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“Un acuerdo con el FMI no debería implicar detener el proceso de recuperación”

Para Antonio Aracre un acuerdo con el FMI debería implicar un programa de refinanciación “que no implique detener el proceso de recuperación que vive Argentina”

Antonio Aracre de Syngenta
Antonio Aracre de Syngenta Gentileza Aracre
21 noviembre de 2021

Por Agustín Maza

Durante las próximas semanas, y meses, se dará en Argentina un debate sobre qué rumbo deberá seguir Argentina ante un necesario acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La actividad se encuentra en recuperación, aunque existen algunas dudas de cara a 2022 sobre el futuro de la economía.

Para el director general para Latinoamérica de Syngenta, Antonio Aracre, consideró en diálogo El Economista que un acuerdo con el FMI debería implicar un programa de refinanciación “que no implique detener el proceso de recuperación que vive Argentina”.

El ejecutivo de la mayor agroquímica del mundo consideró que un programa de ajuste “perjudicaría a los sectores más vulnerables que mueven el consumo, a las empresas tampoco les iría bien, y eso haría caer la recaudación. Es el caso del perro que se muerde la cola”.

¿Cómo definiría el proceso actual de recuperación económica?

En enero publiqué en Twitter que por cómo había terminado el último trimestre del año pasado, con buenos precios internacionales, buenas exportaciones, cosecha y toda la industria empezando a arrancar, había muchas chances de rozar una recuperación del 10% en 2201. En ese momento había muchas incertidumbres por la salida de la pandemia, las vacunas que no llegaban y la verdad es que a pesar de una segunda ola que retrasó el crecimiento, actualmente estamos viendo una recuperación muy interesante en esos valores. Obviamente que hay sectores que están tardando en recuperarse, pero si ese proceso de crecimiento continúa la gente lo va comenzar a percibir. Con esta dinámica vamos a recuperar en poco más de un año todo lo que se perdió durante la pandemia.

¿Coincide en que para 2022 el panorama no es tan positivo, por lo menos a priori, que en el corriente año?

Creo que no es bueno cuando se dan pronósticos tan agoreros como lo que sucedía de 2020 para 2021 y terminó siendo muchísimo mejor que las proyecciones que había en aquel momento. En la economía las expectativas juegan un rol muy importante y cuando hay cosas buenas para decir me parece indicado manifestarlo. El año corriente va a dejar para 2022 cierto arrastre estadístico de 2 puntos porcentuales probablemente. Cuánto se pueda mejorar esa base dependerá fundamentalmente de lo que se pueda acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en cuanto a una refinanciación que no implique detener el proceso de recuperación que vive Argentina. Al mismo tiempo ese acuerdo deberá abordar una resolución a la restricción externa, que es un problema histórico para nuestro país a la hora de sostener el crecimiento.

¿La visión podría definirse como “ajustar, pero creciendo”?

Creo que hay mucho que se puede hacer en el frente fiscal para ordenar el gasto improductivo. Un ejemplo, pero no el único, es el ajuste tarifario para eliminar los subsidios que benefician a los sectores de mayores ingresos que podrían pagar lo que verdaderamente les corresponde. Sabemos que no es fácil de implementar, pero en las reuniones que mantenemos con funcionarios nos comentan que se está avanzando en ese sentido. La cuestión principal será definir con el FMI una propuesta de pago que nos permita alcanzar un determinado superávit y que eso se pueda destinar a los compromisos asumidos durante los próximos años, sin que eso signifique una reducción en las expectativas de crecimiento. Las empresas somos las más interesadas en que Argentina siga creciendo y que el ajuste no sea la política a llevar adelante. Eso perjudicaría a los sectores más vulnerables que mueven el consumo, a las empresas tampoco les iría bien, y eso haría caer la recaudación. Es el caso del perro que se muerde la cola. Una política en ese sentido no tiene beneficios para nadie, ni para el FMI, por eso habría que buscar una salida atípica a lo que se acostumbra en este tipo de acuerdos. La inversión en obra pública tiene un efecto importante en la economía y en la generación de empleo en los sectores de bajos ingresos, por lo que habría que sostener ese gasto.

Creo que hay mucho que se puede hacer en el frente fiscal para ordenar el gasto improductivo: un ejemplo, pero no el único, es el ajuste tarifario

Respecto al contexto internacional, ¿le preocupa una posible suba en las tasas de interés a nivel internacional que impacten en el precio de las commodities y posiblemente en la actividad de Syngenta?

El precio de las commodities subió mucho desde hace un año, luego se normalizaron un poco, y todavía están en un nivel interesante. No creo que en los próximos meses se vayan a derrumbar porque los cambios en los hábitos de consumo y de matrices productivas están generando una situación de crisis global en la tecnología y producción que van a generar por lo menos un año más precios altos en las commodities. Ese proceso hay que aprovecharlo anticíclicamente como algo positivo y dado que es una situación que es beneficiosa para nuestro país, hay que seguir apalancando el crecimiento a partir de ahí. 

¿Cómo les está impactando a la hora de producir el contexto internacional?

Hay una crisis logística tremenda que se impuso en la salida de la pandemia y eso genera mucha demora en los embarques. A eso se sumó un incremento en los costos del transporte. Los grandes países productores como China e India tuvieron cierres durante muchos meses de sus plantas, lo que contribuyó a una reducción de stocks muy significativa. Ahora se está retomando la producción, pero con un cambio en la matriz energética que van a llevar algunos meses para normalizar. La conclusión es que hasta 2023 vamos a tener una escasez de insumos que genera una inflación internacional altísima que se verifica en Europa o Estados Unidos, por ejemplo.

Hay una crisis logística tremenda que se impuso en la salida de la pandemia y eso genera mucha demora en los embarques

En ese marco local y mundial, ¿cómo es planificar inversiones en nuestro país?

El proceso de inversión tiene una complejidad adicional en Argentina que es producto de la inestabilidad de la macroeconomía y la discusión política tiene mucho más impacto en los negocios que en cualquier otro país. La habilidad de quienes están al frente de las empresas de entender la historia de los últimos años puede generar a los empresarios una ventaja comparativa. La idea es manejar esas variables y que no te manejen a vos. Lo más complejo de solucionar, a mi entender, es por un lado el frente externo por la falta de divisas que llevan a saltos devaluatorios con todas las consecuencias que ya conocemos. Aún así, generamos una cantidad de dólares que en otros lugares sería algo razonable, pero el carácter bimonetario de la economía nos genera la escasez de la que hablaba al principio. Tenemos que apuntar a generar un superávit fiscal de US$ 30.000 millones para tener un buen respaldo ante la demanda de billete verde. Obvio que no será de un día para el otro, va a llevar tiempo. El segundo frente que hay que abordar es el fiscal, que se soluciona ordenando las cuentas, y el tercero tiene que ver con anclar expectativas para tener previsibilidad.

Muchas actividades económicas que tienen buenos resultados para aumentar las exportaciones suelen tener un impacto significativo en el medioambiente. ¿Cuál es su visión al respecto y cómo vive la discusión por los fitosanitarios?

Para mí el medioambiente o la economía es un falso dilema. Yo lo pondría en términos de sustentabilidad: tomar medidas que protejan el planeta pero que sean sustentables. Yo no puedo dejar de realizar una actividad y echar a un millón de personas porque eso no es sustentable. No hay actividad económica que no implique un impacto al medioambiente. Debemos generar conciencia y políticas públicas para ir transformando la matriz productiva. Es una falacia ponerlo en términos dicotómicos. En el caso de los fitosanitarios, cuanto más rendimiento le pueda sacar a la tierra por hectárea, menos voy a necesitar buscar nuevas hectáreas para alimentar una determinada cantidad de gente. Es impensable un mundo sin mejoramiento fitosanitarios, biotecnología, o mejoramiento genético, porque produciremos muchísimos menos alimentos y dejaría de ser sustentable.

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