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Los mercados en tiempo de descuento con un martes clave

Ucrania, inflación mundial, fin del dinero gratis, Covid, negociación con el FMI. Una montaña de temas colocan a los mercados en una volatilidad extrema

Los mercados en tiempo de descuento con un martes clave
Luis Varela 14 febrero de 2022

A lo largo de toda la semana pasada, pero sobre todo jueves y viernes, el mundo financiero fue caracterizado por dos condiciones esenciales: volatilidad y precios desquiciados. Solo por citar unos pocos ejemplos, bien puede decirse que el viernes en sus cotizaciones operadas en la Bolsa de New York papeles como Barrick Gold o Petrobras anotaron subas del 6%, mientras que Good Year y ADV se hundieron 27% y 10%, al tiempo que entre los ADR argentinos que se transan en ese mercado Pampa E y Telecom pegaron un salto del 6%, mientras que Edenor y Mercado Libre sufrieron un resbalón del 3%.

Y la lista de variaciones extremas se puede extender a decenas de empresas, con rojos o verdes extremos, en algunos casos como si se hubiera llegado al cielo y en otros como si se hubiera caído hasta el infierno. ¿A qué se deben tantas diferencias? ¿Por qué ocurren semejantes variaciones? ¿Pueden continuar? Las respuestas a esas preguntas tienen que ver con lo que pasó, lo que está pasando y lo que puede llegar a pasar.

Quizás muchos no lo recuerden, pero lo que marcó el inicio de toda esta etapa fue lo aparecido misteriosamente en Wuhan una ciudad del interior del China, a casi nueve horas de auto de Shanghai, en noviembre de 2019. En esa población con 11.000.000 de habitantes, a orillas del río Yangtsé, se originó la pandemia que en un principio se denominó corona virus, luego Covid-19 y después derivó en varias cepas secundarias. Desde ese momento hasta hoy el mundo perdió 5.800.000 de vidas.

El impacto del petróleo

El segundo gran pulso que se destacó en esta suerte de mundo en guerra fue lo sucedido con el precio del petróleo. Con gente cayendo como moscas por todas partes, buena parte de la población mundial se detuvo en febrero-marzo de 2020 y con eso el precio del barril de crudo colapsó, tanto que por freno absoluto en la demanda no había lugar donde acumular la producción y hubo un par de días en los que el petróleo llegó a valer 0 (cero), los barcos que llegaban eran rechazados por no haber más lugar para contenerlo.

Desde ese momento, se desató en los grandes productores del denominado oro negro una partida de ajedrez para ver cómo se resolvía el cuello de botella: los jugadores principales, nucleados en la Opep+ (esencialmente países árabes y Rusia) con una gran discusión entre Arabia Saudita y Moscú para ver qué se hacía con la producción.

La cuestión es que detrás de eso, aparecieron las vacunas, las muertes se redujeron en olas sucesivas, que todavía no terminan, y con maniobras estratégicas de oferta regulada, el barril de petróleo fue subiendo mes a mes, tanto que desde aquel cero absoluto hasta ahora, el viernes pasado la variante WTI alcanzó los US$ 93,60 y la variante Brent llegó a US$ 94,90, las cotizaciones más altas en siete años, y con algunos expertos que afirman que puede seguir subiendo.

Por supuesto, entre el Covid matando y el petróleo subiendo, todos los derivados que surgen desde esa materia prima también se colocaron en una montaña rusa increíble. El precio del gas valía US$ 2,2 en noviembre de 2019, cuando nacía el Covid; cayó hasta US$ 1,6 en marzo de 2020, y después estalló hasta US$ 5,9 en agosto del año pasado, y desde ahí está en un sube y baja que oscila alrededor de los US$ 4.

La tensión en estos dos precios energéticos clave desataron una puja interminable entre los oferentes y los demandantes: "abran más los grifos, liberen los gasoductos", reclamaban en una punta, mientras que desde el oro lado se saben con una espada de Damocles en la cabeza, ya que la electrificación del mundo automotor, que será predominio en tres o cuatro años, recortará sustancialmente la dependencia de esas materias primas, y los países que hoy viven vendiéndole lo que tienen a otros, se quedarán sin tanto que vender y sus ingresos se irán a pique.

Emisión en todas partes

En el medio de eso, por supuesto, se fueron desarrollando todos los efectos secundarios que conocemos todos. La mayoría de los países optaron por emitir dinero sin fin para sostener los niveles de consumo y que con eso la economía no estallara.

Muchísimas monedas débiles empezaron a perder valor. La suba de los insumos se desató, llegó una ola inflacionaria mundial que no se veía desde hace décadas, y ahora que pareciera que el virus empieza a ser controlado están llegando las decisiones para desarmar lo que se hizo: para apagar la inflación, los países dejan de comprar bonos para dar liquidez, empiezan a venderlos para sacar dinero de los mercados y, no solo eso, ya se inició una sucesión de subas de tasas de interés en varios países, y EE.UU. acaba de anunciar que a lo largo de este año la tasa corta pasará del 0% probablemente al 1,5% anual a mediados de año y, si la inflación no se apaga, vaya a saberse qué se decidirá para noviembre y diciembre próximos.

A lo largo de todo este proceso, hubo ganadores y perdedores. Los que más sobresalieron entre los que se hincharon de sonrisas fueron los papeles tecnológicos, cuyas acciones llegaron a las nubes, hasta cifras imposibles. Podemos citar infinidad de casos, pero como muestra basta un botón: la acción de la automotriz eléctrica Tesla valía US$ 80 el día que se inició el Covid en noviembre de 2019; llegó a US$ 1.230 hace 90 días, el viernes cerró a US$ 860 y varios bancos de inversión la ven por debajo de US$ 500 en un futuro cercano, lo cual plantea una caída adicional del 42%. Eso puso los pelos de punta en Wall Street, tanto que el índice tecnológico Nasdaq se hundió 4,8% entre jueves y viernes: específicamente 2% abajo el jueves y 2,8% abajo el viernes.

La tensión global

En medio de este gran desarme y rotación de inversiones, con los tenedores de fondos huyendo hacia lo que se denomina valores de calidad, supuestamente seguros, surgen dos grandes interrogantes que tienen a todo el planeta pendiente de las noticias. El más estruendoso es el creciente interés ruso porque Ucrania no su una a la Unión Europea, con Vladimir Putin llegando a amenazar con una guerra nuclear si eso sucede. Y la segunda gran pregunta es: ¿terminó el virus?

Varios países como Dinamarca y otros, empiezan a declarar el fin de la pandemia, considerando que las nuevas cepas son mucho más contagiosas pero menos mortales, dominables por las vacunas. Pero según datos de la OMS, en la última semana se murieron en el mundo 76.200 personas, un nivel que se sigue manteniendo alto, y en los últimos siete días hubo 17 países con entre 1.000 y 17.000 muertes, entre los que estuvo Argentina.

Efectivamente, Estados Unidos perdió 17.000 personas en los últimos siete días, la India 6.867 personas, a la que siguieron con números enormes Brasil, Rusia, México, Italia, Francia, España, Turquía, Ucrania, Colombia, Polonia y la Argentina (con 1.420 decesos en la última semana, al cierre de esta edición).

Suben las commodities

Esta nueva ola de Covid está generando problemas en los suministros, a lo que se suman los increíbles cambios climáticos, con olas polares en un extremo del mundo y sequías pronunciadas en el otro lado.

De ese modo, en lo que va de febrero hay subas del 4% al 25% en los granos, salto del 6% en el petróleo y avances del 3% al 5% en los metales básicos insumos de las industrias.

Tanto que EE.UU. marcó en enero una inflación anual del 7,5% con un enero más caliente que lo esperado, amenazando con subir fuerte las tasas de interés. Y las posiciones refugio están enloquecidas: el Bitcoin cotizaba a fines de enero a pálidos US$ 38.400, US$ llegó a 45.700 el jueves y en las últimas transacciones está pidiendo la hora porque cae otra vez a US$ 42.245. Y los que renacieron de las cenizas, completamente descartados hace un mes, son los metales preciosos, tanto que la onza de plata sube en febrero 5,2% y el oro 3,5%.

Con Vladimir Putin desenfundando, el Covid que no desaparece y EE.UU. listo para subir las tasas, el valor de las monedas actuó en consecuencia: a lo largo de la semana pasada el dólar subió 0,9% contra el euro y 0,2% contra el yen, pero cedió entre 0,1 y 2,6% en Chile, Brasil, Gran Bretaña y China. Y en Argentina el mercado cambiario fue una ola cambiante: los pequeños inversores siguen subiendo del peso y el blue subió 0,7% en la semana, pero los dólares financieros bajaron 2% porque esta semana vence el impuesto a los bienes personales y muchos desarmaron posiciones para cumplir con el fisco, con el 100% de los operadores augurando que se viene una segunda quincena cambiaria para alquilar balcones.

Todo esto generó taquicardia en las bolsas: hubo subas semanales del 1% al 5% en Chile, México, Madrid, Frankfurt, San Pablo y Tokio. La Bolsa de Buenos Aires estuvo neutra (apenas arriba en pesos y 0,5% abajo en dólares). Pero la peor parte se la llevó la Bolsa de Nueva York: en las cinco ruedas de la semana pasada en Dow Jones achicó 1% y el Nasdaq 2,2%, pero ya dijimos lo peor de lo peor ocurrió el jueves y sobre todo el viernes, una vez que se conoció la inflación de EE.UU. y con Putin cantando un 'no va más'.

Tenemos una lluvia de información sobre la pelea interna argentina con el FMI, con números del poroteo, para saber si el Congreso acepta o no acepta la carta de intención con el Fondo. Inocentemente, el ministro Martín Guzmán se pasó dos años y dos meses dando vueltas para torcerle el brazo al directorio del FMI.

En ese directorio, Argentina tiene un poder de voto del 1,59% y el 95,9% restante le acaba de contestar cansadamente lo mismo que le dice a Alberto desde su minuto uno en la Casa Rosada: no se bajan las sobretasas, armamos esta carta de intención poniéndole un límite a la emisión de pesos, que será auditada por técnicos del FMI cada tres meses, la primera a fines de marzo. Si algo de eso no se cumple, Argentina entrará en default. Si se acuerda y se cumple, el país seguirá contando con el único financiamiento externo que le queda: el FMI, el Banco Mundial, el BID y otros organismos multilaterales.

Con el grito en el cielo, la mayor parte de los gobernadores le dicen a Alberto y al kirchnerismo, acuerden, porque si no lo hacemos nos quedaremos también sin esos fondos.

A partir de esa foto, la realidad plantea para mañana martes dos datos esenciales que pueden generar un antes y un después para los mercados internacionales y para el mercado local. El martes el Capitolio deberá definir si Jerome Powell sigue o no al frente de la Fed. Y también este martes el Indec dará a conocer el IPC de enero. 

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