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Los republicanos y el día después

12 octubre de 2016

Según el promedio de encuestas que publica el portal RealClearPolitics, Hillary Clinton aventaja a Donald Trump por 6 puntos. A su vez, en una encuesta de The Wall Street Journal la diferencia es de más de 9 puntos, que de confirmarse el día de la elección, sería la mayor desde 1984.

Mientras tanto, se ahonda la crisis dentro del Partido Republicano porque muchas figuras de peso como Paul Ryan ya anunciaron que no apoyarán a Trump lo que fue duramente cuestionado por otros republicanos que consideran que hay que sostener al candidato partidario, porque aún con sus incorrecciones, es preferible a Hillary.

Para muchos analistas, dado este contexto, Trump competirá casi como un candidato independiente cada vez menos recostado en la estructura republicana. Sus estrategas creen que tiene una base de votantes muy sólida y que la asegura un buen resultado en caso de que la concurrencia a votar no sea masiva. Por lo tanto, Trump intentará por todos los medios que los sectores que podrían apoyar a Hillary pero aún no están convencidos de hacerlo, finalmente no voten. Por eso insistirá con los ataques personales porque entiende que es un terreno que a la larga lo favorece.

Pero esta altura es muy difícil que se modifique la tendencia electoral y Trump seguramente les cargará la responsabilidad de la derrota a los republicanos que colaboraron poco con su campaña. Esa sería una de las tantas grietas que le dejará esta campaña al Partido Republicano que sólo tiene un apoyo mayoritario en el segmento de hombres blancos con mediano nivel educativo. Sin una estrategia destinada a ganar un apoyo más amplio entre las minorías ?sobre todo los hispanos? tendrá dificultades para volver a ganar una elección nacional. De hecho sus candidatos presidenciales obtuvieron menos votos que los demócratas en cinco de las últimas seis elecciones presidenciales. Por supuesto que la reconstrucción partidaria se podrá hacer desde una posición de mayor fortaleza si los republicanos conservan el control de las dos cámaras del Congreso. Muy distinto será el escenario si pierden la mayoría en una de ellas, porque según los analistas, hay posibilidades de que el Senado cambie de manos pero no así la Cámara de Representantes.

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