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Inversiones: ¿qué pasará después de las primarias?

Mientras el mundo se sigue adaptando a la salida del virus y a la mayor inflación, el mercado argentino acaba de mostrar dos problemas: Martín Guzmán no logra el financiamiento necesario y el Banco Central pierde reservas demasiado rápido.

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Luis Varela 08 agosto de 2021

Por Luis Varela

Hoy no es un día más para Argentina. Se cumple un año exacto desde el canje de deuda que parsimoniosamente armó Martín Guzmán. Y además fue la fecha original asignada para las elecciones primarias, que se postergaron por la amenaza de la pandemia y que, en consecuencia, se realizará dentro de 800 horas.

Paradójicamente, el canje no sirvió para nada: seguimos aislados del mundo, sin crédito y con un riesgo país que es ocho veces más alto que el de los países vecinos. Y la postergación de la elección se da en un momento en el que bajaron los contagios y las muertes, en un fin de semana en el que además se concretó una movilización multitudinaria, con una cola de 40 cuadras para pedirle trabajo a San Cayetano.

Argentina sigue aislada, detenida, fuera del mundo, mientras que el planeta sigue navegando en un mar bastante incierto. Según datos presentados por cada país, en la última semana la cantidad de contagios tuvo un incremento estremecedor, de casi 9% global. Y las muertes también crecieron, pero mucho menos, 1,6%, apenas un poco más que en la semana anterior: las vacunas y los servicios sanitarios están funcionando.

Coronavirus y actividad

Por supuesto, ante tanto crecimiento en los contagios, muchos países decidieron tomar medidas. Algunos volvieron a los barbijos, unos pocos retrocedieron en cuanto a las aperturas. Pero en todas partes se busca hacer un delicado equilibrio entre protegerse del virus y mantener los niveles de actividad económica lo más sólidos que se pueda, fomentando el consumo con pura emisión de dinero.

La recuperación no es sencilla en ninguna parte. China, que parecía ser el ciclón que se comía a los chicos crudos, está mostrando algunas dificultades. Y Estados Unidos, que había perdido 16 millones de puestos de trabajo en lo peor de la pandemia, acaba de anunciar que en julio recuperó casi un millón, por lo que todavía le faltan 7 millones para volver a la situación de empleo que tenía antes de que el virus se despertara.

La fuerte creación de empleo lograda por Estados Unidos el mes pasado reactivó entre los analistas la idea de que los tiempos de la Reserva Federal se van acortando. Se sabe, el rol fundamental de la Fed es perseguir dos objetivos: lograr pleno empleo y que la inflación esté bajo control, idealmente por debajo del 2% anual.

Para lograr esos dos objetivos, Jerome Powell y los 18 directores de la Fed decidieron el año pasado regar con dólares al mercado: cada mes compran en Wall Street US$ 80.000 millones en bonos del Tesoro y US$ 40.000 millones en papeles respaldados por hipotecas. Y como el empleo va repuntando, con la inflación empezando a hervir (5,4% anual en junio, la mayor en casi dos décadas), la autoridad monetaria de EE.UU. anunció que bajará pronto la compra de bonos y que el paso siguiente, aunque todavía lejano, será subir la tasa de interés corta.

Como la inflación anual norteamericana era del 1,1% en enero y saltó a 5,4% en junio, el gran debate académico que se ubicó en el centro de la escena fue resolver si esta suba de precios es temporal o estructural. Es decir: definir si hay que apurarse por quitar los estímulos, o si hay tiempo para que el virus termine por diluirse, y recién ahí dejar de fogonear al consumo cebándolo con dólares regalados.

En pocos días se sabrá cuál fue la inflación norteamericana de julio, un dato que puede mover el amperímetro de las inversiones. Pero lo que ya se sabe es qué sucedió con los precios en la primera semana de agosto, y ahí el resultado está tan dividido que nadie puede afirmar con certeza si estamos en una inflación temporaria o estructural.

En números concretos, durante la primera semana de agosto, a pesar de los dólares arrojados desde helicópteros por Ben Bernanke y Joe Biden, increíblemente el dólar se siguió fortaleciendo. Como Estados Unidos sigue recreando empleo, con una ley laboral ultraflexible, la súper emisión de dólares no asusta (también hay mucha emisión de otras monedas) y el billete verde subió la semana pasada contra una canasta de monedas integrada por el euro, el franco suizo, el real, el yen, la libra y el yuan.

El dólar, firme

Y con el dólar particularmente firme, las posiciones refugio que se fueron utilizando en los últimos tiempos tuvieron una evolución absolutamente contradictoria. Las criptomonedas (muy heridas entre mediados de abril y mediados de julio) acaban de tener una recuperación notable, de más del 10%. Mientras que las onzas de oro y plata, que habían resucitado en julio, acaban de caerse en la apertura de agosto, alejándose otra vez de los picos que mostraron hace exactamente un año.

Y el resto de las commodities principales también tuvieron una evolución absolutamente contradictoria. Para bien de Argentina, los granos tuvieron un buen arranque de agosto, pero los metales básicos (insumos principales de las industrias) marcaron un retroceso. El susto por la cepa Delta primó por encima de la apertura de canillas que hizo la Opep, que determinó un arranque del mes con un derrumbe del 8% para el petróleo.

Con commodities y posiciones de reserva indefinidos, los inversores del mundo siguen montados en activos de riesgo: las bolsas se mantienen sostenidas, aunque con un titileo en la luz bursátil que debe ser muy tenido en cuenta.

Sin dudas, en Wall Street sigue la fiesta: el índice Dow Jones Industrial superó la semana pasada el máximo del 10 de mayo, y fue a otro récord, acumulando una suba del 15% este año. El índice S&P500 (más representativo porque tiene muchas más empresas, y diversas) también llegó a un maximo histórico y sube 18% en el año. Pero atención: el Nasdaq (donde están las tecnológicas) tocó su valor maximo el jueves, pero el viernes ni el anuncio de la creación de casi 1 millón de puestos de trabajo logró mantenerlo, tanto que el viernes bajó 0,5%, y ahora sube exactamente como el Dow, 15% en el año.

Mientras tanto, la situación argentina es muy diferente. Con un Estado que mete la mano en todo, para mantener las aguas quietas por lo menos hasta las elecciones de noviembre, se espera que la inflación de julio sea inferior al 3% mensual y que la tasa de los plazos fijos no sea tan negativa. Pero el cúmulo de aumentos de agosto (expensas, alquileres, GNC, prepagas, etcétera) calentará el IPC nuevamente y el 50% de inflación anual pude llegar a quedar como un buen recuerdo.

La estrategia de Guzmán

Por ahora, con pura intervención, Guzmán está anclando el dólar como casi única herramienta para llegar al 14 de noviembre sin que la situación se desmadre. Pero de fondo, la situación sigue tensa: el esquema de separar al enemigo para poder enfrentarlo con más fuerza es repetido en el mercado cambiario. Creó tipos de cambios múltiples, y cada vez que algún valor levanta la cabeza, se lo frena usando reservas, bonos, con presión a los formadores de mercado, lo que sea, con tal de que el billete no se acerque a los temidos $195 de la última corrida.

Y en lo que va de agosto logró aplastar a los dos dólares que más se habían rebelado: hizo bajar 1,7% al dólar Senebi y achicó 1,1% al dólar blue. Pero de fondo, implacables, los dólares financieros libres, que son los que mueven la mayor masa de dinero, siguen subiendo, y rápido. En la primera semana del mes el dólar MEP subió 1,3% y el contando con liquidación aumentó 1,1%, con los dos valores acercándose cada vez más al Senebi y al blue.

Y lo más peligroso de todo es que este acercamiento se está dando con dos debilidades profundas.

1) Guzmán viene de una mala licitación de deuda en pesos. La semana pasada colocó bonos indexados o atados al dólar por $ 146.300 millones, cuando necesitaba $ 222.000 millones para cubrir vencimientos inminentes. O sea, no llega a conseguir lo que necesita. Decididamente, el llamado falló porque no quiere vencimientos antes de las elecciones. Los inversores quieren mantenerse en pesos hasta pocos días antes de las elecciones y recién ahí decidir qué hacer. Y eso, al menos por ahora, obligará a más emisión de pesos del BCRA, sobre todo en este contexto de más dinero lanzado al mercado para ver si logran que haya más consumo y otro humor preelectoral. Veremos si hay sorpresas, por ahora las dos próximas licitaciones programadas de agosto son el miércoles 18 y el jueves 27.

2) Y la otra gran debilidad que los acreedores ven con la boca seca es la vertical caída de reservas que está sufriendo el Banco Central. Ya sea por pagos a organismos, por importaciones, o por directa intervención en el mercado cambiario, el Banco Central acaba de perder en apenas dos semanas casi la cuarta parte de las reservas que reunió en los siete meses anteriores, con una buena cosecha y con precios excelentes para los granos. A fines de noviembre había US$ 38.652 millones en Reconquista 266, esa suma llegó a US$ 43.111 millones hace dos semanas y el viernes se desgajó hasta US$ 42.063 millones.

Ese cambio de tendencia planteó una gran duda entre los principales operadores financieros del mercado local: "Si con una cosecha con precios en el cielo juntó US$ 4.460 millones entre noviembre y julio, y ahora en dos semanas se esfumaron US$ 1.048 millones, ¿qué pasará en las cinco semanas que hay hasta las PASO? Y sobre todo, ¿qué pasara en las nueve semanas siguientes, es decir entre las PASO y las elecciones generales, sobre todo si el Gobierno obtiene un mal resultado en las urnas y queda como una administración debilitada?".

Es cierto, estas PASO no son estrictamente comparables con las PASO de 2019 porque aquella elección traía consigo un cambio inminente en el Gobierno. Mientras que ahora, esta PASO apenas puede cambiar algunos asientos en el Congreso y algunas legislaturas.

Hasta ahora, todos los inversores venían especulando con que la elección de noviembre o un acuerdo con el FMI se convirtieran en dos drivers positivos que sacaran a Argentina del pozo. Pero por lo que se vio en la primera semana de agosto, con dólares financieros libres muy firmes, con bonos y acciones planchados, el horizonte de corto plazo sigue siendo errático y repleto de dudas.

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