"Yo tengo rango constitucional, yo firmo, yo tomo decisiones. El señor Santiago Caputo no", le habría dicho Guillermo Francos a Manuel Adorni, según relató el conductor Eduardo Feinmann en Radio Mitre.
Una nueva interna se vislumbra en el Gobierno entre el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos y el asesor presidencial plenipotenciario Santiago Caputo.
Este episodio surgió tras la visita de Francos a la Cámara de Diputados la semana pasada, donde aseguró que el decreto reglamentario de la Ley de Acceso a la Información Pública sería modificado si fuera necesario.
A raíz de la supuesta decisión de Caputo de no revisar el decreto, Adorni contradijo al Jefe de Gabinete: "Nosotros siempre estamos dispuestos, bajo cualquier circunstancia, si tenemos que modificar algo, modificarlo. No va a ser el caso este".
La desautorización enfureció a Francos, quien hizo declaraciones tanto públicas como privadas al respecto. En una entrevista para LN+, el Jefe de Gabinete aclaró: "Yo cumplo un rol constitucional, que está establecido en el artículo 101 de la Constitución Nacional". Añadió: "Santiago Caputo, que es la otra persona que mencionó el vocero presidencial, es un asesor de confianza del Presidente, y como tal el Presidente lo escucha y es razonable".
Al ser consultado en Radio Mitre sobre los comentarios de Adorni, Francos sentenció: "No me preocupa lo que haya dicho el vocero de la Presidencia".
Según reveló Feinmann, Francos le habría dicho a Adorni: "Yo tengo rango constitucional, yo firmo, yo tomo decisiones. El señor Santiago Caputo no. Mi función es más importante que la de Santiago Caputo", generando un gran revuelo interno en el Gobierno. Además, el conductor sostuvo que Francos habría llegado a renunciar de palabra: "Si acá el que manda es Santiago Caputo, me voy. Yo soy el Jefe de Gabinete".
Tras el conflicto, Francos fue internado de urgencia debido a un cuadro gastrointestinal que le causó una pérdida de conciencia asociada al estrés. Al salir de la Clínica Sagrada Familia, el Jefe de Gabinete confirmó que continúa en su cargo.
El núcleo del conflicto radica en la diferencia entre el poder formal e informal que detentan Francos y Caputo, respectivamente. Francos ha señalado repetidamente que su rol es constitucional, por lo tanto, formal y respaldado por la ley. Aunque su nombramiento y remoción dependen del Presidente, mientras ejerza su función, posee un considerable poder formal como cabeza del equipo designado por el Jefe de Estado.
El artículo 100 de la Constitución Nacional le atribuye al Jefe de Gabinete la administración general del país, el ejercicio de las funciones delegadas por el Presidente y la producción de informes que las cámaras soliciten al Poder Ejecutivo. A primera vista, estas facultades parecen otorgar al Jefe de Gabinete una gran autoridad.
A pesar de esto, el rol del Jefe de Gabinete, aunque creado con la reforma constitucional de 1994 para atenuar el poder presidencial -entre tantas otras disposiciones que negoció Raúl Alfonsín a cambio de la posibilidad de reelección que demandaba Carlos Menem-, suele adaptarse al estilo del funcionario y al margen que le concede el Presidente. Esta realidad práctica contrasta con la normativa, resultando en un poder bastante limitado para el Jefe de Gabinete.
Por su parte, Caputo es oficialmente un asesor presidencial. En términos administrativos, es un "no-funcionario", ya que está contratado bajo el régimen de prestación de servicios profesionales autónomos.
Sin embargo, la descripción de Milei tras su triunfo en el balotaje ilustra bien su papel: "Es un gigante que suele mantenerse en la oscuridad, se llama Santiago Caputo y es el verdadero arquitecto de esto".
A pesar de ser un "simple" asesor presidencial, Caputo ejerce un poder considerable al encargarse de numerosas negociaciones y tomar decisiones clave. Negociar y tomar decisiones suena familiar: es la misma función que cumple Francos. En este sentido, Caputo posee un enorme poder informal que, en la práctica, supera ampliamente al de casi cualquier funcionario o político con poder formal.
En síntesis, el conflicto entre el jefe de Gabinete y el asesor presidencial se basa en la disparidad entre sus rangos formales e informales y la superposición de sus funciones, añadiendo una nueva tensión dentro del Gobierno.
