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La visión del BBVA para 2018-2019

“Se frustró la estrategia gradualista y fue necesario aplicar el Plan B”, dice la entidad en su nuevo reporte macroeconómico

25 julio de 2018

El BBVA presentó ayer sus proyecciones macroeconómicas para 2018-2019 en su nueva torre corporativa del bajo porteño y El Economista estuvo allí. La presentación estuvo a cargo de su economista jefa, Gloria Sorensen, quien comenzó hablando del escenario internacional. Más allá de los múltiples riesgos, BBVA cree que el mundo seguirá creciendo “a un buen ritmo”. En concreto, 3,8% en 2018-2019, en línea con el FMI. Con el liderazgo de Asia, entre los emergentes y el de EE.UU., entre los avanzados.

El principal “downside risk”, por supuesto, son las tensiones comerciales. “Las medidas tomadas hasta ahora no afectan mucho”, dijo Sorensen, pero advirtió que eso podría agravarse si EE.UU. impone nuevos aranceles sobre Europa o China y/o se multipliquen las retaliaciones. “Eso podría impactar en la confianza global, generar aversión hacia el riesgo y, allí sí, impactar en el crecimiento global”, dijo. Además, hay dos datos adicionales para mirar, desde la óptica de Argentina: uno es el precio del crudo, que ha venido escalando (e impacto tanto en la balanza comercial como en la dinámica inflacionaria local) y otro, el de la soja, que ha venido cayendo, aunque en Argentina se han desacoplado con respecto a las pizarras de Chicago. Y, lógicamente, un ojo en Brasil, nuestro principal socio comercial, que en algunos meses más irá a las urnas con pronóstico reservado. ¿Y si gana el PT o alguna fuerza política que el mercado aún no “priceó”?

“El sentimiento de los inversores ha transitado de un régimen de toma de riesgo (e incluso cierta complacencia) a otro de aversión al riesgo El cambio está provocando una rotación de flujos entre activos: desde mercados emergentes a desarrollados, y desde renta variable a fija Las tensiones comerciales pueden llevar a un entorno de huida hacia la calidad”, dice el reporte presentado por Sorensen y su equipo.

Entrando en el terreno de Argentina, Sorensen dice que estamos transitando “el abrupto fin del sueños gradualista” y sus consecuencias.

A continuación, las seis claves del informe del BBVA.

La economía crecerá sólo 0,5% en 2018 por impacto de la sequía y la crisis cambiaria, pero se recuperará a 1,5 % en 2019. La actividad comenzará a recuperarse en el cuarto trimestre del 2018 gracias a las buenas perspectivas para el agro, luego de caídas en segundo y tercer trimestre. En 2019, la economía mantendrá un ritmo de expansión de alrededor de 0,8% trimestral, pero por el arrastre negativo de 2018 sólo crecerá 1,5% en promedio. El mayor impacto de la crisis se refleja en el consumo privado por caída en ingresos reales y el consumo público por el ajuste fiscal. Luego de retroceder en 2017, el desempleo probablemente aumente en 2018 como consecuencia de la caída en la actividad si no cae la tasa de participación laboral.

Metas de inflación más laxas incorporan el impacto de la devaluación, pero podrían verse superadas nuevamente. Las metas de inflación se redujeron a 27% (2018) y 17% (2019) pero sólo se requerirá consulta al directorio del FMI si la inflación supera 32% y 21%. La estabilización cambiaria y la contención del pass-through son clave para el descenso de la inflación a 29,6% en 2018 y 20,8% en 2019. Presiones adicionales podrían provenir del aumento de precios de energía dada la fuerte depreciación del peso y el aumento del precio internacional del petróleo y potenciales renegociaciones de acuerdos salariales

El fuerte endurecimiento de la política monetaria para combatir la corrida cambiaria se mantendrá en el corto plazo. El BCRA fijó la tasa en 40% al inicio de la crisis y esperamos lenta baja a medida que la inflación converja a niveles menores. La tasa de Lebac es más elevada y muestra más volatilidad por el compromiso de reducir el stock de letras conteniendo la liquidez de modo de evitar impactos sobre el tipo de cambio. El BCRA anunció que se complementaría el esquema de metas de inflación con la tasa de interés como instrumento con un seguimiento más atento a los agregados monetarios. La trayectoria de M2 y los pasivos amplios del BCRA ya reflejan la mayor astringencia monetaria.

Un ajuste fiscal a mayor ritmo requerirá acuerdos políticos para alcanzar las metas acordadas con el FMI en 2019. La meta corregida de 2,7% del PIB para 2018 puede cumplirse inclusive con cierta holgura ya que en el primer semestre del 2018 el déficit primario fue de 0,8% del PIB. “Nuestra proyección de déficit total después de intereses se mantiene en 5,3 % debido a que la mejora del primario será neutralizada por mayor carga de intereses de la deuda”, dicen en BBVA. La reducción del déficit primario de 1,3% del PIB comprometida para 2019 exigirá seguir haciendo ajustes en el gasto primario ya que no se contemplan aumentos en la presión impositiva. Las prestaciones sociales tendrían un leve aumento, pero continuará la reducción de subsidios. Se suman recortes en el gasto de capital, masa salarial del sector público y transferencias a provincias que requerirá negociaciones con la oposición.

El ajuste del sector externo requiere de un tipo de cambio real depreciado y estable. El ajuste en la cuenta corriente será lento: 0,2 puntos en 2018 y 0,6 punto en 2019. La depreciación real del peso de 25% en 2018, si el pass-through es moderado, reducirá las importaciones de bienes, pero sobre todo de servicios, con un fuerte ajuste en turismo. El menor atesoramiento de dólares permitirá, junto con la reducción del déficit en cuenta corriente, recuperar el nivel de reservas netas en alrededor de US$ 5.500 millones de acuerdo a lo pactado con el FMI.

Argentina evitará acceder a los mercados internacionales en lo que resta de 2018 y 2019. El programa financiero oficial para 2019 contempla la emisión de US$ 8.000 millones de deuda, en términos netos, a colocar en el mercado doméstico. La mayor parte del déficit será cubierto por los desembolsos del FMI y organismo multilaterales. El programa supone la renovación de la deuda que vence incluyendo las Letes en dólares (unos US$ 18.000 M en 2018). El reemplazo gradual de las Lebac con deuda del Tesoro comprometido con el FMI, además del objetivo de alargamiento de plazos, podría adicionar algo de volatilidad a los mercados durante los próximos meses.

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