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¿Se puede gobernar Buenos Aires?

Vidal recibirá una provincia con un déficit de financiamiento estructural

13 noviembre de 2015

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

La elección de María Eugenia Vidal como gobernadora de la provincia de Buenos Aires fue de las elecciones del 25 de octubre sin dudas el dato más sorpresivo y trascendente para la política argentina. No solo se trata la primera gobernadora mujer y la primera no peronista desde 1987 sino también la única perteneciente a una tercera fuerza en muchas décadas en un distrito que se ha ganado -no sin razones- el mote de ingobernable. Naturalmente, por eso, la pregunta por la gobernabilidad es por estos días una preocupación de muchos analistas.

Presente

Vidal recibirá una provincia que siendo el 10% del territorio argentino, alberga al 40% de los habitantes y recibe un 19% de la masa de recursos coparticipados por el Gobierno Nacional cuando aporta un tercio del PIB nacional. De estos datos, en gran medida, deriva el déficit estructural de financiamiento que tiene el distrito.

El primer punto, la sobrepoblación de la provincia, fue graficada en un Índice de Hipertrofia Federal que elaboró Andrés Malamud para el estadista. En una escala de 1 a 10 donde 1 representa un país en el que todas sus provincias tienen la misma cantidad de habitantes y 10 uno donde todos están alojados en la misma, el politólogo llegó a un índice de 9,35 puntos en el caso de la provincia de Buenos Aires y en torno a 1,75 y 6 puntos en el resto de las grandes provincias de otros países.

Esta enorme masa de habitantes presiona hacia el alza los gastos del gobierno provincial. Como en cualquier otro distrito, luego de la desnacionalización de los servicios que antes ofrecía el gobierno federal, el ejecutivo local tiene a su cargo los servicios esenciales de salud, educación, seguridad para sus habitantes. De hecho, más del 50% de los gastos provinciales responde a Remuneraciones al Personal. Al ser 16 millones los habitantes, en términos nominales demandan una cantidad de recursos mucho mayor que otras provincias.

Pero el principal problema está en el otro punto, la discriminación de la provincia dentro de la coparticipación. Como describía en la última edición de El Economista Marcelo Capello, presidente del Ieral de la Fundación Mediterránea, "la participación de la provincia de Buenos Aires en el reparto total de transferencias automáticas a las provincias no deja de caer cada año. Así las cosas, en 2015 dicha participación bajó al 18,9%, cuando había llegado a ser del 25% en el año 1995. Con la actual Ley de Coparticipación, vigente desde 1989, Buenos Aires debería participar con el 21% de las transferencias, mientras en la ley anterior de coparticipación, la de 1973, Buenos Aires participaba con 27% del total de la distribución secundaria". Para modificar la Ley de Coparticipación, se requiere del acuerdo de los 24 gobernadores y sus Legislaturas, por lo que si bien la discusión está planteada, la solución no llegará por ese lado.

En tanto, los recursos del gobierno bonaerense muestran una participación elevada de las transferencias nacionales (en esencia, los recursos coparticipados y el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano), por lo que la dependencia política del gobernador respecto del Presidente ha sido un hecho ineludible en todo momento. ¿Qué puede hacer Vidal en este contexto?

Futuro

Después del caótico 2012 en que el gobierno provincial no pudo afrontar el pago de los aguinaldos de mitad de año, lo que derivó en una serie de paros y protestas de empleados estatales con repercusión nacional, la actual administración bonaerense inició un proceso de equilibrio de las cuentas provinciales que desembocó en un equilibrio fiscal para 2014.

Ese ajuste de cuentas, basado en el aumento de los impuestos provinciales y de la colocación de Letras del Tesoro provincial por el lado de los ingresos y de una reducción del gasto centralmente a través de un ajuste en términos reales de la inversión en obra pública y de los salarios, dejó varias enseñanzas.

En primer lugar, como señala Ariel Melamud, economista de ASAP, que “el gasto por salarios tiene una mayor rigidez” y que por ende, la variable de ajuste de erogaciones menos costosa (al menos en el corto plazo) es la inversión de infraestructura. Pero eso lleva a otro problema, que es el de acrecentar el déficit que la provincia ya tiene en materia de infraestructura. Del otro lado, en materia de ingresos, el incremento de la presión tributaria (nacional y provincial) de los últimos años, marcó un límite para la suba de impuestos. Por eso, las salidas más factibles son el endeudamiento o un incremento de las transferencias nacionales.

"La gestión de Hacienda debería repetir lo que hizo el año pasado en materia de contención del gasto corriente y no lo que se está haciendo este año. Y la Nación debería compensar de alguna manera a la provincia por la desactualización del Fondo del Conurbano que le venía transfiriendo para la inversión pública", sugiere Melamud. Es decir, que el recorte que haga la provincia en materia de recursos pueda ser financiado mediante un fondo creado por Nación para tal efecto.

Sin ir más lejos, Mauricio Macri ya se comprometió a instrumentar un fondo de ese tipo por $30.000 M si alcanza la Presidencia, mientras que el futuro ministro de Hacienda provincial, Hernán Lacunza, propuso tomar deuda a través de organismos multilaterales de crédito como el BID (que permiten endeudarse a menores tasas) para la construcción de infraestructura de servicios en el Gran Buenos Aires.

Por eso, la dependencia de Buenos Aires respecto de Nación vuelve a aparecer, por cuanto Vidal seguramente podrá hacer una mejor gestión en la medida en que Macri sea electo Presidente, dado que el líder del PRO estaría interesado en que sea una gestión exitosa y la relación sería más fluida.

Si Cambiemos triunfa a nivel nacional, se va a dar un escenario que se dio en pocas oportunidades previamente: habrá un gobierno provincial y nacional no solo del mismo partido sino de la misma facción política. En oportunidades previas, el enfrentamiento entre gobernador y Presidente peronistas había llevado a peleas por el control de los intendentes, legisladores y por los recursos.

En cambio, para Vidal un triunfo de Macri sería una gran ventaja y un dato clave en miras de garantizar la gobernabilidad.

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