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Entrevista

Bordón: “Argentina es prioritaria para Chile por razones geográficas, históricas y de complementación”

En una entrevista exclusiva con El Economista, José Octavio Bordón, presidente del CARI y exembajador en Chile (2016-2019), analizó los puntos más importantes del vínculo entre ambos países

José Octavio Bordón
José Octavio Bordón .
04 febrero de 2022

Por Damián Cichero

Durante mucho tiempo, Chile dio la impresión de ser el país más estable de la región. A través de políticas de libre mercado, los sucesivos gobiernos de centroderecha lograron alcanzar un importante y sostenido crecimiento económico.

Sin embargo, no todo es lo que parece y una simple medida, como fue el aumento de las tarifas del transporte público, provocó un estallido social sin precedentes que sacó a la luz todas las desigualdades que existen entre la población chilena.

Dicha situación no solo desembocó en la aprobación de una Convención Constituyente, la cual actualmente está desarrollando una nueva Carta Magna, sino que permitió que la izquierda, liderada por Gabriel Boric, volviera al poder casi 50 años después.

Ante esta situación, una de las grandes cuestiones es cómo impactará esto en la relación entre Argentina y Chile. Desde el oficialismo consideran a Boric como un nuevo aliado en la región, más cercano a su impronta que Sebastián Piñera y mucho más que José Antonio Kast, quein perdió el balotaje de diciembre pasado. Sin embargo, las relaciones entre ambos países nunca han sido fáciles.

En una entrevista exclusiva con El Economista, José Octavio Bordón, actual presidente del CARI y ex embajador de Argentina en Chile (2016-2019), analizó los puntos más importantes del vínculo entre ambos países. 

 Teniendo en cuenta su experiencia en Chile, ¿qué puede mencionarnos del vínculo histórico entre ambos países?

Desde 1964, cuando participé con un grupo de dirigentes jóvenes en la asunción del Presidente Eduardo Frei Montalva hasta mis recientes cuatro años como Embajador, he tenido una relación permanente y fructífera con todos los Presidentes, gran parte de sus funcionarios y con las dirigencias políticas de la democracia chilena. Otro tanto con el resto de las instituciones culturales, educativas, empresariales, sociales, religiosas y militares de Chile. He recorrido su geografía desde el norte, en Arica, hasta el sur, en Punta Arenas. Todas estas actividades, durante más de 50 años, y decenas de visitas por diversos motivos me han permitido conocer a su gente, construir amistades perdurables y valorar nuestra relación histórica, presente y futura. Chile, a través de la cordillera de Los Andes, ha sido uno de los tres espacios de ingreso de la colonización española que generó, en su encuentro con nuestro pueblo original Huarpe, la Región de Cuyo dependiente de la Capitanía General de Chile desde 1561 (Fundación de Mendoza) hasta la creación del Virreinato del Rio de la Plata en 1776. Fue aquí donde San Martin, con la participación de O'Higigins, organizó el Ejercito de Los Andes que consolidó la Independencia Argentina y logró la de Chile y Perú. Pese a la extensa y compleja frontera, una de las más extensas del mundo, y las diferencias y tensiones que el ordenamiento de la misma implicó durante dos siglos, jamás hubo una guerra entre nuestros dos pueblos hermanos. Todo ello es un capital social y político inconmensurable. Somos el segundo país andino del continente, con una extensa y rica plataforma atlántica. Nuestro vecino es el país andino más extenso y con una inmensa presencia en el Pacífico. Ambos tenemos fuerte proyección en la Antártida, misiones conjuntas en la misma y trabajamos en consuno por la seguridad en los mares del Sur, la Protección del Medio Ambiente y la explotación sustentable de los recursos ictícolas. Estamos integrados energéticamente y hemos ido actualizando nuestros acuerdos comerciales y de integración. Tenemos acuerdos significativos en las áreas de defensa y seguridad, que incluye una Brigada Militar Conjunta: la Cruz del Sur. Argentina tiene el papel más importante, por historia y geografía, en conformar un gran espacio bioceánico en el Cono Sur del continente con sus vecinos geográficos Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y Chile, más nuestro vecino histórico Perú. En esto, el diálogo entre Chile, Argentina y Brasil no es excluyente de los otros hermanos de la región, pero es esencial e indispensable.

Yendo al Chile de hoy, ¿como se explica el estallido social del 2019?

Chile recibió de la dictadura de Augusto Pinochet, no solo las consecuencias de la represión y la falta de libertad, sino también un alto nivel inflacionario, altísima pobreza y aislamiento internacional, acompañados de una estabilidad monetaria y fiscal lograda en parte con altos costos sociales y fuerte desempleo en momentos álgidos de su gestión. Desde 1990, con pragmatismo, unidad y eficiencia de las gestiones de la Concertación Democrática, razonable acompañamiento de sectores de la oposición y las administraciones de los Presidentes Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera, lograron crecer, mantener la estabilidad económica, modernizar el país, tener muy baja inflación, disminuir fuertemente la pobreza y generar el crecimiento de nuevos sectores medios. El amplio y difícil consenso nacional fue clave en el éxito. Sobre el final del quinto Gobierno de la democracia, el de la centroderecha de Sebastián Piñera, comenzaron fuertes protestas estudiantiles que expresaban, como vanguardia, los reclamos de los nuevos sectores promovidos que percibían que su pertenencia a las nuevas clases medias encontraba limitaciones para una integración plena a la hora de tener enfermedades complejas, financiar sus estudios universitarios, utilizar el transporte público o jubilarse. Este proceso se fue intensificando bajo el segundo mandato de Michel Bachelet y aún más con el segundo de Piñera. En el 2019 se dio un hecho especial: en un espacio y tiempo convergente se sumaron todas estas demandas, con algunas más tradicionales, como los reclamos y propuestas de los pueblos originarios, como así también nuevas demandas sobre temas de género y otros derechos. Más allá de los distintos análisis sobre cómo se desarrollan esos acontecimientos, lo evidente es que hubo una movilización masiva y pacífica de millones de ciudadanos reclamando un cambio profundo, expresando una extendida desconfianza hacia el Gobierno, los partidos políticos y en general de todas las instituciones de Chile desde las religiosas y las militares hasta las empresariales y judiciales. La violencia, que fue tremenda y sostenida, ejercitada mayoritariamente por grupos organizados con fuerte presencia del anarquismo y sectores del narcotráfico, no puede ni debe ocultar la profundidad y transversalidad social de las pacificas protestas. Queda para otra ocasión la pregunta de cómo hizo el Gobierno para superar la violencia callejera, evitar la caída de la Administración y transitar un tiempo institucional de dos años que culminó con profundísimos e inesperados cambios políticos electorales y una jornada electoral ejemplar en la segunda vuelta que definió el nuevo presidente. Hoy, importantes sectores que no coinciden con las fuerzas políticas triunfantes han transitado del pánico a la espera con cierta esperanza, aunque persista la incertidumbre sobre los grandes y complejos desafíos que tendrá el Gobierno de Boric: el octavo elegido democráticamente desde el regreso a la democracia en 1990.

¿Cómo impactará en la relación bilateral la llegada de Boric al poder?

El presidente electo es un hijo generacional de un trayecto democrático de tres décadas que ha valorado y respetado los Derechos Humanos, el pleno funcionamiento de las instituciones republicanas, el multilateralismo, y una inserción internacional realista con valores, pero sin ideologismos. En ese marco han valorado y consideran muy importante la relación con sus vecinos y particularmente con Argentina. Todas sus declaraciones y actitudes personales han ido en general en esa línea y sus diferencias tienen que ver con lo que interpretan como un agotamiento del proceso de crecimiento con inclusión social, la necesidad de dar respuestas renovadas a la nueva ciudadanía e incluso la de hacer más activa la convergencia entre los países de la región. Entre ellos, indudablemente Argentina es prioritaria por razones geográficas, históricas y de complementación. 

Antonia Urrejola será la segunda mujer en la historia de Chile en dirigir el Ministerio de Relaciones Exteriores. Experta en DD.HH,. ha sido muy crítica de países como Nicaragua y Venezuela. ¿Esto influirá en las relaciones con Argentina?

A la próxima canciller la conozco y bien desde hace muchos años. En los primeros años del Siglo XXI, por mi actividad como embajador argentino en Washington, y también por mis responsabilidades como Director Político del Proyecto OEA/PNUD sobre el “Estado de la Democracia en América Latina” en forma coetánea con las responsabilidades de Urrejola en la OEA y posteriormente con sus funciones en el Gobierno de Chile cuando yo era embajador en su país y luego como Presidenta de la Comisión Interamericana de DD.HH. Es una mujer de excelente formación como jurista, con un fuerte y democrático compromiso con los DD.HH., con buena experiencia en política nacional y en el plano internacional. De una personalidad afable y al mismo tiempo firme. Justamente, su capacidad y convicciones para no tener una perspectiva sesgada por los prejuicios e ideologismos respecto a los DD.HH., siendo una independiente muy cercana al socialismo chileno, es una buena noticia para nuestro país y la región y debería convertirse en una excelente colega de la política exterior argentina en este y en otros muchos temas bilaterales, regionales y globales.

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