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La fantasía migratoria de Lacalle Pou: quiere atraer 100.000 argentinos en cinco años

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10 enero de 2020

A un sector importante de la clase alta local le fascina Uruguay. Es un idilio incremental que comenzó hace algunas décadas, contracara del desencanto con Argentina. La fantasía de irse a vivir allí está siempre presente en muchos de sus integrantes y se correlaciona positivamente cuando se agudiza la presión impositiva en Argentina y gobierna el peronismo.

Luis Lacalle Pou conoce los gustos de ese segmento y, por lo tanto, se cree en condiciones de seducirlo para que se muden a Uruguay y, con ellos, lleguen emprendimientos y capitales. Ayer, los medios uruguayos daban cuenta del interés del futuro Presidente en conseguir la radicación en cinco años de 100.000 argentinos en Uruguay. A tal fin, flexibilizaría normas que dificultan el ingreso de capitales. Según reportó El Observador, el próximo mandamás charrúa dijo: “Vamos a flexibilizar alguna norma bancocentralista que dificulta mucho el ingreso de capitales”. Probablemente haya más incentivos fiscales, impositivos y migratorios.

Sería, además, una inyección poblacional que no le vendría mal a un país con pocos habitantes, bajo crecimiento demográfico y con tradicionales tendencias a emigrar. Recién en los últimos años ha sido receptor de inmigrantes de otros países de América Latina.

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A un sector social de Argentina, Uruguay les resulta muy afín porque pasa allí sus vacaciones desde hace muchos años, además tienen propiedades en el país y las culturas son muy parecidas. Ahora se suma una mayor presión impositiva asociada a un nuevo cambio de reglas.

Las diferencias políticas son notables y, si bien muchos consideran que se agudizan cuando gobierna el peronismo, distan de ser nuevas. El funcionamiento institucional de Uruguay es un rasgo distintivo en la región, que trasciende a los gobiernos y se encuentra en la historia del país. Uruguay tiene como una de sus principales fechas patrias al 18 de julio, día de la jura de la primera Constitución, su Ley de Educación es previa a la 1.420 de Argentina y acaba de ganar las elecciones una alianza entre dos partidos que nacieron a mediados del Siglo XIX.

De todas maneras, más allá de las fantasías, una emigración importante desde Argentina a Uruguay por parte de sectores de altos ingresos parece muy difícil de concretarse más allá de las ventajas económicas que se concedan. Las oportunidades de negocios no abundan en Uruguay y no lo podrán hacer por una cuestión de tamaño y escala. El Banco Mundial, en su informe Doing Business, ubica a Uruguay en el puesto 101°. Mejor que Argentina, sí, pero lejos de ser una panacea market-friendly.

Hay, por cierto, algunos productores agropecuarios que han comprado campos en los 2000 (dado que allí no hay retenciones) y hay otros empresarios de Argentina que han realizado, y seguirán haciendo, emprendimientos, especialmente el real-estate.

Es probable, también, que aquellos que piensen una vida económicamente poco activa o que estén en búsqueda de más tranquilidad y seguridad, más allá de su nivel de ingreso, sientan atraídos por Uruguay. Pero no parecería ser ese el segmento en el que está pensando Lacalle Pou.

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