Entrevista

Presidente de la Cámara de Comercio Italiana: "Las medidas económicas que el gobierno tomó hasta ahora van en la dirección correcta"

El Economista dialogó en exclusiva con Giorgio Alliata de Montereale, presidente de la Cámara de Comercio Italiana en Argentina y de la Eurocámara
Giorgio Alliata de Montereale
08-08-2024
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Desde hace años, Argentina enfrenta una severa crisis económica que, en parte, es consecuencia de la falta de inversiones en el país. 

Las extremas regulaciones que enfrentan los inversores extranjeros no generan la suficiente confianza para que apuesten por Argentina pese a las oportunidades que el país ofrece, principalmente en cuestiones vinculadas con los alimentos o los recursos naturales.

Respecto a este último asunto, recursos como el hidrogeno verde, el litio o el gas son de vital importancia no solo por la crisis energética que golpea a algunas partes del mundo, como Europa, sino por las oportunidades que ofrecen en la actual transición energética. 

Es por ello que, buscando fomentar la llegada de inversiones, una de las promesas del presidente Javier Milei ha sido reinsertar a Argentina en el mundo y flexibilizar la economía para poder incentivar la llegada de capitales extranjeros. 

Por ello, intentando averiguar cómo se perciben desde Europa las actuales reformas del gobierno nacional, El Economista dialogó en exclusiva con Giorgio Alliata de Montereale, presidente de la Cámara de Comercio Italiana en Argentina y de la Eurocámara.

-¿Cuál es la actual situación en lo que respecta a las relaciones comerciales entre Argentina e Italia?

Históricamente, el intercambio comercial entre Argentina e Italia mantuvo siempre la misma estructura con exportaciones argentinas de bienes primarios de origen vegetal y animal, e italianas de bienes intermedios (partes, componentes e insumos industriales) y maquinarias para la producción. 

Las normas de control de comercio exterior impuestas por el gobierno anterior complicaron notablemente las operaciones de las empresas que comerciaban entre sí y que operaban en el país, haciendo que muchas dejaran de mirar hacia Argentina. 

A pesar de esto, se logró, con muchísimo esfuerzo, sostener y mantener la presencia de las empresas italianas aquí.  

Las políticas de apertura y de normalización de la economía y del comercio exterior que promueve el nuevo gobierno, sumadas a un contexto internacional extremamente favorable, están generando para Argentina un momento muy interesante que podría redundar en una de las mejores oportunidades de crecimiento de los últimos 100 años.

Oportunidades que tienen sus bases en tres grandes drivers de crecimiento que han logrado generar nuevas dinámicas de desarrollo regional en todo el país: en el norte la minería, en el centro la parte agrícola e industrial y en el sur la energía. 

Esos sectores son las herramientas estratégicas para conseguir rápidamente inversiones cuantiosas y generar mecanismos virtuosos de derrame hacia las respectivas cadenas de valor.

En particular, el sector energético representa uno de los vectores principales para la competitividad sistémica del país, como lo demostró el caso de Alemania con el gas ruso. 

Frente a la crisis energética, a Europa y a Italia les interesa conseguir un abanico más amplio y diversificado de proveedores energéticos confiables y con grandes recursos y, en tal sentido, el centro y el norte de América, los países nórdicos y América Latina son una óptima alternativa porque además están alejados de las turbulencias geopolíticas de Medio Oriente, Europa oriental y África.

Algo similar sucede con el sector minero y con los materiales críticos para la transición energética como el litio y cobre, ambos minerales abundantes en nuestra región y en particular en Argentina.

Adicionalmente, para Europa son muy importantes valores cómo el de la protección del medio ambiente, el respecto de las minorías y el bienestar de la población, y los sistemas de representatividad democráticos, valores que se comparten en nuestro continente.

Por otra parte, desde un punto de vista político, hay mucha coincidencia entre el gobierno de Milei y el actual gobierno de Italia, lo cual quedó bien claro cuando la premier Giorgia Meloni invitó al presidente argentino a la cumbre del G7. Todos estos factores ponen a la Argentina en una posición extremadamente privilegiada.

Javier Milei y Giorgia Meloni

-¿Qué opina sobre las medidas económicas del gobierno de Javier Milei? ¿Impulsarán la economía argentina y, por lo tanto, los vínculos comerciales entre Argentina e Italia? 

La herencia dejada por el gobierno anterior (cepo, las restricciones al comercio exterior y otras) ha generado inestabilidad y desconfianza.

Revertir esta situación requiere de tiempo y de grandes esfuerzos y también algo de fortuna y acompañamiento en el plano internacional. 

Podemos decir que las medidas que se tomaron hasta ahora van en la dirección correcta, aunque estamos conscientes que no será fácil y que llevará tiempo poder devolver el sistema de comercio e inversiones a la normalidad. 

Nosotros, como Cámara de Comercio Italiana en la Argentina, además de intentar fomentar un crecimiento del intercambio comercial, estamos trabajando para atraer inversiones productivas y de largo plazo.

Por el momento, vemos positivamente que el gobierno de Milei está tratando de eliminar toda una serie de asimetrías y de regulaciones que limitan y dificultan el comercio exterior y estimulan la inversión.

Pero es necesario que las oportunidades que están surgiendo sean acompañadas por reglas claras y previsibles, por seguridad jurídica y por libre circulación de capital, entre otras cuestiones. 

Quien traiga dinero para invertir debe tener la tranquilidad de que podrá repatriar sus dividendos e importar suministros o maquinaria necesaria para su negocio. También tiene que existir la seguridad de que, si se produce algo, no se tiene que pedir un permiso para venderlo o hacerlo con un precio regulado.

Creemos que el gobierno ha tomado medidas importante en ese sentido y tiene cómo objetivo abrir la economía con una visión a mediano y largo plazo. 

-¿Argentina sigue siendo un mercado atractivo para las empresas italianas? ¿Qué sectores interesan y qué reformas se necesitan para que lleguen más inversiones al país? 

A Italia le interesan las inversiones productivas, no las financieras y especulativas. Y esas inversiones productivas claramente requieren de un horizonte a largo a plazo que solo se producirá si el inversor tiene cierta tranquilidad jurídica, incluso ante un cambio de signo político de un gobierno.

Tiene que haber seguridad de que los contratos se respetarán y de que no se cambiarán las reglas de juego, como ha pasado anteriormente. 

Creemos que el RIGI es un ejemplo tangible, aunque habría que pensar en herramientas que vayan en la misma dirección también para las cadenas de valor más estratégicas y para las economías regionales.

Observamos en Argentina que, como en todo el continente, hay una marcada tendencia hacia una negativa primarización de la economía. 

Creemos que las materias primas traen grandes inversiones pero que el país tiene que aprovechar la ocasión para fomentar el desarrollo de las pymes, integrándolas en cadenas de valor, siendo estas una herramienta efectiva para agregar valor y generar empleo de calidad y desarrollo social.

Es por ello que Europa es un aliado estratégico para que Argentina pueda llevar adelante estas políticas.

El sistema productivo argentino, a excepción de lo del campo y de contadas otras excepciones, está bastante desactualizado debido a las dificultades económicas y políticas, principalmente porque no hubo acceso a financiamiento; y allí Europa también puede ofrecer ayudar.

Pero, centrándonos en qué sectores le interesan a Italia aquí, hemos identificado claramente que el sector prioritario es el energético

-Específicamente hablando del acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea: si entrara en vigor, ¿cree que sería positivo para las empresas de ambas regiones? ¿Por qué? 

El acuerdo es muy importante, principalmente porque Argentina tiene una escala chica y necesita integrarse con otros países para crecer.

El primer paso es consolidar el Mercosur, que hoy es una unión aduanera incipiente que no posee tanta integración debido a las grandes diferencias: hay dos países con una visión más industrial, que son Brasil y Argentina, además de la enorme diferencia de escala que poseen con Uruguay y Paraguay, que no tienen desarrollo manufacturero. 

Somos conscientes que no es fácil compatibilizar los intereses y sensibilidades entre los 27 países de Europa y los 4 de Mercosur, en particular en sectores como el agrícola-ganadero para Europa y el sector de la pequeña industria en Argentina. 

Pero estamos convencido en el papel que pueden jugar las empresas europeas que operan en el Mercosur, así como de las empresas locales que operan con Europa, cuales mediadores y ejemplificadores de las concretas oportunidades y beneficios que aportaría el acuerdo a ambos sistemas socioeconómicos.

Las experiencias pasadas en la firma de acuerdos entre países han demostrado el beneficio concreto en el aumento general del intercambio económico y desarrollo compartido. Queda claro que habrá que aplicar amortiguadores hasta tanto que los sectores más sensibles alcancen nuevas dinámicas y equilibrios y se adecuen a la integración de las respectivas producciones.

Podemos concluir afirmado que no hay dudas que los beneficios que generaría el acuerdo son infinitamente superiores - también en términos de sustentabilidad a largo plazo - respecto a los problemas que surgirían en sus comienzos en el corto plazo.