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Una derrota que no será sólo por culpa de Trump

Nada favorece a los republicanos de cara a las elecciones de noviembre: ni su sesgo ideológico ni la composición demográfica de Estados Unidos.

09 mayo de 2016

Por Juan Radonjic

Los republicanos van a perder las elecciones de noviembre. ¿La culpa será de Donald Trump por ser un candidato muy resistido por amplios sectores de la población? Sólo en parte. El problema es más profundo y en este momento perderían con cualquier candidato.

Una derrota republicana no constituiría una novedad ya que obtuvieron menos votos que los demócratas en cinco de las últimas seis elecciones presidenciales.

Hay detrás de ese dato razones ideológicas y demográficas que derivan, en parte, de las primeras.

Desde hace varios años, los republicanos se fueron radicalizando y alejándose del centro del mapa político. No fueron los dos partidos los que alejaron del centro sino solo uno de ellos. Esa es la razón, según sostienen autores como E.J. Dionne, que explica la polarización de la política estadounidense. Hoy pagan las consecuencias de ese posicionamiento: Trump será su candidato presidencial. Muchos años de influencia del Tea Party denostando a todo lo relacionado con Washington y el gobierno federal no creó las condiciones para que apareciera un candidato verdaderamente conservador, sino uno populista.

Hay diversas lecturas sobre las razones por las cuales Trump ganó las primarias y los motivos que tienen algunos sectores sociales para apoyarlo. Es evidente que haya un segmento de votantes ?hombres blancos de clase trabajadora? que está enojado con la marcha del país. La versión predominante es que detrás de ese enojo hay causas económicas, básicamente el estancamiento de los ingresos, que están en el mismo nivel que a fines de la década del '90. Pero, curiosamente, un Nobel de Economía, Paul Krugman, apunta a otro tipo de razones. A su juicio, quienes votan a Trump

lo hacen porque no aceptan el tipo de sociedad que tiene hoy Estados Unidos: multicultural, multirracial y en la cual el porcentaje de lo que se considera población blanca va perdiendo peso. La resistencia a aceptar esa nueva realidad es, a juicio de Krugman, lo que expresa el voto a Trump.

Está luego el peso de la demografía porque la influencia electoral de las minorías es cada vez mayor. En noviembre, 25 millones de votantes serán latinos o afroamericanos y se volcarán masivamente a favor de Hillary Clinton. Los afroamericanos siempre se inclinaron por los demócratas, pero el voto latino, que tiende a crecer, antes estaba más repartido. En 2012, el republicano Mitt Romney logró sólo el 27% del voto latino y eso le quitó toda posibilidad de ganar ¿Alguien supone que Trump puede obtener un porcentaje mayor en una comunidad a la que ofendió?La radicalización ideológica del Partido Republicano lo llevó a alejarse de muchos sectores y por eso el partido es débil en las elecciones presidenciales aunque conserva su fuerza en las de medio término en las cuales votan menos personas y gracias a ello domina hoy las dos cámaras del Congreso.

Hoy es un partido en crisis y muchos de sus principales referentes ? como los Bush? siquiera asistirán a la convención, disgustados con la nominación de Trump. Distinto es el caso de los demócratas, dado que al aparato partidario y el grueso de sus gobernadores, intendentes y legisladores están encolumnados detrás de Hillary.

Por otra parte, los antecedentes electorales son contundentes, como demuestra el analista Chris Cillizza. Para ganar una elección presidencial se necesitan 270 electores y los demócratas, entre 1992 y 2012 ganaron siempre en 19 distritos que reúnen 242 electores. ¿Por qué Hillary no ganaría en aquellos estados en los cuales se impusieron su marido, Al Gore, John Kerry y Barack Obama? Sólo necesitaría ganar en un par de estados más ?o uno grande como Florida? para volver a la Casa Blanca.

A su vez, los republicanos ganaron ininterrumpidamente desde 1992 en 13 estados que sólo eligen 102 electores. Más aún, el último candidato republicano que logró más de 300 electores fue Bush padre en 1988 mientras que Barack Obama obtuvo 365 en 2008 y 332 en 2012. En noviembre nada favorecerá a los republicanos, que van a perder las elecciones. Y no será sólo por culpa de Trump.

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