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Impacto económico de la crisis: ¿virus o cuarentena?

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04 agosto de 2020

Por Pablo Mira Docente e investigador de la UBA

¿Qué impacta más negativamente sobre la economía, la pandemia o el aislamiento obligatorio? La respuesta, de ser contundente, resolvería si la actividad sufre por las restricciones gubernamentales o por restricciones autoimpuestas. Tener esta información también hubiese permitido elaborar mejores políticas sociales y económicas para contrarrestar el shock. Pero lamentablemente, no hay forma de aprender acerca de esta disyuntiva que no sea observando los datos acerca de lo ocurrido hasta ahora. Esta es una buena muestra de cómo la ciencia se aprovecha de los inevitables errores que provoca la incertidumbre y el desconocimiento de un fenómeno tan poco común.

Para estar seguros, tanto la pandemia como el aislamiento restringen la oferta y la demanda. Supongamos para empezar que se desencadena una pandemia y el gobierno no reacciona en absoluto. El virus acarrea dos tipos de riesgos para la demanda. Uno es el riesgo de salir a la calle, que restringe varios tipos de gasto. El otro se refleja en el incremento del ahorro precautorio, teniendo en cuenta que se auguran tiempos difíciles. Del lado de la oferta, algunas actividades también se verían limitadas por el miedo al virus, y las propias políticas de prevención de las firmas condicionarían la actividad.

Las reacciones de las políticas gubernamentales que restringen las operaciones comerciales y la movilidad para cuidar la salud de la población también tienen efectos de ambos lados del mercado. El impacto sobre la producción de las prohibiciones es directo, pero la menor movilidad circunscribe también a los consumidores y su demanda.

En medio de estos desbarajustes, la que más sufre es la inversión, una mezcla endemoniada de ofertas y demandas entrelazadas que suele sobrerreaccionar a la incertidumbre. Un trabajo reciente de los investigadores Austan Goolsbee y Chad Syverson titulado “Miedo, Aislamiento y Distracción” aduce que el lockdown fue menos importante que las limitaciones autoimpuestas por los consumidores para explicar la caída de la actividad económica durante los primeros meses de la pandemia en Estados Unidos. Los autores muestran que los cambios voluntarios de comportamiento fueron consecuencia de los temores de los consumidores de contraer el virus, y concluyen que la derogación de las restricciones puede no ser una herramienta particularmente poderosa para retomar el crecimiento si los individuos continúan temiendo ser contagiados.

Para llegar a este resultado, los investigadores examinaron datos de telefonía móvil que rastrean las visitas de los consumidores a 2,25 millones de empresas individuales en todo Estados Unidos entre el 1 de marzo y el 16 de mayo. Para aislar el impacto de los cierres obligados, compararon el tráfico de peatones en los negocios para zonas sujetas a diferentes restricciones legales sobre la actividad.

Los resultados fueron contundentes. La disminución de actividad en los barrios con restricciones fue sólo un 10% mayor que en los barrios sin restricciones. El trabajo señala que, en el total, sólo 7 puntos porcentuales del descenso general de 60 puntos porcentuales en la actividad comercial podían atribuirse a las restricciones legales. La mayor parte de la disminución se debió a que los consumidores eligieron voluntariamente evitar las tiendas (como los salones de belleza o los locales de electrodomésticos) y los restaurantes. Más aun, el tráfico de consumidores comenzó a disminuir antes de que se impusieran las restricciones, y correlaciona estrechamente con el número de fallecidos locales por Covid-19. Los investigadores también descubrieron que para evitar las multitudes los consumidores optaron por comprar en establecimientos más pequeños.

Las lecciones son claras. Si al levantar los cierres la cantidad de infectados y de fallecidos tiende a aumentar, esto podría generar un mayor temor por parte de los consumidores, perjudicando aún más la actividad comercial. Otra posible lección es que, mientras persista el miedo, las políticas de ayuda tendrán un impacto limitado.

Es posible, de todos modos, que el trabajo tenga un contenido local importante, pues en países más ricos existen gastos no del todo necesarios que se pueden retrasar en pos de cuidar la salud. Pero aun así, estos resultados abren un interrogante válido respecto de la relación automática entre trabas oficiales y recesión.

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