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Pensando en el día después, la salud de las empresas es clave para vehiculizar la recuperación

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Alejandro Radonjic 13 abril de 2020

Por Alejandro Radonjic

La cuarentena se alarga y la recesión se profundiza. En ambos casos, los riesgos son a la baja. Esto es, que la cuarentena se alargue aún más y que, por contagio directo, la economía, ya inmunodeprimida, se profundice. Es el “trade-off”, dicen los economistas.

Así las cosas, saber cómo “cierra” el 2020 es difícil dado que la variable “cuarentena”, clave, es desconocida. Sin embargo, ya basta para decir que, en 2020, la economía tendrá su mayor desplome desde 2002 (10,9%) y que, incluso, podría superarlo. Mayor que el 5,9% de la Gran Recesión de 2009. Con una inflación más alta que en 2002 y 2009, y con peligrosos riesgos en alza por la masiva monetización del creciente déficit fiscal. “Entre el 16 de marzo y el 6 de abril, el BCRA aumentó 30% la base monetaria: $340.000 millones vía desarme de pasivos remunerados y $180.000 millones vía transferencias al fisco”, advirtió ayer Marina Dal Poggetto (EcoGo) en Clarín.

Cuando se producen caídas tan pronunciadas y rápidas, “el capital”, en palabras de Carlos Leyba, “se desorganiza”. Esta no es una típica recesión de -2% o -3%. No es una caída manejable. La cadena de pagos cruje, cierran empresas, se pierden empleos, se cortan cadenas de valor.  Es como una implosión de la estructura productiva. No es una recesión suave ni gradual. Es un desplome, como un infarto agudo. Cuanto más largo el infarto, obviamente, más se desorganiza todo y, cuanto más se desorganiza, más cuesta rearmar el rompecabezas. Es obvio.

Esto es clave, por varios motivos. Lo explicó, días atrás, el nuevo Presidente de Uruguay. “Hoy gravar al capital es amputar la posibilidad de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis”, dijo Luis Lacalle Pou como argumentación para explicar por qué no gravaría más a las grandes empresas. Gravarlo, según Lacalle Pou, es “herirlo”. Debatible. Lo más importante del mensaje es que será el capital (los privados) quienes motoricen la recuperación. ¿O alguien se imagina que al Estado le quedará más combustible en el tanque luego del shock de gasto del primer semestre o que sea conveniente que siga emitiendo en un contexto de inflación en 50% y baja demanda de dinero? Cuanto más suave sea el tránsito para los privados, menor será la “necesidad de Estado” cuando afloje el aislamiento.

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Lo explican, también, otros países más desarrollados. Tienen otras espaldas, es cierto, pero eso no implica que sus movimientos no deban ser vistos. Ponen todo para salvar a sus empresas. Queman naves y libros. Saben que allí están los actores de la recuperación.

Argentina ya hecho cosas en ese sentido, pero debe hacer más. El riesgo es el comentado: que se desorganice el capital y la recuperación sea una cuesta demasiado ardua. Un reporte de Invecq dice que la recuperación en “V”, una suerte de “siga siga” y “aquí no ha pasado nada”, es un escenario improbable para Argentina. “Al no contar con los instrumentos necesarios (fondos anticíclicos, acceso al mercado de crédito, moneda fuerte, sistema financiero desarrollado, etcétera) para implementar un programa de control de daños en el entramado productivo del sector privado y sobre el mercado laboral, la desaparición de empresas y la pérdida de capital humano podría alcanzar magnitudes mucho mayores que en otras partes del mundo. Sea cual fuere el caso, una vez finalizado el 'efecto coronavirus' el sistema económico y social argentino quedará muy dañado y deba quizás replantearse transformaciones profundas a partir de las cuales intentar una recuperación sostenible en el tiempo”, dijeron desde Invecq.

En diálogo con El Economista, Matías Surt (Invecq) amplía: “Muchas de las medidas que se han anunciado para sostener al sector privado durante este tiempo de aislamiento han quedado solo en el anuncio o se están implementando de una manera muy lenta. Y si hay algo que necesitan las empresas en este momento son respuestas rápidas y eficientes. Una línea de crédito o un subsidio que no llega a tiempo puede llegar para cuando la empresa ya está en dificultades mayores o directamente en una situación de quiebra. La sensación es que el Gobierno no está tomando a la cuestión económica con el mismo sentido de la urgencia a la cuestión sanitaria, y si no se lo hace así, cuando se quiera volver a la normalidad y salir de este pozo recesivo, nos vamos a encontrar con daños permanentes en la estructura económico y social, con menos empresas, con mejor trabajadores insertos en el mercado laboral”.

Surt plantea tres líneas de acción.

Diferimiento de todos los impuestos nacionales, provinciales y municipales para todas aquellas actividades que, por no ser consideradas esenciales, no están funcionando desde hace ya más de 20 días. “Si bien muchas empresas por su propia cuenta han dejado de pagar impuestos, muchas otras, por no entrar en problemas con AFIP o acumular deudas que luego no saben cómo pagarán, están haciendo el esfuerzo de seguir cumpliendo. El Estado debería dar un horizonte tributario claro por los próximos 3 o 4 meses, para sacarle directamente de la cabeza y del bolsillo de los empresarios este tema”, sostiene.

Agilización de las líneas de crédito. “Hasta el momento se han podido concretar menos del 10% de las líneas de crédito a tasa del 24% y difícilmente sea por una demanda insuficiente ya que con el parate económico, las empresas están más necesitadas que nunca de liquidez”, agrega.

“Subsidios directos para el pago de sueldos para las empresas más complicadas y transferencias directas para pequeñas unidades productivas unipersonales como autónomos o monotributistas”, señala, como tercer eje.

“Lógicamente, la pregunta que viene asociada con esto es la de los recursos. Creo que se necesita una combinación de algunas cosas: emisión, crédito con organismos multilaterales y reordenamiento de gasto público.  Todo el costo de este paquete de medidas no se puede cargar sobre la espalda del BCRA porque se correrían altos riesgos inflacionarios. Sin embargo, algo de espacio para la emisión hay ya que algunos canales de transmisión hacia los precios están bloqueados y, además, en este momento la prioridad es mantener en pie al sector privado más que sostener una tasa de inflación que no se acelere. Creo que algo con organismos internacionales podría conseguirse. Y, por último, pero no menos importante, me parece que en el contexto que estamos viviendo donde hay millones de trabajadores independientes y asalariados que no están recibiendo su salario no se justifica que haya otro tanto de millones de empleados públicos y jubilados que estén recibiendo el 100% de sus ingresos. Creo que hay que implementar algunas medidas redistributivas por algún tiempo con las cuales se subsidie a aquellos que no están teniendo ingresos corrientes con parte de los recursos que se destinan a pagar salarios y jubilaciones del sector público”, concluye.

Suma su visión Fernando Marull. En diálogo con El Economista, sostiene que se debe seguir flexibilizando el pago de impuestos. “Con facturación casi 0, el panorama es muy complicado. La recaudación va a bajar igual”, dice el titular de Fernando Marull & Asociados. “Si no, que acepten el pago de impuestos con bonos, que hoy valen 25% en el mercado”, agrega. “El BCRA tiene que despertarse. Viene atrás de la curva. Tiene que dar más garantías que el FoGAR para que el crédito vaya a las empresas”, semana.

Días atrás, Ricardo Delgado (Analytica) escribió en El Economista: “Con inteligencia, midiendo impactos, pero sin temor a extralimitarse. Hacer de más es mejor que hacer de menos. Sobrereaccionar, incluso con la emisión monetaria o los controles de precios en alimentos y medicamentos, es un mal de segundo orden”. Hay que tirar toda la carne al asador y ya porque hacerlo tarde es una forma de hacerlo mal también.

Más que nunca, el Gobierno debe estar cerca de las fuerzas vivas de la producción y escuchar sus reclamos. El viernes pasado, cuando anunció la segunda extensión del “aislamiento obligatorio”, el Presidente aludió al “Comandante Ginés”, en referencia a su ministro de Salud. Hoy, en “economía” falta ese comandante. Hay varios actores dispersos que, aunque tiren para el mismo lado, no es lo mismo que un “primus inter pares” con caja. Un problema de que también adoleció Mauricio Macri.

Es necesario apoyar a los sectores sociales más vulnerables y extender la cuarentena para seguir aplanando la curva. Eso no está en duda. Es necesario, también, evitar que la economía entre en terapia intensiva. Como dice el Presidente, allí tampoco debe temblarle el pulso.

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