El Economista - 70 años
Versión digital

jue 25 Abr

BUE 16°C
Análisis

La teoría del BCRA independiente

En países como Argentina los beneficios de la coordinación entre el BCRA y el Tesoro son largamente mayores a los costos de una (relativa) “dependencia”

La teoría del BCRA independiente
Nicolás Salvatore 23 febrero de 2022

La teoría libertaria (Von Mises o Hayek, entre otros), tan de moda últimamente en Argentina, propone la eliminación de los bancos centrales. No se refieren sólo al BCRA, sino también a la Fed de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón o el Banco de Inglaterra. 

Estimado lector, ¿imagina los efectos de una corrida cambiaria en un país emergente sin banco central? Más cerca de la cordura, la teoría ortodoxa esgrimida por los economistas liberales argentinos sostiene que el Tesoro debe ocuparse de la política fiscal y la de deuda, mientras que un banco central independiente debe utilizar la política monetaria con un único fin: controlar la inflación.

Esta idea enfrenta un primer problema. En los países centrales el tipo de cambio es sólo un problema de comercio exterior, por lo que el banco central puede dejarlo flotar, en forma suave y sin mayor impacto inflacionario.

En cambio, en economías emergentes, pequeñas y abiertas, que exhiben una mayor volatilidad en sus variables macroeconómicas, las oscilaciones cambiarias suelen tener un (gran) impacto inflacionario, tal como ocurre en Argentina. 

En consecuencia, en estas economías el banco central debe tener al menos dos targets, y no uno: la inflación y el tipo de cambio. Por su parte, el Tesoro debe cumplir con otros tres targets: el déficit fiscal, la deuda pública y las políticas de ingresos. En estos países la falta de coordinación entre estas cinco políticas es algo muy parecido al suicidio, ya que la coordinación de políticas económicas no es un hecho natural.

El segundo problema que surge al evaluar la independencia del BCRA radica que la Fed, la meca de los bancos centrales, no tiene como único objetivo mantener baja la inflación sino que, por ley, debe rendir cuentas al Congreso de la evolución de sus metas de inflación y de empleo en forma trimestral. Debe velar por ambos ejes de la Curva de Phillips, y no uno.

Una buena pregunta es por qué el FMI impone recetas a los países emergentes que jamás se le ocurriría exigirle a su principal accionista: Estados Unidos. Otra buena pregunta es por qué los economistas ortodoxos (liberales) argentinos, muchos de ellos doctorados en ese país y admiradores de la Fed, cuando piensan la economía argentina se olvidan del otro de los dos ejes de la Curva de Phillips, el empleo, algo que a la Fed ni se le ocurriría y que, aún si tuviera esa idea alocada, no se lo permitiría el Congreso.

Conclusión. En países como Argentina los beneficios de la coordinación entre el BCRA y el Tesoro son largamente mayores a los costos de una (relativa) “dependencia” de un banco central que tenga dos targets, inflación y empleo, como la Fed, más un target cambiario. La forma de combatir la inflación no es con un BCRA independiente y miope, que sólo atienda la inflación, sino implementando políticas macroeconómicas sanas.

En esta nota

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés