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Mariano Caucino

"Una nueva Guerra Fría es un título tentador para la prensa, pero no es lo más apropiado históricamente"

El Economista dialogó con Mariano Caucino, ex embajador y autor de "Rusia Actor Global" y "La Rusia de Putin"

Mariano Caucino
Mariano Caucino .
09 enero de 2022

Por Damián Cichero

Tras varios años de relativa tranquilidad, el sistema internacional se encuentra en un momento de máxima tensión, con varias potencias disputándose la hegemonía mundial. 

Uno de los conflictos más graves de la actualidad es el de Estados Unidos y Rusia, enfrentados por la militarización de la frontera ruso-ucraniana. Desde Occidente, temen que Vladimir Putin ordene una invasión, mientras que este niega las acusaciones y exige garantías de que la OTAN dejará de expandirse hacia el este y de que Ucrania no se unirá a la alianza. 

 Sin embargo, aunque las relaciones bilaterales entre Washington y Moscú se encuentran en su punto más bajo desde el fin de la Guerra Fría, tanto Putin como Joe Biden se han mostrado dispuestos a dialogar. 

Intentando comprender la complejidad de este conflicto, El Economista dialogó con Mariano Caucino, especialista en relaciones internacionales y ex embajador. El entrevistado, que se desempeñó como diplomático en Israel y Costa Rica, es autor de los libros "Rusia Actor Global" (2015) y "La Rusia de Putin" (2016).

¿Qué conclusiones se pueden sacar de la última comunicación telefónica entre Joe Biden y Vladimir Putin?

Son dos líderes dotados de una inmensa experiencia. Biden fue senador durante cuatro décadas y ocho años vicepresidente. Putin ha estado al frente de la Federación Rusa veinte años, tanto como presidente como en su capacidad de primer ministro. Son dos personas conscientes que los conflictos geopolíticos tienden a sostenerse en el tiempo. En junio de 2021, Biden y Putin tuvieron su primer encuentro en sus roles de jefes de Estado de sus respectivos países, aunque se habían reunido varias veces antes cuando Biden era vicepresidente, en Ginebra. Ya entonces quedó demostrado las bajas expectativas de ambos, toda vez que las relaciones entre EE.UU. y Rusia parecen recorrer una suerte de ciclo repetido cada vez que se produce un cambio en los liderazgos. En las últimas tres décadas, desde el fin de la Guerra Fría, el vínculo entre Washington y Moscú parece condenado a una suerte de eterna repetición en el que los ensayos de mejorar las relaciones son seguidos inexorablemente por un período de deterioro de las mismas. Esto sucedió con Boris Yeltsin y Bill Clinton. Y volvió a ocurrir con Putin y George Bush (hijo), Barack Obama y en alguna medida con Donald Trump. 

¿Estamos ante una nueva Guerra Fría?

Una nueva Guerra Fría es un título tentador para la prensa. Pero no necesariamente es lo más apropiado. Porque la relación entre EE.UU. y China de nuestros días no es una reiteración de la que en su momento tuvieron EE.UU. con la Unión Soviética. Y porque en la relación triangular entre EE.UU., Rusia y China, se produjo una alteración fundamental en el poder relativo de estas dos últimas. El ascenso de China, desde que Deng Xiaoping lanzó sus reformas de apertura económica, la llevó a convertirse en una superpotencia económica. En cambio, la Unión Soviética nunca contó con un aparato económico capaz de satisfacer las demandas de dominio global que sus líderes le habían asignado. Y ello finalmente explicó su caída. Los historiadores han denominado el fenómeno como "agobio imperial". Por otro lado, EE.UU. y la Unión Soviética casi no tenían interacción económica, mientras que hoy en día la interrelación económica entre EE.UU. y China es gigantesca. A falta de una analogía mejor, seguimos utilizando la idea de una Guerra Fría. 

¿Cuáles son los intereses reales de Putin en Ucrania?

Hay que tener en cuenta que, para Rusia, Ucrania no es simplemente un país extranjero. En realidad, Rusia y Ucrania son en gran medida un mismo pueblo y comparten una historia común.  Rusia comenzó en lo que se llama el “Kievan Rus”. Y Ucrania ha sido un país independiente solamente durante treinta y pocos años en los últimos cinco siglos. Durante cientos de años Ucrania fue parte del imperio ruso. De hecho, en Ucrania hay una tensión permanente que hace a su propia identidad nacional. El sector occidental del país quiere integrarse a la Unión Europea y eventualmente a la OTAN. Pero el sur y el este del país son pro-rusos, o directamente rusos. Por ello, cuando tuvo lugar un referéndum después de que Rusia anexó -o recuperó- la península de Crimea, 97% de la población allí votó incorporarse a la Federación Rusa. 

Ello provocó un quiebre en las relaciones de Moscú con Occidente... 

Efectivamente, la crisis generó un colapso en las relaciones ruso-americanas, provocando la aplicación de sanciones y una caída del precio del petróleo. Varios sospecharon una repetición de algo que sucedió a mediados de los años '80, cuando un acuerdo entre la Administración Reagan y el Reino de Arabia Saudita provocó una caída estrepitosa del precio del petróleo, lo que dañó las finanzas del Kremlin. Ese derrumbe en el valor del barril en 2014 obligó a Putin a reorientar sus prioridades estratégicas hacia China, firmando un acuerdo de provisión energética de características “históricas” con Beijing. 

¿Rusia ha podido procesar el cambio de estatus internacional que significó la caída de la URSS en 1991?

No se puede olvidar que la geografía sigue siendo el dato más importante de la política. Rusia es el país más extenso del mundo. Tiene un territorio gigantesco, acaso infinito, que a primera vista podría hacer suponer que es un dato de fortaleza. Pero, sin embargo, carece de fronteras naturales significativas. Ha sido invadido sucesivamente. En los dos últimos siglos por dos fuerzas provenientes de Occidente, como el Imperio Napoleónico y la Alemania nazi. Ambas experiencias traumáticas, pusieron en riesgo la propia subsistencia del Estado ruso. Rusia y EE.UU. experimentaron historias estatales completamente diferentes. EE.UU. ha sido bendecido por la geografía que los aisló de los conflictos externos con dos inmensos oceános. Fomentando el criterio del "esplendido aislamiento" del que ya habían gozado los británicos. Rusia durante siglos luchó por resguardar ese territorio a través de conquistas en busca de seguridad y procurando llegar a los mares templados. El punto de mayor extensión y alcance de ese poder lo había logrado en 1975, en los acuerdos de Helsinki, en los que EE.UU. y los países de Europa Occidental aceptaron el reconocimiento de las fronteras de posguerra a cambio de la admisión del irritante asunto que los Derechos Humanos representaban para los jerarcas soviéticos. Y esas posesiones imperiales se perdieron solamente quince años más tarde generando una inevitable sensación de potencia disminuid. Por ello algunos han dicho que el canciller Sergei Lavrov puede estar inspirado en el príncipe Gorchakov (no confundir con Gorbachov), ministro de Asuntos Exteriores al fin de la Guerra de Crimea, en el Siglo XIX, de quien se recuerda su frase que dice algo como "Rusia no está enojada, se está recomponiendo".

¿Qué papel juega el gasoducto Nord Stream 2 en este conflicto?

Lo que hay que tener presente es que las relaciones entre Rusia y el establishment empresarial alemán son muy relevantes, por razones de interés común. Un entendimiento entre la clase empresaria alemana y Rusia es una marca repetida en la historia. En 1970, como parte de la política de détente entre los soviéticos y la República Federal Alemana (Ostpolitik) en tiempos de Leonid Brezhnev y Willie Brandt, se firmaron acuerdos de provisión de gas natural de la Unión Soviética a través de un gasoducto alemán financiado por un consorcio de bancos alemanes liderado por el Deutsche Bank. Por otra parte, la canciller Angela Merkel desplegó una agenda de reconversión energética que en los hechos ha profundizado la dependencia alemana del gas ruso. Sobre todo, a partir del controvertido abandono de la energía nuclear. 

¿Es posible una invasión o una guerra? 

Le diría que es improbable. Probablemente nadie quiera ir a una guerra entre las dos mayores potencias nucleares por Ucrania. O mucho menos por Georgia, como quedó demostrado durante la guerra de 2008. Pero, claro, también debo decirle que la historia enseña que se puede saber cómo comienza una crisis, pero nunca cómo termina. se suele citar el caso de la Primera Guerra Mundial. En el que es altamente probable que si los protagonistas de ese momento hubieran podido imaginar en el verano de 1914 cómo Europa terminaría en 1918 seguramente hubieran adoptado otro curso de acción. Al respecto hay un gran libro, de una historiadora que se llamó Barbara Tuchman, “The March of Folly”, que recientemente fue citado por Marcos Peña en un trabajo sobre otra índole, y que relata cómo a veces los gobernantes cometen errores que pueden llevar a catástrofes. Estas equivocaciones, que más tarde históricamente son vistas como una locura, pueden suceder, dado que a veces las guerras se derivan de errores de cálculo. 

Ante la presión occidental, en los últimos meses hemos visto un acercamiento entre Rusia y China. ¿Qué conclusiones podemos sacar de esto?

Así es. Y eso es el resultado de lo que muchos entienden ha sido un error enorme por parte de los diferentes gobiernos occidentales. Los rusos consideran que EE.UU. incumplieron una promesa en 1990 cuando el secretario de Estado James Baker III aseguró a Mikhail Gorbachov que la unificación alemana no iba a suponer una expansión de la OTAN. Pero eso terminó ocurriendo. En 1997, George Kennan advirtió que expandir la OTAN era un “error fatídico”. Pero esas prevenciones no fueron escuchadas. El propio Richard Nixon, probablemente el hombre más talentoso en materia de comprensión de los asuntos mundiales que haya llegado a la Casa Blanca en los últimos cincuenta años, había enviado un memorando a Bush (padre) en 1992 recomendándole tratar a Rusia con el cuidado y la atención que merecía por su envergadura, su significación histórica y su pasado imperial. El resultado de todo esto es que Rusia y EE.UU. se alejaron cada vez más. Y los rusos terminaron acercándose a los chinos. Con los riesgos que conocemos, dado que la potencia en ascenso hoy no es la ex Unión Soviética, sino la República Popular. Fíjese una cosa. Hace pocos días, Putin aseguró que la economía china sobrepasará a la norteamericana en el futuro inmediato y aseguró que EE.UU. perderá su posición de dominio global en materia financiera y comercial. El hecho de que un líder ruso diga eso en tono celebratorio debería hacernos reflexionar a quienes creemos en los valores occidentales. Toda vez que entre Rusia y China siempre existieron rispideces que, al borde de un conflicto abierto, por caso en 1969, cuando una serie de enfrentamientos entre las dos potencias socialistas abrió la oportunidad para la política exterior más audaz e inteligente de EE.UU. en las últimas décadas. 

Se refiere a la apertura a China impulsada por Nixon y Henry Kissinger. ¿Hoy se puede imaginar algo parecido?

Así es. En EE.UU. hay muchos que comienzan a advertir que las malas relaciones entre Washington y Moscú solamente han contribuido a fortalecer un lazo entre Moscú y Beijing que en términos históricos es casi una anormalidad. Porque Rusia y China son dos gigantes potencias continentales con enfrentamentos ancestrales. El acercamiento entre rusos y chinos es verdaderamente curioso, y muy negativo para Occidente. Nixon y Kissinger entendieron muy bien que los intereses de EE.UU. estarían mejor atendidos en la medida que pudieran lograr tener con Moscú y Beijing una relación mejor que la que éstas pudieran tener entre sí. Mao había llegado a una conclusión similar. Hay un libro muy interesante, que son las memorias del médico de Mao. El libro se llama "The Private Life of Chairman Mao". Lo relevante es que este hombre, que tenía una cercanía importante con un Mao que en buena medida vivía en una suerte de aislamiento como el que suele atacar a los grandes emperadores, cuenta que Mao le anticipó por esos años qué es lo que tenía en mente. Acercarse al enemigo lejano como forma de contener al enemigo lejano, que era EE.UU.

La histórica visita de Richard Nixon a China en 1972
La histórica visita de Richard Nixon a China en 1972

¿La vacuna Sputnik V ha mejorado la imagen internacional de Rusia?

Relativamente, porque persiste una campaña ruso-fóbica. Yo nunca dudé en la capacidad rusa para desarrollar una vacuna. La Unión Soviética puso un satélite en 1957, anticipándose a EE.UU. La Unión Soviética fue capaz de alcanzar logros verdaderamente impactantes y que por momentos la colocaron como un serio rival del país más poderoso de la Tierra. Y estamos hablando de unos EE.UU. que eran en términos relativos más poderosos que hoy. Estoy hablándole de un país que en 1945 concentraba algo así como 35% del PIB global. 

¿A qué se debe esa persistente "ruso-fobia"?

En parte es heredada de la Guerra Fría. Pero, por otro lado, los rusos -y los chinos- tienen un dato cultural impreso que los lleva a profundizar grados de secretismo que hacen que despierten suspicacias en Occidente. Un dato curioso es cómo, a pesar de los inmensos avances tecnológicos y pese a que de alguna forma vivimos en una suerte de aldea global, persisten las incomprensiones derivadas de la existencia de culturas diferentes. 

La URSS fue capaz de alcanzar logros verdaderamente impactantes y que por momentos la colocaron como un serio rival del país más poderoso de la Tierra
“La URSS fue capaz de alcanzar logros verdaderamente impactantes y que por momentos la colocaron como un serio rival del país más poderoso de la Tierra”

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