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El kirchnerismo y las cajas

La única constante.

10 febrero de 2012

Desde sus inicios en 2003, el kirchnerismo fue apropiándose de cajas para consolidar un proyecto político: el de seguir gobernando todo lo que se pueda. En un principio fueron los impuestos, sobre todo las retenciones. Un dólar en 2003 valía entre 3 y 4 pesos, pero los precios y salarios eran los de la convertibilidad: bajos en pesos. Luego vino la renegociación de la deuda, que cristalizó un presupuesto con más espacio para el gasto y menos intereses. La inflación creciente le dio al Gobierno un nuevo impuesto que pagamos todos sin darnos cuenta. En definitiva, entre 2003 y 2010, la carga tributaria creció más de 10 puntos del PIB, con un PIB creciente.

Por mucho menos, en Boston se rebelaron, tiraron el té al mar y empezó la independencia en Estados Unidos. Acá no pasó nada porque la economía crecía sin parar, impulsada por la recuperación de la crisis de 2001, por el precio de los commodities y por el fuerte crecimiento mundial. Hasta la 125. El Gobierno quiso convertir a los empresarios del agro en empleados sujetos a un precio máximo, y sufrió una rebelión fiscal y una derrota en las urnas, de la cual se recuperó rápidamente apropiándose de otra caja: los fondos depositados en las AFJP. La economía se recuperó y la recaudación siguió creciendo, pero los gastos también.

Tanto creció el gasto que en 2010 y 2011 Cristina tuvo que apelar a las reservas del BCRA (removiendo en el proceso a su anterior presidente) y a la plata de los jubilados para que cierren las cuentas. Luego de ocho años de crecimiento vigoroso y de un crecimiento fenomenal en la recaudación, la Argentina tiene déficit fiscal. Ahora la economía se está frenando, y las perspectivas no son buenas. La soja no va a seguir subiendo de precio, ya dejamos atrás la crisis y el mundo crece menos. Justo cuando necesitamos política anticíclica keynesiana, el Gobierno se quedó sin plata y empieza el ajuste.

Además, busca apropiarse de más cajas. Van dos ejemplos: 1. En la campaña, Cristina Fernández de Kirchner anunció triunfal el hallazgo de nuevas reservas de petróleo y gas por parte de YPF. Las reservas estimadas, aunque no comprobadas, implicaban una reversión contundente del fracaso energético del kirchnerismo. Siempre que apareciera la inversión necesaria, claro. Hoy YPF cae en desgracia, no por haber cambiado su estrategia de negocios ni por haber roto algún contrato o acuerdo con el Gobierno. Es castigada porque el Gobierno necesita caja, dólares, e YPF los tiene.

2. Jorge Brito fue mencionado por la prensa durante años como un banquero cercano al poder. Pero parece que también cae en desgracia: los bancos no podrán repartir dividendos si no aumentan en un 75% su integración de capital. Es decir, no podrán repartir dividendos: otra vez la voracidad de un Gobierno que sabe que su caja está al límite. Ni los amigos se salvan de la voracidad kirchnerista por la caja.

Todos lo saben y, por eso la inversión se estanca, no sólo por la inconsistencia macroeconómica. Para seguir creciendo, necesitamos inversión y tecnología. Si nuestro mensaje es de voracidad, la economía se parará antes y más de lo esperado. La inversión requiere reglas de juego estables y razonables. No tienen que ser las del Consenso de Washington, si no en China no habría inversión. Pero la voracidad no puede ser la regla.

(De la edición impresa)

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