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Las tarjetas de crédito cuestionan la rebaja de comisiones

25 noviembre de 2016

Con 134 votos a favor, Diputados dió ayer media sanción al proyecto que rebaja del 3% al 2% la tasa máxima que deberán pagar los comercios por las operaciones con tarjeta de crédito y del 1,5% al 1% por las de débito.

La rebaja será inmediata para las pymes que facturen menos de $ 55 millones anuales y para los comercios medianos y grandes se hará en tres años: en 2017 el arancel para tarjeta de crédito será del 2,6% y para débito del 1,3%, en 2018 del 2,3% y 1,15% respectivamente y en 2019 se alcanzaría el porcentaje final.

El proyecto tenía varios puntos que los comercios apoyaban, como la baja de aranceles y el fomento de una mayor competencia en el segmento de “adquirencia” (contratación de un servicio de tarjeta), pero no se conocía demasiado la opinión de los otros actores en cuestión: las tarjetas. Menos aún después de la resonante denuncia que la Cámara de Comercio (CAC) hizo el viernes contra Prisma, controlante de Visa, por “abuso de posición dominante”.

Sin embargo, recientemente el presidente de la Asociación de Tarjetas de Crédito y Compra (ATACYC), César Bastien, expuso en algunas declaraciones las posturas de su sector. En una columna publicada en Télam, dejó sentada su oposición a los proyectos legislativos (el aprobado ayer y otro varado en el Senado) asegurando que “obligar a los prestadores de estos servicios (de pagos con tarjeta) a brindarlos por debajo de sus costos es cuestionable jurídicamente y contrario a los principios constitucionales”. Y agregó que con estas iniciativas serán afectados las tarjetas y los usuarios, mientras que los comerciantes no recibirán ningún “beneficio adicional”.

Menos plásticos

Una de las principales consecuencias que según Bastien tendrá la baja de comisiones es que provocará una “reducción en la cantidad de usuarios de tarjetas”. “Probablemente haya emisores que no quieran abastecer a algunos consumidores o comercios porque no les cerrarán los números, lo que dejará a una parte del mercado sin tarjetas”, afirmó en un reportaje.

Esta menor provisión de plásticos, generada además porque habrá “una menor cantidad de empresas que ofrezcan tarjetas”, provocará entonces una “exclusión financiera” para muchos usuarios, algo que “conspira contra las políticas del BCRA para bajar las barreras de acceso al sistema bancario”.

Así, muchos usuarios ?principalmente “los de menores recursos”? estarán obligados “a buscar financiamiento para sus consumos en el comercio, que suele ser más caro, o en financieras informales, que trabajan con tasas mucho más altas que los bancos”. Además, los consumidores que “permanezcan con sus tarjetas” sufrirán un “incremento del costo de los servicios y la tasa de financiación”, mientras que muchos comerciantes podrían pasar a financiarse en canales informales “con condiciones (gastos, cargos e intereses) sensiblemente más onerosas”.

Los últimos afectados, sostiene Bastien, serían los turistas extranjeros, ya que “el arancel que se le cobra al comercio no alcanzará para cubrir los costos que se debe abonar al banco emisor del exterior, por lo que estas transacciones serían rechazadas por deficitarias”.

Comercios afectados

Por otra parte, Bastien sostiene que también los comercios se verán perjudicados por las medidas que supuestamente deberían beneficiarlos. Según dijo, con la baja de comisiones habrá una “reducción de promociones, planes de cuotas y programas de fidelización” que provocará a los comerciantes “una caída en las ventas”.

Esto ocurrirá porque “existirá un menor interés de las tarjetas en atender a los comercios de bajo volumen de ventas, alejados de las grandes ciudades y con mayores riesgos”. En ese sentido, sostuvo que se irá “a un mercado más restringido, con menos gente bancarizada y más concentrado porque los menores ingresos (para las tarjetas) serán un incentivo para privilegiar el volumen (de ventas en los comercios)”.

Bastien afirma además que otras “experiencias internacionales y nacionales” demuestran que los comerciantes no trasladan la reducción de aranceles a los usuarios, “que por lo tanto no recibirían ningún beneficio”. La rebaja de aranceles tampoco significará “que mayor cantidad de comercios acepten cobrar con tarjetas”, ya que “el verdadero condicionante para que usen estos medios de pago es el costo fiscal que significa formalizar su operación”.

Por otra parte, aunque reconoció que existe la distorsión de que “un comercio chico paga igual arancel que uno grande”, Bastién afirmó que las tasas locales “son más bajas que en la región (3%, contra 6% afuera)”. “La comparación de los aranceles cobrados a comercios con los de otros países con características similares ?en niveles de bancarización, riesgos de cobranza, formalidad de la economía y composición social? muestra que esos lugares tienen comisiones muy superiores”, concluyó.

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