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El Partido Republicano está en su momento de mayor fortaleza

21 noviembre de 2016

La interpretación dominante es que en las elecciones presidenciales de Estados Unidos predominó el deseo de cambio por sobre cualquier otro. Que amplios sectores de la sociedad se sienten disconformes con la marcha de la economía y creen que la globalización arrasó con sus empleos mientras que el gobierno miraba para otro lado. De esa manera, una coalición integrada mayoritariamente por hombres blancos de clase trabajadora y mediana educación le dieron el triunfo a un outsider contra la candidata que representaba al establishment político de Washington. Y a su vez, el país rural se impuso al de las grandes ciudades. Si bien, en lo esencial, esta descripción se ajusta bastante a la realidad, hay varios factores, que aunque parezcan de menor envergadura frente a algunas macrotendencias , también influyeron en el resultado. Y lo que es más importante, serán decisivos para determinar el funcionamiento del sistema político en los próximos años y condicionarán la acción del Gobierno. Aquí, algunos factores a tener en cuenta.

La fuerza republicana

Según Sean Trende y David Byler, el Partido Republicano está en su momento de mayor fortaleza desde 1928. Luego de las recientes elecciones tiene más presencia que los demócratas en las legislaturas estaduales. En cuanto a las gobernaciones, casi dos tercios están en manos republicanas y en sólo 16 estados sobre 50, los gobernadores son demócratas. En la Cámara de Representantes, los republicanos obtuvieron la mayoría de las bancas en las elecciones de 2010 y la mantuvieron en las tres siguientes. También hay más senadores republicanos que demócratas desde 2012. Y si bien, al igual que en las dos últimas elecciones, obtuvieron menos votos en el total nacional, pudieron recuperar la Casa Blanca. Es decir que pese a cierta ventaja de los demócratas en el voto popular en las elecciones presidenciales, el Partido Republicano es el de mayor peso institucional.

Trump ganó en parte por su mensaje antiestablishment políbatalla decisivos, conservaron esas características. En ellos ganó Trump, y fue lo que definió la elección, pero las diferencias fueron tan pequeñas (en Michigan, Pennsylvania y Wisconsin resultaron inferiores a un punto) que seguirán siendo considerados estados sin un patrón definido. No ha habido nada que se parezca a un cambio profundo que pueda determinar el desarrollo de elecciones futuras.

El sistema de Colegio Electoral siempre recibe cuestionamientos y cada tanto aparecen movimientos destinados a modificarlo, más luego de una elección que consagró presidente a quien perdió por casi dos millones de votos. Pero es imposible que ocurra porque para ello hace falta reformar la Constitución por lo cual sólo podría hacerse por decisión de los republicanos que son los que más se han favorecido con el sistema.

El número de votantes

El número de votantes creció 1,5% con relación a 2016 pero mucho menos de lo que lo hizo la población en condiciones de votar que aumentó 5,5%. Además, como esta vez los terceros partidos consiguieron reunieron más apoyo, los demócratas y los republicanos obtuvieron menos votos que hace cuatro años. Los dos grandes partidos juntaron 123.000.000 de votos contra 126.900.000 en 2012.

A su vez, Trump obtuvo sólo 317.000 votos más que Mitt Romney en 2012 mientras que Hillary logró 3.500.000 votos menos que Barack Obama cuatro años atrás.

Según el analista republicano Karl Rove, esto significa que el triunfo de Trump no se explica porque logró ampliar la base partidaria como él sostenía durante la campaña sino porque a Hillary le costó mucho retener la coalición que había armado Obama.

Explicaciones modestas

Más allá de las interpretaciones sobre el comportamiento de los votantes, también hubo episodios propios de la campaña que contribuyeron a de finir el resultado. Hillary entró a la campaña con mala imagen y salió de ella igual, en ningún momento pudo diseñar su estrategia para modificar esa situación. Tampoco logró movilizar lo suficiente a la coalición social integrada por las minorías, los jóvenes y los sectores de mayor educación, que le dieron el triunfo a Obama en dos oportunidades. Fue notable la baja concurrencia de los negros y los millennials el 8 de noviembre. Para algunos analistas, faltó un mensaje para la clase trabajadora cuyo peso era decisivo en los estados considerados calve desde el primer momento y que fueron los que efectivamente definieron la elección. Se suponía que los cambios demográficos, básicamente el crecimiento de las minorías, les darían una ventaja estructural a los demócratas. Sin embargo, la menor participación de algunos sectores y un voto homogéneo de los hombres blancos y el del Estados Unidos rural, disiparon esa ventaja.

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