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Zakaria retoma la tesis del “ascenso del resto”

¿Cómo cambiará la distribución del poder en el Siglo XXI?

10 agosto de 2011

El mundo está en un proceso de cambio continuo. Es inevitable. Hay ocasiones, como en la actualidad, en las que el ritmo de los cambios se acelera. Ahora bien, cómo y hacia dónde cambia, es la pregunta del millón. Fareed Zakaria, periodista, intelectual público y académico de origen indio nacionalizado estadounidense, lo resume en dos fenómenos: la tendencia declinante de la gran potencia (EE.UU.) y el “ascenso del resto”. ¿Quiénes forman parte del “resto”? Básicamente todos los países del mundo, a excepción de EE.UU., Europa y Japón.

Desde hace varios años, décadas en algunos casos, el mundo está convergiendo. Todos los países están avanzando hacia un mismo punto, en el que serán cada vez más parecidos entre sí. La calidad de vida está mejorando rápidamente en los países más atrasados. Desde la caída del Muro de Berlín y de la URSS, el predominio del capitalismo se ha vuelto universal. El mundo se convirtió en un lugar más estable e interconectado. Contrario a lo que muchos creen, Zakaria asegura que la especie humana está viviendo las épocas más pacíficas de los últimos cinco siglos, como mínimo.

El predominio global de los países del Atlántico Norte está llegando a su fin. El nuevo milenio parece haber sido el germinador de las semillas del nuevo orden. El centro de gravedad económico está virando al Asia-Pacífico. En un par de décadas, tres de las cuatro economías más importantes del mundo serán asiáticas: China, la India y Japón. Esta es la tesis central de Zakaria, plasmada en las 300 páginas de “The Post American World. Release 2.0” (sin traducción al castellano aún). El libro, publicado recientemente por la editorial Norton, es una versión actualizada y expandida del texto lanzado al mercado en 2008.

Algunos meses después de su publicación, caería Lehman Bros. y EE.UU., al igual que los países del G-7, sufrirían su peor recesión desde la Gran Depresión, de la que aún intentan recuperarse. Los emergentes sufrieron, pero mucho menos: ese es, quizás, el más claro síntoma del mundo que viene. Los tres años transcurridos entre la primera publicación y la segunda no han hecho más que ratificar la tesis de Zakaria: la Gran Recesión aceleró la declinación de EE.UU. y “el ascenso del resto”.

China y la India

La convergencia y el progreso es un proceso cierto en muchos países del mundo, desde Asia a América Latina pasando por Africa. Por un tema de relevancia, Zakaria dedica gran cantidad de páginas a China y la India. Los motivos son claros: son las economías más dinámicas del último

tiempo y tienen una población combinada de más de 2.300 millones.

China es, sin duda, una de las historias de crecimiento más espectaculares de los últimos siglos. Desde 1979, duplica su PIB cada ocho años. Ya es la segunda economía del mundo y en poco tiempo será la primera, según algunos indicadores. “Es como si millones de personas hubieran encontrado la llave para liberar su potencial”, describe Zakaria.

El milagro indio, por su lado, es más reciente pero no menos impresionante. Según Zakaria, será la tercera economía global alrededor del 2040. A diferencia de China, la demografía está del lado hindú: en la próxima década pasará a China en cantidad de población.

Sería errado, empero, asimilar a ambos países. Si bien son economías de escala, de ingresos bajos y con mucho potencial por delante, tienen diferencias. Mientras en China, el Estado es el que dirige, en la India es la sociedad la que lleva la iniciativa. Mientras en China sobresalen las empresas públicas, en la India son las privadas las que se destacan (Infosys, Reliance, Tata y Ranbaxy, entre otras). En China, el Estado es autoritario; en la India, democrático.

“Por más que ambos seguirán siendo países de ingresos medios o bajos, serán la segunda y la tercera economías del mundo durante gran parte del Siglo XXI”, ratifica Zakaria.

El mayor protagonismo de China y la India se da, principalmente, por su crecimiento económico. La Historia mundial siempre fue así: todas las potencias fueron, ante todo, potencias económicas. Es a partir de entonces comienzan a desarrollarse sus otros poderes: político, diplomático, militar y científico.

El declive del número 1

EE.UU. dominó el Siglo XX y sigue siendo el país más importante del mundo. Esto no cambiará en las próximas décadas, asegura Zakaria. Su participación sobre el PIB global se mantendrá entre 20 y 25% durante las próximas décadas. Seguirá siendo la potencia tecnológica, militar y económica. Es más: el crecimiento económico global, más expandido geográficamente que nunca, le ofrecerá a EE.UU. grandes oportunidades para seguir creciendo. No es que EE.UU. será menos importante

sino que los demás empezarán a gravitar más.

El que se avecina no es un mundo antiestadounidense, aunque el sentimiento antiestadounidense sea más alto que nunca. No es este, tampoco, un fenómeno nuevo. EE.UU. temió perder su predominio, dice Zakaria, en tres ocasiones en los últimos cincuenta años.

La primera, a finales de los '50, cuando los soviéticos pusieron en órbita el primer satélite, el Sputnik. Los estadounidenses pensaron que perderían la carrera del espacio y los soviéticos expandirían el comunismo por el mundo. La segunda, a comienzos de los '70 con la crisis del petróleo, los llevó a pensar que Arabia Saudita y Europa, recuperada casi milagrosamente de la posguerra, le arrebatarían su liderazgo. A mediados de los '80 pensaron que serían los japoneses, y su espectacular desarrollo tecnológico, los nuevos líderes del mundo. Ninguno de esos temores se confirmó. Es más, durante la década del '90 (¡hace menos de 15 años!) el poder estadounidense era incuestionable.

Ahora, el margen de acción de EE.UU. globalmente se ha achicado: el mundo parece ya no precisar una gran potencia que oficie como policía. El crecimiento económico de la gran mayoría de los países les ha dado más autonomía, seguridad y soberanía.

A diferencia de los '90, Rusia ya no necesita la ayuda económica de Washington. De hecho, ha acumulado un fondo soberano impresionante. El este de Asia ya no precisa del Fondo Monetario Internacional para equilibrar sus cuentas externas. China, por su parte, no es tan dependiente de sus exportaciones a EE.UU.: las ha logrado diversificar con inteligencia. Africa jamás tuvo tantas democracias en crecimiento como ahora y, si bien precisa de inversores extranjeros para desarrollarse, cada vez mira más a Pekín que a Washington.

El país y la región

Lo mismo puede decirse de América Latina que, desafortunadamente, sólo se lleva algunas menciones secundarias en el libro.Hace décadas que se habla de las potencialidades económicas y demográficas de Brasil y de su destino, inexorable, de “global player”. Empero, muy pocos

imaginaban a mediados de los '80 que ese país inestable, pobre, corrupto y subdesarrollado se convertiría, en un par de décadas, en una de las diez economías más importante del globo y con firmes chances de meterse en el top-5.

Para la Argentina, este nuevo escenario es muy diferente al anterior. Muchos de los cambios que vivió el país en el último decenio pueden explicarse por los cambios que vivió el mundo. En balance, los efectos positivos han primado por sobre los negativos.

¿Hubiera sido tan rápida la recuperación argentina de la crisis global 2008-2009 sin la demanda importadora de China y Brasil o sin los altos precios de las commodities? Muy probablemente, no. Como otras regiones del mundo, ahora América Latina mira con menos interés a EE.UU.

Desafíos

Algunos de los desafíos que plantea Zakaria deberán ser seguidos con atención. En Asia, pese al crecimiento, la democracia sigue siendo un bicho raro. Singapur, el país más desarrollado del continente, no es una democracia plena. China, ni hablar. En Japón, quizás el más desarrollado

institucionalmente, un mismo partido gobernó entre 1955 y 2009. En la India, donde se hablan 17 idiomas y 22.000 dialectos, no hay partidos políticos nacionales.

La bonanza económica, como muestran las encuestas, anestesia todo, pero habrá que estar atentos a las épocas de vacas flacas: ¿cómo se tramitarán las demandas sociales? No por nada muchos avezados analistas dijeron que lo que hoy pasa en algunos países de Africa y Oriente Medio podría pasar, por ejemplo, en China. Por ahora, se equivocaron.

Otra gran pregunta es cómo se coordinará el mundo con más y nuevos actores. Más allá de los beneficios generales de la multipolaridad, no es menos cierto que cuantos más actores haya en la mesa, más difícil será la coordinación.

(De la edición impresa)

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