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¿Sesgo optimista?

Hay una tendencia hacia la sobreconfianza en las proyecciones macroeconómicas

22 mayo de 2018

Por Pablo Mira Docente e investigador de la UBA

E n estas últimas semanas, la mayoría de las consultoras han comenzado a reconsiderar sus estimaciones macroeconómicas. El promedio de crecimiento para 2018 del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA se redujo, y el de la inflación se incrementó.

El juego de las predicciones ha exhibido en los últimos dos años una tendencia relativamente optimista en la evolución de las variables. Si bien siempre existen acusaciones de intencionalidad política o ideológica en la elaboración de pronósticos, estas líneas no pretenden detectar conductas interesadas sino inferir si las predicciones del REM comienzan a exhibir una tendencia particular.

El optimismo sobre la evolución positiva de las variables no siempre es identificable, pues no todos los resultados pueden interpretarse como buenos o malos. Una reducción del déficit fiscal o un aumento del déficit en cuenta corriente no son positivos o negativos de por sí (aunque es cierto que, bajo determinadas circunstancias, su cualidad se puede inferir). Para evitar malos entendidos, nos concentraremos entonces en los pronósticos de expansión del PIB y reducción de la inflación, acontecimientos que todos entendemos como beneficiosos para el país. El “exceso de optimismo”, en principio, se podría medir como la diferencia entre el pronóstico inicial y final de estas dos variables.

Hay una aceptación amplia de que se están llevando a cabo políticas “sensatas” para el crecimiento y la estabilización

Comencemos por la inflación. La predicción promedio realizada en junio de 2016 para 2017 fue de 19%, con un máximo de 25% y un mínimo de 15%. Aquí ganaron los más pesimistas, pues la inflación punta a punta fue de 24,8%. Las primeras estimaciones para 2018, que datan de octubre de 2016, preveían una media de 14%, con un máximo de 18%. Todavía es temprano para predecir un número definitivo para 2018, pero las consultoras ya corrigieron a 22%, con un máximo de 27%.

En cuanto al nivel de actividad, las predicciones de junio de 2016 para 2017 esperaban un crecimiento promedio de 3,2%, con un máximo de 4,7% y un mínimo de 0,7%. El dato final fue 2,8%: hubo cierto optimismo, pero no demasiado. Para 2018 las consultoras arrancaron en 3,3%, pero hoy ya estamos en 2,5%, con perspectivas de que los pronósticos sigan ajustando a la baja.

Aún es temprano para identificar una dinámica sistemática en los pronósticos. Pero si esta tendencia se sostiene, se podrá reflexionar sobre el origen de esta sobreconfianza. Más allá de las preferencias de algunos economistas del manejo actual de la política económica en relación con la anterior, existe una aceptación más o menos extendida de que se están llevando a cabo políticas “sensatas” desde la perspectiva del crecimiento sostenido y la estabilización. Si bien hay matices, en general estas políticas están en línea con el pensamiento macroeconómico dominante o mainstream, que ejerce una inevitable influencia en los analistas.

No sabemos aún si las políticas en marcha son adecuadas para el largo plazo, pero hay señales de que en el corto y mediano plazo estos instrumentos técnicos no han tomado en plena consideración las propiedades específicas de la economía local

No sabemos aún si las políticas en marcha son adecuadas para el largo plazo, pero hay señales de que en el corto y mediano plazo estos instrumentos técnicos no han tomado en plena consideración las propiedades específicas de la economía local. El marco teórico de análisis tiende a ser demasiado “universalista” para aplicarlo pari passu a nuestro país, y quizás se obvian conductas de los agentes económicos largamente internalizadas por nuestra Historia.

Estas conductas no son fáciles de modificar, como se ha probado en estas últimas semanas, cuando volvimos a observar turbulencias con efectos negativos sobre precios y actividad, al menos para lo que queda del 2018. Cuando consideramos estas particularidades estructurales, los impactos recibidos se amplifican con fuerza. Estas amplificaciones son asimétricas, y tienden a empeorar más que a mejorar nuestras predicciones. Conviene, quizás, considerar en el análisis prospectivo con más asiduidad estas perturbaciones.

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