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Una “nueva realidad” anuncia un cambio de época hacia el mundo limpio 5.0

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14 octubre de 2020

Por Alfredo Pérez Alfaro  Doctor en Ciencias Económicas y Director de Fundación GEO

La crisis del coronavirus está devorando vidas, empleos, economías e ilusiones. Pero también está devorando palabras, que de pronto van siendo cada vez menos apropiadas para describir lo que pasa, y mucho menos para imaginar lo que puede llegar a pasar.

¿Qué significa y en qué dimensión de tiempo y espacio se ubica la “pos pandemia”?

¿Qué significa y en qué dimensión de tiempo y espacio se ubica la “nueva normalidad”?

¿Y si el cambio ya se ha producido, se está produciendo y seguirá en proceso permanente?

Constantemente se utilizan esos términos: sociólogos, filósofos, economistas, sanitaristas, periodistas, políticos y politólogos suelen incluir en sus expresiones o en sus escritos referencias a una quimérica “pospandemia”, momento inasible pero tan esperado, a partir del cual brotará una “nueva normalidad” que acomodará las cosas, se ajustará la brújula de la humanidad y todos regresarán por fin a una renovada vida “normal”.

Para los que quedan atrapados en ese marco conceptual, el mundo estaría sometiéndose a una agenda temporal de tres fases: 1) enfrentamiento de la pandemia, cuarentenas y vacuna; 2) derrota de la pandemia, por lo tanto ingreso en la “pospandemia”; 3) a partir de la “pospandemia”, conquista final de una “nueva normalidad”.

Se percibe claramente en este enfoque una mirada estrecha, de calendario, de un “antes” y un “después”, cuando lo que sucede es que esos tres tiempos son sólo uno. Aunque muchos aun no lo perciban, ya estamos inmersos en el “después”: el “después” es hoy.

La inexistencia de certezas en el horizonte y el profundo cambio de expectativas que nos sorprende día a día nos están demandando nuevas dimensiones de análisis para describir ese “después”. Por lo pronto, no parece que la revolución tecnológica en curso prometa un “después” estable.

Así lo advierte Yuval Noah Harari en un reciente diálogo con Impact Theory: “?No estamos siquiera cerca del potencial máximo de la inteligencia artificial. La velocidad a la que se desarrolla sólo se va a acelerar, probablemente. Así que lo que realmente vamos a enfrentar es una sucesión de revoluciones en el mercado laboral, en las relaciones, en la política y en otros ámbitos de la vida. Tendremos una gran perturbación en 2025, sí. Y tendremos una mayor en 2035, y tendremos una aún mayor en 2045. Y así”.

Según estos vaticinios, más que el ingreso futuro a una “nueva normalidad”, el mundo ya está experimentando una “nueva realidad”, que es el cambio permanente, impulsado por el comportamiento exponencial de la tecnología, con los consiguientes desafíos de adaptación. Pero el fenómeno tecnológico, lejos de ser autónomo, convivirá a su vez con dos exigencias que se imponen por su propio peso: a) la prolongada batalla que ya se está librando para erradicar definitivamente la pandemia -con la cual se empieza a convivir- que no reconoce fecha cierta de vencimiento, y b) la aplicación impostergable de paliativos ante los efectos catastróficos del cambio climático en todos los órdenes de la vida.

Es de imaginar un proceso sinérgico donde la tecnología, cada vez más “inteligente”, se orientará a resolver el vector salud y el vector ecológico aplicando recursos cada vez más potentes, algunos de los cuales ni siquiera conocemos en este momento.

Pierde así significancia la utilización facilista del término “pospandemia” como un cómodo punto de referencia ubicado en un momento todavía impreciso del futuro, a partir del cual recién se podrán poner en marcha planes, políticas y estrategias nacionales. Por el contrario, presente y futuro aparecen enlazados en un monumental cambio de época que ya ha comenzado, aunque el dramatismo diario de la pandemia impida todavía apreciarlo en toda su virulencia.

Estamos entrando a un mundo 5.0 superador del virus y limpio de amenazas ecológicas. Los países que continúen distraídos con sus penurias coyunturales y sus rencillas domésticas, serán los grandes perdedores.

No hay “pospandemia” que justifique no tomar ya mismo el rumbo correcto, y la “nueva normalidad” se va convirtiendo en una entelequia sin contenido. Hay sí, una “nueva realidad”, un “mundo VICA” por delante (Volátil, Incierto, Complejo, Ambiguo) que no tendrá compasión con aquellos países que no comiencen desde ahora a planificar sus estrategias de desarrollo sobre esas premisas.

Aunque algunas sociedades logran intuir estas disyuntivas históricas, siempre se necesitan liderazgos que encarnen esas convicciones para motorizarlas en el momento preciso. Es el tiempo de líderes visionarios que sepan elevarse sobre las dificultades del presente para avizorar estratégicamente las nuevas reglas de juego y actuar en consecuencia. Líderes despojados de prejuicios ideológicos que estén dispuestos a dejarse guiar exclusivamente por la grandeza de miras, el sentido común y la fuerza de los hechos.

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