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“Hoy la consigna es estar siempre vigente”

Entrevista a Mariano Narodowski, Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.

01 agosto de 2016

“La vieja idea de 'seguir el ejemplo' de los mayores ya no tiene un sentido legítimo”, afirma el pedagogo y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella Mariano Narodowski, al explicar que la experiencia y la antigüedad dejaron de ocupar un lugar en el podio de lo valioso para pasar a ser un lastre que dificulta cumplir con la normativa actual: estar siempre a la vanguardia. El autor del libro Un mundo sin adultos (Debate), asegura que el mayor temor de un adulto es “caer en la obsolescencia” y por eso se advierte una tendencia a imitar hábitos, modos y cualidades de los más chicos. Esta tendencia no deja de tener efectos en la estructura educativa e, incluso, en el mundo del trabajo. Según considera Narodowski, los jóvenes no tienen referentes fijos ni responden a las autoridades tradicionales, sino que construyen constantemente su propio destino. Las empresas, en la misma sintonía, salen en busca de “expertos sin experiencia”.

¿Qué lugar ocupa hoy el saber “de los mayores”?

En épocas de cambios constantes, violentos, en las que los oficios, las profesiones, los saberes y las tecnologías perduran poco tiempo, la idea de que acumular experiencia o ser más antiguo brinda más capacidad y prestigio es una idea errónea porque portar más conocimientos puede estar indicando que los conocimientos que se portan son obsoletos. De hecho, el mayor temor de un adulto en tanto tal es caer en la obsolescencia (laboral, pero también emocional, lúdicra, tecnológica). Los mayores tienen que estar todo el tiempo demostrando que sus conocimientos, su cuerpo, su lenguaje no ha perdido vigencia y por eso las grandes ahora quieren parecer chicos, usar su ropa, curtir su onda, dejar a un lado cualquier vestigio del paso del tiempo: las canas, las arrugas, la barriga, las estrías. La consigna es estar siempre vigente.

¿Por qué señala que la autoridad de los adultos se encuentra cuestionada?

Son quienes se forman en el torbellino de esos cambios los que tienen capacidad de operar con ellos: los niños y los adolescentes. Por eso, la vieja idea de “seguir el ejemplo” de los mayores ya no tiene un sentido legítimo: ellos son embajadores de una tradición que hoy se presenta como irrelevante y, por el contrario, los jóvenes se forjan su propio camino. Es el caso de los famosos “milennials”: no es que sean más creativos que las generaciones anteriores, es que ya no tienen ejemplos para seguir por lo que necesitan investigar e inventar constantemente su propio destino.

¿Qué efectos tiene en la educación?

Esto tiene un impacto brutal en las escuelas ya que estas son instituciones conformadas en el Siglo XVII y diseñadas a partir de la autoridad de un adulto ?el maestro? quien ocupa el lugar monopólico del saber. Mantener el lugar asimétrico del docente hoy muy difícil, es heroico. El docente de antes tenía legitimidad de origen; el de hoy, tienen que salir a ganarse su legitimidad todos los días.

En este marco, ¿reclamar obediencia a los jóvenes aparece como una idea retrógrada?

Hace unas pocas décadas, el “niño obediente” era felicitado en las familias, las iglesias y las escuelas. Hoy, un niño obediente es sospechado de una pasividad cercana a la patología. Antes, al niño obediente se lo destacaba; hoy, al niño obediente se lo sospecha de portar algún problema neurológico o de adaptación social. Queremos chicos críticos, creativos y participativos: el reclamo de obediencia a un chico se transformó en un discurso facho.

¿Cuáles son los valores más celebrados hoy (y que, según señala en el libro, aparecen más asociados a los jóvenes)?

Los adultos ponen en los jóvenes la autonomía y la autosuficiencia para resolver problemas e interactuar con el mundo. Los adultos sostienen que los chicos pueden por sí mismos. Pero esta proclama supuestamente libertaria esconde una paradoja perversa: en nuestro mundo narcisista y autocomplaciente los adultos solo se comprometen y sacrifican por sus hijos y sus alumnos cuando es funcionalmente obligatorio dado que compromiso y sacrificio no tienen buena prensa, son vestigios del pasado: los grandes dicen “mis hijos van a ser felices sólo si yo soy feliz”. Detrás del discurso de la liberación de los niños son los adultos los que se han liberado de ellos.

¿Estos cambios afectan la vinculación de las nuevas generaciones con el mundo del trabajo? ¿Cómo?

Por un lado, una mutación bruta en la cuestión del conocimiento: la antigüedad no garantiza eficacia. Por otro, la necesidad de desjerarquizar determinados ambientes laborales, especialmente los más productivos, para conseguir un entramado horizontal colaborativo más basado en la negociación que la imposición. Finalmente, el problema de la hiperespecialización: si las tecnologías mutan constantemente ¿para que especializarse, para que ser experiente o muy aplicado a un solo tema en un entorno de obsolescencia veloz? El ideal en muchas empresas es el experto sin experiencia: una persona muy formada en términos genéricos pero no contaminada por lógicas productivas que han desaparecido.

¿Cómo ha impactado en la educación la incorporación a las aulas de las TICs? ¿El impacto está sobredimensionado?

El impacto estuvo sobredimensionado pero la marea bajó y las escuelas son cada vez más iguales a sí mismas. Hacia inicios de los 2000, con la generalización de Internet y su llegada a la escuela, los gurúes de las computadoras nos prometían globalmente escuelas hiperteconologizadas que iban a reemplazar a la escuela del Siglo XVII. Todavía en algunas charlas TED pueden corroborarse esas ideas que están cada vez más lejos de concretarse. Salvo excepciones, son las escuelas las que han cambiado a las TICs; es decir, estas se han ajustado a la vieja dinámica escolar y no han producido grandes cambios. Hace diez años, los gurúes de la educación nos decían que las TICs fracasaban porque los maestros no estaban capacitados. Hoy sabemos que las escuelas son formatos muy tradicionales, rígidos y difíciles de modificar por la mera voluntad de los actores, por más tecnocool que sean.

¿Vamos hacia la desaparición de las instituciones educativas tal como hoy las conocemos?

Las instituciones escolares tienen apenas 300 años: si la humanidad se las arregló durante milenios para educar sin escuelas podrá hacer lo mismo en un futuro. Esto es así porque las escuelas funcionaban bien en épocas de dominio adulto y de monopolio del saber, dominio y monopolio que hoy ya no existen. Sin embargo, lo que vemos en todo el mundo que las escuelas se mantienen con formatos tradicionales fácilmente reconocible en los países más desarrollados o en los entornos más empobrecidos. En suma, vivimos la etapa en la que las escuelas no terminan de morir y lo nuevo no termina de nacer y esto será así por varias décadas. En el Proyecto Pansophia (www.pansophia.org) estamos trabajando para el momento en el que las escuelas sean cosa superadas. Ya estamos creando nuevas formas de educar no solamente con redes y pantallas sino imaginando nuevas relaciones sociales y nuevas relaciones intergeneracionales en la educación.

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