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El mundo que le espera a Alberto Fernández

05 diciembre de 2019

Si lo que Donald Trump dijo que era sólo una idea efectivamente se concreta, y la “fase uno” de un acuerdo entre Estados Unidos y China se posterga hasta después de las elecciones presidenciales, el mundo terminará 2019 sin resolver el problema más importante con el cual empezó: la guerra comercial entre los dos países con economías más grandes. Una consecuencia directa de esa situación es que el PIB mundial, y sobre todo el comercio, crecerán a tasas modestas tanto este año como el que viene.

También los conflictos comerciales introducen mucha volatilidad en los mercados financieros globales y castigan, especialmente, a las monedas de los países emergentes. Pero allí no se agotan los problemas para ellos, porque también se verán afectados por precios de commodities en niveles estables pero relativamente bajos producto de dos factores: la desaceleración de la economía de China, que luego de mucho tiempo, podría crecer por debajo del 6% en 2020 lo que restringiría la demanda global y un dólar, cuya cotización se mueve en sentido inverso al de las materias primas, todavía en niveles elevados contra el resto de las monedas.

También influyen los factores políticos, y así como el principal riesgo que se vislumbraba para 2019 era el avance de los partidos populistas en Europa, ahora la mayor preocupación está en las protestas sociales que sacuden a varios países de América Latina lo que también afecta el valor de las monedas de la región. Y esto se relaciona, en parte, con el pobre desempeño en materia de crecimiento que tuvo esta parte del mundo en los últimos años. La de Brasil que es su mayor economía, recién en 2020 volverá a registrar una suba del PIB superior al 2%.

Un dato favorable podría provenir de la Reserva Federal de Estados Unidos que tiene un papel relevante en la economía global. Así como las cuatro subas de tasas de interés que dispuso en 2018 complicaron a los países emergentes, las tres bajas de 2019 y la decisión de no hacer más movimientos en la política monetaria por un tiempo, constituyen un factor de estabilidad. Su presidente, Jay Powell, sostuvo recientemente que en el mundo se consolidará un escenario signado por “tasas bajas, baja inflación y, probablemente, bajo crecimiento”.

El cuadro podría alterarse si Estados Unidos y China logran algún tipo de acuerdo. Eso mejoraría la situación económica global y, en particular, la de los países emergentes. Este es el mundo que le espera a Alberto Fernández, que tiene poco que ver con el del último Gobierno peronista porque, como dijo Mauricio Macri, en los últimos años “pasaron cosas”.

El desempeño de la economía argentina está muy condicionado por lo que ocurra más allá de sus fronteras. Por eso es clave que el gobierno que viene pueda poner en marcha una estrategia que le permita maximizar oportunidades y minimizar costos en un contexto global desafiante.

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