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Conflicto Rusia-Ucrania

Putin pasó a su Plan B y la lucha por Kiev será encarnizada

Apareció un cisne negro para el Plan A de Putin: la resistencia que están presentando los ucranianos en la defensa de su país

Convoy ruso en Ucrania
Convoy ruso en Ucrania Maxar
Martín Pradás 01 marzo de 2022

El jueves 24 de febrero, Vladimir Putin se dirigió al mundo para anunciar una “operación especial” sobre Ucrania. Operación especial que no era sino un sinónimo para una intervención militar. Llegaron espectaculares imágenes de bombardeos y fuego de artillería, que en términos militares sirve para “ablandar” al enemigo (es decir destruir tanto objetivos específicos como la moral de la población). 

Sin embargo, estos ataques que suelen durar días en este caso duraron horas. Las tropas aerotransportadas y las columnas de tanques avanzaron por los campos ucranianos casi sin oposición en las primeras horas de combate. 

Estos movimientos fueron inspirados en la “Blitzkrieg” alemana, es decir, la guerra relámpago. 

Esta estrategia militar consta de concentrar las tropas en una sola columna que avanza; primero con un bombardeo, prosiguen los tanques que rompen la defensa enemiga y por último la infantería. Con el único fin de atravesar la defensa y rodear al enemigo. Esto funcionó especialmente bien en mayo de 1940, cuando Alemania invadió Francia y tomo París en menos de un mes. 

Pero, ¿por qué Putin apuesta por esta estrategia? Esto se debe a que representaría una victoria rápida y decisiva, que dejaría sin tiempo de respuesta a occidente. Tomaría Kiev y se sentaría a negociar con esta tremenda victoria militar, imponiendo condiciones como la exclusión definitiva de Ucrania de la esfera de la OTAN. A la vez que representaría un costo económico muy inferior comparado con el triunfo político (interno y externo) que eso significaría. 

Sin embargo, apareció un cisne negro. ¿Una intervención decidida y encolumnada de las potencias occidentales contra una nueva guerra? No. El gran cisne negro hasta la fecha es la resistencia que están presentando los ucranianos en la defensa de su país. 

La preparación de 8 años, la venta de armamento occidental y la moral del pueblo ucraniano hicieron que una operación que Putin quería terminada en pocas horas se alargue días. Para ponerlo en perspectiva, es como si Polonia hubiese rechazado la invasión germano-soviética del '39. 

Defensa que está lejos de significar una victoria, pero que eleva los costos de un triunfo ruso a un punto preocupante para Moscú. La preparación de 8 años, la venta de armamento occidental y la moral del pueblo ucraniano hicieron que una operación que Putin quería terminada en pocas horas se alargue días. Para ponerlo en perspectiva, es como si Polonia hubiese rechazado la invasión germano-soviética del '39. 

Esta situación envalentona al mundo y a los propios ucranianos, pero que el plan inicial haya fallado no significa que la operación esté perdida. Los rusos ya inmovilizaron a la Armada Ucraniana, aparte de dominar buena parte de los cielos ucranianos. Ocuparon la región del Dombás e intentan crear un corredor, a través de Mariupol, entre esta región y Crimea, que ya fue anexada a Rusia en el 2014.

Además de ya estar presentes en varios puntos urbanos importantes como Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania. El flanco oeste de Kiev está tomado por los rusos, que en las próximas horas recibirá un convoy armado de 60 kilómetros de largo desde Bielorrusia (aliada de Rusia), como refuerzo. Del otro lado del Río Dniéper, en el margen oriental, las tropas rusas se encuentran considerablemente lejos de la capital. Por lo que encontramos dos caminos: o esperan el avance de la columna del este y rodean la capital, o concentran sus fuerzas en el oeste e intentan rodear la ciudad desde este flanco. Sea la opción que sea, la lucha por Kiev será encarnizada. 

Estos son los dos puntos claves de la guerra: Kiev por su importancia política, ya que allí se encuentra el presidente Volodymyr Zelenski. Y Járkov, puesto que, una vez tomada la ciudad, el ejército ruso puede virar hacia el sur y encerrar a las tropas ucranianas en el frente del Dombás. De esta forma Rusia destruiría el poder político y militar ucraniano. 

No obstante, el Kremlin corre una carrera contra el tiempo. Ya que al fallar su Plan A, dio no solo tiempo a los aliados occidentales, sino cohesión política (faltante en la OTAN en estos últimos tiempos) y aunque no se vio traducido en apoyo militar directo, la exclusión de Rusia del sistema SWIFT y el bloqueo al Banco Central de Rusia, pone en jaque buena parte de su economía. 

Por esa razón Rusia se viene preparando desde hace un tiempo en ese aspecto, por ejemplo coordinando con los “oligarcas” una verdadera economía de guerra. Esta presión internacional no es más que la consecuencia de la resistencia ucraniana, que, si hubiese caído en las primeras horas, no nos encontraríamos con sanciones tan duras.

Ante una resistencia inesperada, Putin presiona con la opción nuclear. Puso en alerta a las fuerzas responsables de la disuasión, intentando intimidar a Kiev y dar un mensaje a la OTAN. Eso, combinado con el aumento de tropas en el campo, da a entender su desesperación.

Ante esta resistencia inesperada, Putin presiona con la opción nuclear. Puso en alerta a las fuerzas responsables de la disuasión, intentando intimidar a Kiev y dar un mensaje a la OTAN. Esto, combinado con el aumento de tropas rusas en el campo, da a entender la desesperación del presidente ruso.

Hoy en día las preguntas que subyacen a la situación son varias. 

  • ¿Cuánto tiempo debe soportar la defensa ucraniana para desgastar la economía rusa y con eso sus ganas de pelear? 
  • Conjuntamente, sobre las negociaciones que se están dando en territorio bielorruso entre las delegaciones ucranianas y rusas, ¿serán estas el fin del conflicto o una manera de ganar tiempo para ambos bandos? 
  • Y, por último, ¿cuáles serán las consecuencias de las acciones de la Unión Europea con la intención de incorporar a Ucrania en las últimas horas?

Sin duda, el jueves 24 de febrero de 2022 significó un antes y un después en la distribución de poder europeo, y los tiempos que se avecinan no parecen traer consigo un status quo definido.

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