Por primera vez en su carrera política, Donald Trump enfrenta una rebelión abierta de su propia base. El detonante no ha sido una política económica o una decisión de gabinete, sino algo mucho más profundo: la sensación de traición en torno al caso Jeffrey Epstein, que ha expuesto las tensiones internas de un movimiento construido sobre promesas de transparencia radical.
El colapso de las expectativas
El pasado domingo, el Departamento de Justicia y el FBI publicaron un memorándum que destruyó de un plumazo años de especulaciones alimentadas por el propio entorno de Trump. No existe una "lista de clientes" de Epstein. El financiero condenado por tráfico sexual murió por suicidio, no fue asesinado. No hay evidencia de una red de chantaje a figuras poderosas.
Para cualquier administración, estos hallazgos habrían sido políticamente neutros. Para Trump, representan un tsunami interno. Durante años, figuras clave de su círculo —incluidos el director del FBI Kash Patel, su adjunto Dan Bongino y la fiscal general Pam Bondi— habían alimentado teorías conspirativas sobre documentos secretos y listas ocultas que expondrían a las élites globales.
"Las teorías conspirativas simplemente no son ciertas, nunca lo han sido", admitió finalmente Patel en redes sociales el sábado, en un intento desesperado por contener la crisis.
La respuesta que incendió las redes
La reacción de Trump al malestar de su base fue, según los estándares de las redes sociales, un desastre histórico. En un extenso post en Truth Social, defendió agresivamente a Bondi y desestimó la importancia del caso Epstein: "No perdamos tiempo y energía en Jeffrey Epstein, alguien que a nadie le importa".
El mensaje se convirtió en el primero en la historia de Truth Social en ser "ratioed" —recibir más respuestas críticas que likes o compartidos— en la propia plataforma de Trump. Con más de 36.000 respuestas frente a 32.000 likes, el post reveló una fractura sin precedentes entre el presidente y su audiencia más fiel.
Los comentarios fueron devastadores. "Esta declaración me rompe el corazón, señor presidente", escribió una usuaria identificada como Mother Rosie. "Tengo cuatro hijas... No puedo siquiera comenzar a comprender la narrativa de que 'fue hace mucho tiempo' o 'por qué seguimos hablando de esto'. Estas víctimas fueron hijas, hermanas, nietas de alguien".
El gabinete en guerra
Detrás de escena, la crisis ha desatado una guerra interna sin precedentes. El miércoles, una explosiva reunión en la Casa Blanca enfrentó a Patel y Bongino con funcionarios del Departamento de Justicia sobre quién estaba filtrando información a la prensa. El encuentro terminó con Bongino considerando su renuncia y ausentándose del trabajo el viernes.
"Dan ha dejado claro que no soporta a Pam. Y Pam ha dejado claro que no soporta a Dan. Así que aquí estamos", explicó un funcionario de la administración. "Es el DOJ contra el FBI ahora mismo".
Trump intentó contener la crisis durante el fin de semana, llamando personalmente a los críticos más vocales de Bondi y mostrándose públicamente con ella en la final de la Copa Mundial de Clubes FIFA en Nueva Jersey, donde le dio un pulgar hacia arriba desde el palco presidencial.
La ironía del poder
La crisis del caso Epstein expone una ironía fundamental del poder de Trump. El presidente, que construyó su movimiento sobre la promesa de "drenar el pantano" y exponer las conspiraciones de las élites, ahora se encuentra en la incómoda posición de ser acusado de participar en un encubrimiento.
"No tenemos evidencia de que estuviera involucrado en la operación de Epstein", explicó la periodista Julie Brown del Miami Herald, cuya investigación ayudó a llevar a Epstein ante la justicia. "Pero la ironía es que ahora es parte de la historia porque está siendo acusado de encubrirlo".
Esta paradoja se ha vuelto especialmente tóxica porque el propio Trump mantuvo una amistad con Epstein en los años 90 y principios de los 2000, un vínculo que sus críticos ahora utilizan para sugerir motivos ocultos detrás del manejo del caso.
El costo político
Los asesores de Trump reconocen privadamente que la situación es "un desastre", aunque el presidente parece ser el único que no lo ve así. La administración está considerando tres posibles rutas para mitigar el daño:
- Nombrar un consejero especial para revisar el caso Epstein de arriba a abajo
- Eliminar las redacciones de documentos ya publicados relacionados con el caso
- Solicitar a los tribunales que desechen los registros sellados relacionados con Epstein
Sin embargo, estas son solo ideas flotando en el éter de MAGA, sin unanimidad sobre cómo proceder. "El presidente dijo que dejáramos esto atrás, así que lo estamos dejando atrás", explicó un asesor. "Si él cambia, entonces la política cambia. Punto".
Las voces de la disidencia
La rebelión no se limita a usuarios anónimos en redes sociales. Figuras prominentes del movimiento conservador han expresado públicamente su descontento. La comentarista Megyn Kelly calificó a Bondi como "la villana de esta historia" durante la Cumbre de Acción Estudiantil de Turning Point USA en Tampa.
La representante Anna Paulina Luna advirtió directamente: "Pam, si no puedes hacer tu trabajo, encontraremos a alguien que sí pueda".
Incluso aliados cercanos como Tucker Carlson, Elon Musk y Steve Bannon han acusado a la administración de participar en un encubrimiento, marcando la primera vez que el núcleo del movimiento MAGA se vuelve abiertamente contra Trump.
¿El fin de la era Trump?
La crisis del caso Epstein podría representar un punto de inflexión en la relación entre Trump y su base. Por primera vez, el movimiento MAGA no está siguiendo las señales de su líder, ofreciendo quizás un primer vistazo de cómo evolucionará el trumpismo en una era post-Trump.
"Trump está malinterpretando masivamente a su base en esto", publicó la influyente MAGA Liz Wheeler. "Podría costarle las elecciones intermedias".
Sin embargo, la lealtad a Trump sigue siendo la característica definitoria del movimiento. A pesar de la frustración, no hay indicaciones de que MAGA defeccione del presidente en números significativos. La pregunta real es si Trump puede recuperar la confianza de una base que, por primera vez, siente que ha sido traicionada por el hombre que prometió exponerlo todo.
En última instancia, el caso Epstein ha revelado los límites del poder de Trump sobre su propio movimiento y planteado una pregunta fundamental: ¿qué sucede cuando el líder de una revolución anti-establishment se convierte, a los ojos de sus seguidores, en parte del establishment que prometió derribar?