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Historia

La relación con el dinero de Yrigoyen a Perón y otras grandes personalidades del Siglo XX

Otálora se sumerge en la relación entre los políticos más destacados del siglo XX y su patrimonio. Apellidos, herencias, vínculos, cargos y negociados influyeron en sus fortunas y la historia nacional.

Mariano Otárola, autor de "Guita con historia. La relación con el dinero de Yrigoyen a Perón y otras grandes personalidades del siglo XX"
Mariano Otárola, autor de "Guita con historia. La relación con el dinero de Yrigoyen a Perón y otras grandes personalidades del siglo XX"
29 agosto de 2024

¿Cómo lograron los Uriburu controlar Salta y luego el país entero? ¿Por qué Carlos Pellegrini, hijo de un retratista de la élite porteña, llegó a presidente del exclusivo Jockey Club? ¿Cómo pasó Hipólito Yrigoyen de comisario a terrateniente y de ahí a presidente de la nación? ¿Es cierto que Marcelo T. de Alvear dilapidó toda su herencia "conquistando" a su futura esposa en lugar de financiar a su partido? ¿Utilizó Lisandro de la Torre, "fiscal de la patria", su influencia en el Congreso para obtener créditos bancarios ventajosos? ¿Quién tenía más dinero, Eva o Juan Domingo Perón? ¿Fue Juan Duarte, el hermano de Evita, testaferro del presidente?

Luego de "Los próceres y el dinero", Mariano Otálora se sumerge en la relación entre los políticos más destacados del Siglo XX, de Yrigoyen a Perón, y su patrimonio. En "Guita con historia. La relación con el dinero de Yrigoyen a Perón y otras grandes personalidades del siglo XX" (Sudamericana, 2024), narra cómo apellidos, herencias, vínculos, cargos políticos y negociados influyeron en sus fortunas y marcaron la historia nacional. El libro llega a las librerías este fin de semana.

Otálora (Buenos Aires, 1979) es licenciado en Administración de Empresas con especialización en Planificación Financiera Personal y Mercado de Capitales. Es director ejecutivo de la Escuela Argentina de Finanzas Personales y director periodístico de la revista Cultura Invest y del portal web mundodinero.com.ar. 

Otarola
 Mariano Otálora, autor de "Los próceres y el dinero"

A continuación, un fragmento exclusivo del capítulo 9, dedicado a Juan Perón.

 

Alberto Dodero era uno de los hombres más ricos de la Argentina. De origen uruguayo, como empresario naviero de escala mundial (comparable con Aristóteles Onassis) tenía una de las flotas más importantes de América del Sur. Cuando Perón subió al gobierno lo llamó personalmente por considerarlo un buen consejero económico, alguien con quien debatir el rumbo de la economía nacional.

Perón entendía que era necesario mejorar las condiciones del comercio exterior de la Argentina, y para eso el país necesitaba contar con barcos propios e independizarse de los ingleses, que fijaban el precio según su conveniencia. 

Le encargó esta tarea a aquel empresario, y en 1949 la compañía naviera Dodero fue estatizada (de común acuerdo) para pasar a llamarse Dirección Nacional de la Flota Dodero y, en 1951, Flota Argentina de Navegación de Ultramar (FANU).

Para aquel momento Dodero se había convertido en un íntimo colaborador de Evita, con quien incluso compartía muchos fines de semana jugando al rummy. También fue clave como organizador y promotor del viaje de Eva a Europa en 1947, así como un gran benefactor de la Fundación Eva Perón.

Juan Domingo y Eva Perón
Juan Domingo y Eva Perón

Esa estrecha relación personal entre ambos posiblemente se haya sostenido en un beneficio mutuo: el empresario aportaba dinero e influencia mientras Eva le daba una llegada incomparable en el gobierno y la posibilidad de importantes negocios.

Cuando Alberto Dodero murió en 1951, para sorpresa de muchos había dejado en su testamento varias propiedades importantes para Evita: un edificio de ocho pisos en la calle Gelly y Obes 2287 en la ciudad de Buenos Aires, una residencia en Montevideo ubicada en Boulevard Artigas n.o 166 en Uruguay y otra residencia (Villa Black Panther) en Biarritz.

También le dejó un anillo de brillantes valuado en un millón de pesos, el diez por ciento de la renta que produjera su hotel Victoria Plaza Hotel de Montevideo y acciones de la Compañía Territorial Victoria, empresa dedicada a negocios inmobiliarios en Uruguay.

Sobre la razón de semejantes obsequios podemos hacer diversas conjeturas. Una posibilidad es que fueran una suerte de pago por los negocios y favores facilitados durante aquellos años; también es posible que fueran donaciones realmente destinadas para la Fundación Eva Perón (que recibía financiamiento de diversas maneras, incluyendo donaciones de particulares). Sea en uno u otro caso, no resulta claro la causa efectiva de tal legado testamentario.

"Guita con Historia"
"Guita con Historia", de Mariano Otárola

Ibarguren versus Perón

El 26 de julio de 1952, con tan solo 33 años, falleció Eva Perón de cáncer de útero. Si bien su muerte fue un acontecimiento público y masivo con dieciséis días de funerales de Estado y duelo nacional, también conllevó una dimensión personal y legal. Y como suele suceder en estos casos, un conflicto familiar.

Pese a saber que estaba en sus días finales, Evita murió sin dejar un testamento formal debidamente firmado y certificado por escribanía, por lo que la ley de sucesión determinaba dos herederos forzosos a dividirse su patrimonio en partes iguales: su viudo Juan Domingo Perón y su madre Juana Ibarguren.

En el patrimonio figuraban sus famosas joyas y vestidos, pero sobre todo los derechos de autor de su obra "La razón de mi vida", un auténtico best seller durante aquella época.

Poco tiempo después de finalizados los funerales y al momento de iniciarse el juicio sucesorio, Perón presentó en la justicia una documentación como suerte de testamento que habría escrito Eva un mes antes de su muerte. En aquella hoja, de puño y letra en hoja membretada con su caligrafía fácilmente reconocible, Evita escribió lo que sentía por Perón y por los Descamisados. 

Sin embargo, este documento fue rechazado inicialmente por la familia de la difunta en el juicio sucesorio, quien señalaba que no era el espíritu de aquel texto el cumplir la función de testamento.

La nota decía así:

Buenos Aires, 29 de junio

Quiero vivir eternamente con Perón y con mi pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y es por lo tanto mi última voluntad.

Donde esté Perón y donde estén mis Descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlo con todas las fuerzas de mi vida y con todo el fanatismo que me quema el alma. 

Si Dios lo llevase del mundo a Perón, yo me iría con él, porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se quedaría con mis Descamisados, con mis Mujeres, con mis Obreros.

Claramente en este manuscrito no se habla de propiedades ni de bienes. Sin embargo, Perón adjuntaba un agregado escrito a máquina en el que contenían estos dos párrafos:

Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón, como representante soberano y único del pueblo. Yo considero que mis bienes son patrimonio del pueblo, y que todos mis derechos, como autora de La razón de mi vida y de Mi mensaje cuando se publique, sean también considerados como propiedad absoluta de Perón y del pueblo argentino. 

Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos e incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le pertenece, todo es de él. (...) Pero después de Perón, el único heredero de mis bienes debe ser el pueblo.

Esta hoja estaba rubricada al pie con las iniciales E. P., pero según la familia sospechosamente con un pulso muy firme que no era el mismo que tenía el resto del documento escrito el 29 de junio de 1952.

Si bien Juana Ibarguren cuestionó desde el primer momento aquel escrito, terminó dando su consentimiento. Una de las versiones que circuló fue que la madre firmó el documento que lo reconoce a Perón como único heredero por la mediación y presión de su hijo, Juan Duarte. 

Sin duda apoya esta conjetura el hecho que en 1958, ya derrocado Perón, doña Juana haya iniciado un juicio de "nulidad de escritura y revocación de donación", alegando que había firmado contra su voluntad. El pleito tuvo sentencia favorable catorce años después, en 1972.

Sin embargo, al año siguiente Perón regresó definitivamente al país y le fueron devueltos sus bienes confiscados en 1955.

La mitad de ese dinero le correspondía a su suegra, ya fallecida, por lo que debían cobrarlo las hermanas de Eva. Pero la ley de restitución hizo caso omiso de la sentencia judicial y Perón, que era de nuevo presidente, se negó a entregarles su parte.

Recién en 1975, al año de la muerte de Perón, María Estela Martínez de Perón (por entonces viuda y presidenta de la nación) le hizo un cheque a la familia Duarte por tres millones de dólares depositado en el Banco Nación, para ser imputado por el juicio de sucesión de Eva. 

Pero como el cheque era de la fundación benéfica Cruzada de Solidaridad, y acreditarlo significaba una malversación de fondos públicos, la familia lo rechazó y la viuda debió pagar en efectivo. 

Las hermanas de Evita cobraron bajo protesta, ya que acusaban que les estaban dando un monto menor.

Sin embargo, los pleitos judiciales en torno a la herencia de Evita no terminaron ahí.

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