe plantearse en que medida una moda, aún con poco millaje, podría sustituir una marca política local consolidada que, hasta hoy al menos, funciona con la identidad típica de un partido conservador: representación de sectores sociales de ingresos medios altos para arriba que ponderan una narrativa de orden, justicia y de respeto por las instituciones. En ese plano, La Libertad Avanza y Milei en particular parecen, hasta al presente, demasiado turbulentos, inorgánicos y plebeyos para un típico standard conservador.

En una palabra, que dos astros puedan cruzarse ocasionalmente en el espacio, no necesariamente implica que tengan la misma trayectoria. Esta apreciación vale especialmente en un tablero político dónde opera un esquema de ballotage que, por naturaleza, está sesgado al recambio del Príncipe y, por ello, pone a prueba la capacidad de los partidos de cuidar su núcleo duro pero, en el turno siguiente, de expandirse sobre el eje rival. 

Hasta hoy, Macri y sus sucesores demostraron la capacidad de hacerlo, así como Lousteau sin coronar desde Kamchatka.

Les grité con el corazón 

A esta altura, están bastante identificados los motores que sostienen la experiencia política de Milei y sabemos que son jóvenes, sectores de altos ingresos al igual que bajos y que, en especial, habitan en la Región Centro y provincias del norte con núcleos religiosos conservadores. En un mismo plano, conocemos a los caídos que ocasionalmente serán recogidos por la ambulancia de una nueva configuración política con la capacidad de atraer sectores medios urbanos residentes en el área metropolitana.

En cierto modo, podemos decir que son los conglomerados electorales que motorizaron la alternancia de las dos últimas décadas, uno apoyado sobre sectores medios bajos y bajos, progres y pobres en el caso del kirchnerismo, así como medios altos y altos para el macrismo o, mejor dicho, la muralla china PRO de Avenida del Libertador y sus extensiones en el conurbano bonaerense. 

Alrededor del hartazgo de ambos, creció Milei en la elección de 2023 pero, aún no está por verse si, además de gritarles con el corazón, puede llenarles el bolsillo.

En ese terreno, es dónde se erige el lanzamiento del oxímoron Nuevo PRO de Macri y, lo mismo vale, para la eventual "nueva partitura", ¿se animará a tocarla sin el permiso de su madrina política?, que logre elaborar Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Aún con la pesada derrota a cuestas, ambas fuerzas ambeñas derrotadas en las elecciones del año pasado, necesitan recomponerse a la velocidad que las encuestas empiezan a mostrar las primeras señales de fatiga de un Milei concentrado 7x24 en la "batalla cultural".

Hablando de guerra, para el Nuevo PRO la historia hoy transcurre de lleno en ese plano defensivo. Cómo en aquél clásico protagonizado por Sean Connery, "A la caza del Octubre Rojo", para Macri se trata de embestir el misil Milei antes que éste adquiera su máximo poder destructivo. En este plano, el nuevo presidente del PRO, tiene que liderar la operación de salvación de la razón de ser de su partido: el control del artificio territorial que introdujo Raúl Alfonsín en la Reforma Constitucional de 1994 que, después de tres décadas, ya podemos decir que asegura la alternancia nacional permanente pero, en simultáneo, la debilidad crónica del Príncipe de turno. 

¿Habrá sido Milei finalmente la consecuencia de aquella reforma? ¿El candidato del Partido de la Sociedad Civil que termina de jubilar definitivamente a la clase política profesional fortuita o, quizás, deliberadamente herida por el Pacto de Olivos? 

Ampliaremos.

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