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La herencia de Mario Draghi

Draghi fue llamado a formar Gobierno en 2021 cuando las prioridades eran la vacunación, la recuperación y el plan de 200.000 millones de fondos europeos. Tuvo éxito en todos los frentes.

Quizás la mejor herencia del Gobierno de Draghi es su forma de entender el poder.
Quizás la mejor herencia del Gobierno de Draghi es su forma de entender el poder.
Paolo Rizzo 23 septiembre de 2022

Este domingo Italia vota para renovar el Parlamento y se termina la experiencia política de Mario Draghi. El primer ministro seguirá manteniendo su cargo para resolver los “asuntos corrientes” hasta que se forme un nuevo Gobierno, pero su presidencia, empezada en febrero 2021, ya puede considerarse terminada. 

Raramente un primer ministro ha dejado una huella tan fuerte en tan poco tiempo y, sobre todo, en condiciones tan difíciles. Draghi fue llamado a formar un Gobierno a comienzos de 2021 cuando las prioridades de Italia eran la campaña de vacunación, la recuperación económica y la redacción del plan de 200.000 millones de fondos europeos. En seis meses Italia logró vacunar el 68% de la población, un dato por encima de la media europea (62%). Desde el primer trimestre de 2021 el PIB de Italia ha crecido del 7,5% mientras Alemania lo hizo al 4% y Francia al 5%. La tasa de empleo de Italia está en máximos históricos (60,3%) y, por primera vez desde 2009, la tasa de desempleo está por debajo de 8%. Además, el plan de Recuperación y Resiliencia ha sido aprobado por la Comisión Europea (CE) y, al lograr las metas concordadas, el país está recibiendo los primeros cheques. 

Con solo estos resultados el Gobierno de Draghi podría considerarse un éxito. Pero hay más. Los italianos le reconocen la coherencia de anteponer las ideas políticas y económicas a la permanencia al poder a cualquier costo. El Gobierno de Draghi ha podido contar con el apoyo de casi todos los principales partidos políticos, menos Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni. 

Disponer de una mayoría tan amplia es una situación ideal para cualquier Gobierno. Pero es un problema cuando, como en este caso, la coalición de Gobierno está compuesta por seis grandes grupos parlamentares tan heterogéneos y donde cada uno empieza a demandar algo para ganar popularidad. Frente a las presiones políticas, el método Draghi ha sido escuchar los distintos partidos, pero, al fin y al cabo, siempre ha decidido de forma independiente. 

Luego, cuando en julio algunos partidos han empezado a amenazar su salida de la coalición, Draghi ha preferido afrontar la crisis en el Parlamento y no ceder a los chantajes políticos. Ha llegado así el fin anticipado del Gobierno, algo que no se esperaba ya que pocas veces se habían visto crisis políticas en verano y Draghi es el político que genera más confianza entre los italianos. 

Draghi ha sorprendido por su determinación en la crisis ucrania. Italia y Alemania eran, al comienzo de la guerra, entre países más políticamente y económicamente vinculados con Rusia. En pocas semanas, Draghi convirtió a Italia en el país de la UE que más ha sostenido a Ucrania. No sorprende que, en mayo, el Primer Ministro haya sido invitado a Washington y recientemente haya recibido un último homenaje por Henry Kissinger. 

Su rol ha sido decisivo en redactar las sanciones a Rusia, mantener unidos los países europeos y en organizar una visita histórica a Kiev junto con el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron. 

En fin, su Gobierno ha logrado que el Parlamento italiano, considerado en parte cercano a los intereses rusos, votara a favor del envío de armas a Ucrania. 

Draghi ha estado también a la altura de su fama de economista. En la ley de presupuesto de 2022 Italia pudo financiar una reducción del impuesto sobre el trabajo por 14.000 millones de euros cada año. Además, pudo reorganizar los subsidios familiares e introdujo, al comienzo de la crisis energética, un mecanismo de financiación de 0,3 euros del precio de la nafta. Desde el comienzo de la crisis energética, su Gobierno ha tomado medidas por 62.000 millones de euros y ha salido a buscar gas por todo el mundo. Se acordó recibir mayores suministros de gas de Argelia, Congo, Qatar, Angola, Egipto, Azerbaiyán y Estados Unidos. En pocos meses la dependencia del gas ruso ha pasado del 40% al 20% y desde el próximo invierno Italia no necesitara más gas ruso. Su propuesta de fijar un precio máximo al gas se está ahora discutiendo entre los países europeos. 

Después de haber registrado una caída del 8,9% en 2020, el PIB ha crecido del 6,6% en 2021 y se prevé cerrará el ano con un crecimiento del 3,5%. Sin duda el crecimiento se debe a la recuperación después de la pandemia, pero es fundamental la confianza que Draghi logró generar a pesar de la inflación (9% interanual). En el último año, las inversiones de los privados crecieron 17%. 

Además, no obstante la crisis energética, su Gobierno se ha comprometido en no superar el déficit fiscal previsto para 2022 (5%). En parte se debe a la reducción de gastos de otros ministerios y a una mayor recaudación fiscal (+13% en comparación al año pasado) generada por el crecimiento económico y la inflación. 

Pero no hay solo crecimiento económico, reducción de impuestos, solidez de las finanzas públicas y prestigio internacional. Quizás la mejor herencia del Gobierno de Draghi es su forma de entender el poder. Dos frases pronunciadas en los últimos días que podrían explicar su visión del mundo. 

Hablando de las relaciones internacionales se ha pronunciado sobre la necesidad de ser transparentes y coherentes ya que la falta de coherencia y trasparencia debilita el país y destruye las condiciones necesarias para el crecimiento. Luego, hablando del crecimiento económico generado por su Gobierno, ha dejado en claro que los gobiernos no generan crecimiento, solo pueden crean las condiciones necesarias para que los ciudadanos generen el crecimiento. 

Le resultará difícil a Italia olvidarse de Draghi. Quizás tenga razón Kissinger que, al entregarle un reconocimiento, ha recordado como cada vez que Draghi ha dejado un rol público siempre ha sido una pausa y nunca un retiro permanente.

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