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La CGT desmiente un proceso de ruptura

Ayer renunció el “Barba” Gutiérrez a su cargo en el Consejo Directivo de la central. Desde el triunvirato descartan medidas tras la aprobación de la reforma

19 diciembre de 2017

Por Juan Strasnoy Peyre

Pese a la renuncia del dirigente de la UOM Francisco “Barba” Gutiérrez a su cargo en el Consejo Directivo y el rechazo de sindicatos de peso a acatar el paro del lunes pasado, la CGT desmintió que exista un proceso de ruptura pero reconoció que, al igual que otros sectores, salió golpeada de las últimas jornadas. Además, descartó nuevas medidas de fuerza en contra de la aprobación de la reforma previsional.

Está claro que la unidad al interior de la central obrera no goza de plena salud y los conflictos se hacen sentir. Ayer, Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), de los autodenominados “gremios Independientes”; Roberto Fernández (UTA); y Armando Cavallieri (Comercio), del sector de servicios conocido como “los gordos”, definieron no adherir al paro general, dejando en claro sus diferencias en “cómo exteriorizar los reclamos”. A eso se sumó hoy la renuncia de Gutiérrez -exintendente de Quilmes por el kirchnerismo y hoy cercano a la Corriente Federal del bancario Sergio Palazzo- a su cargo de secretario del Interior de la CGT en representación del sindicato metalúrgico, en reclamo de una mayor firmeza en las medidas de la central.

Al interior de la central, reconocen que la CGT salió debilitada políticamente de las últimas jornadas

Sin embargo, en diálogo con El Economista, fuentes cercanas al triunvirato negaron que haya una ruptura interna y descartaron que pueda haber nuevas salidas del Consejo Directivo: “Una vez que se fue el Barba se lo criticó muy fuertemente porque les pareció un poco extraño que venga a decir que hay que sacar al Gobierno a patadas, después de que la semana anterior se había sacado fotos con todo el Gobierno porque firmó acuerdos con todos, muchos se acordaron de su doble juego. Quiso que otros se plegaran a su propuesta de ruptura y ninguno de los demás secretarios generales le dio cabida. Al contrario, lo criticaron mucho”.

Es que estos movimientos son la cabal expresión de las fuerzas que tensionan las decisiones de la mesa chica cegetista, en tiempos en que la principal estructura sindical del país no tiene una clara voz de mando: la Corriente Federal y circunstancialmente el moyanismo, llamando a una mayor acción -sumada a la presión de las bases en algunos gremios-, y los gordos e independientes volcados hacia los escritorios del Gobierno. Sin embargo, desde el entorno del triunviro Juan Carlos Schmid dejaron en claro cuál es la orientación que prima: “La CGT va a seguir apostando al diálogo”. En ese sentido, descartaron tomar medidas de fuerza luego de la aprobación en Diputados de la reforma previsional. “Cuando empiece a afectar a los jubilados, se volverá a ver de qué manera expresar la disconformidad”, plantearon.

Lo cierto es que la masiva movilización convocada por fuera del triunvirato, los cacerolazos y el resultado legislativo debilitaron políticamente a la CGT. Así lo reconocieron elípticamente: “Todo lo que sucedió ayer (por el lunes) dejó en una posición de debilidad a todas las instituciones de Argentina; nos puso en jaque a todos, incluso al Congreso, a las fuerzas de seguridad, al Presidente, a la CGT”.

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