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Educación

Desconectar el celular para conectar con los otros y con el aprendizaje

A los adultos y en especial a los gobiernos les toca asumir la responsabilidad de establecer cuándo el sistema educativo debe acompañar las tendencias sociales y cuándo debe proponer alternativas.

Según datos de PISA 2022 la Argentina estaba en el puesto 52 de 76 con clima escolar negativo según los propios estudiantes.
Según datos de PISA 2022 la Argentina estaba en el puesto 52 de 76 con clima escolar negativo según los propios estudiantes. .
Cecilia Veleda 12 agosto de 2024

El Ministerio de Educación de la CABA emitió una resolución que establece pautas para el uso saludable, responsable y significativo de los celulares en el aula. Mientras en el nivel primario recomienda no utilizarlos, en secundaria permite el uso sólo para actividades pedagógicas. Sin embargo, deja la decisión en manos de cada escuela, garantizando apoyo para los directores y formación para los docentes. 

Aunque se trata de un paso adelante, diversas razones hacen pensar en la necesidad de adoptar medidas más firmes en este tema. 

En primer lugar, los bajos niveles de aprendizaje exigen aprovechar al máximo el escaso tiempo escolar disponible y por ende limitar las distracciones que supone el celular en clase. 

Si el objetivo es propiciar el uso pedagógico de la tecnología esto puede hacerse con equipamiento específico: en la Argentina el 90% de la matrícula ya cuenta con conectividad en sus escuelas como para aprovechar las computadoras que se han distribuido desde el gobierno nacional y algunos gobiernos provinciales. 

En segundo lugar, el celular debería apagarse porque enrarece ambientes de aprendizaje ya deteriorados. Según datos de PISA 2022 la Argentina estaba en el puesto 52 de 76 con clima escolar negativo según los propios estudiantes. El celular afecta el ambiente de trabajo al fragmentar la atención, conspirar contra los vínculos, ser utilizado para filmar a compañeros y docentes, estar en las redes, mirar pornografía, jugar, o apostar en línea.

En tercer lugar, porque el uso del celular en la escuela refleja una preocupante tendencia fuera de ella: según la consultora Sorlist la Argentina es el quinto país del mundo con mayor cantidad de horas en el celular (9hs y 39m). En esta "generación ansiosa" al decir de Jonathan Haidt, es especialmente importante que la escuela cree otro tipo de intereses, actividades y vínculos.

En cuarto lugar, porque hay estudios que indican que su exclusión mejora el aprendizaje y el bienestar de los niños y adolescentes. Sobre esta base, varios países -como Australia, Francia, Suecia, Reino Unido, Países Bajos, Portugal, Italia o estados brasileros como el célebre Ceará- vienen prohibiendo el celular en la escuela. En este sentido, un informe de la UNESCO de 2023 advierte sobre las consecuencias negativas de los dispositivos móviles sobre el aprendizaje junto con las insuficientes pruebas sólidas sobre su aporte.

Es cierto que en "un país sin ley" como dice Carlos Nino, toda prohibición es tomada con antipatía, más aún en tiempos libertarios. Es cierto también que las prohibiciones pueden ser de difícil implementación en las escuelas, tanto por cuestiones operativas como por la esperable rebeldía de los adolescentes frente a esta privación o por el debilitamiento de la autoridad y de la formación de los docentes. 

Pese a estos desafíos, a los adultos y en especial a  los gobiernos les toca asumir la responsabilidad de establecer cuándo el sistema educativo debe acompañar las tendencias sociales y cuándo debe proponer alternativas. Este es el caso con el celular. Dejar la definición a cargo de cada escuela y cada docente es exponerlos a una pulseada diaria demasiado dura con los niños y adolescentes, que los padres pierden diariamente en el hogar. 

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