El barril de petróleo en su variante West Texas Intermediate subió hoy 1,5% y llegó a US$ 81, su nivel más alto en siete años e introdujo un elemento más en el debate sobre la persistencia de la elevada tasa de inflación. Muchos economistas, e incluso autoridades monetarias, siguen sosteniendo que los índices de precios se desacelerarán y volverán a su nivel previo a la pandemia, pero reconocen que ese proceso llevará más tiempo que el que estimaban. La suba del petróleo, que tiene mucha influencia sobre el resto de los precios, refuerza esa percepción.
Pero también afectará el nivel de actividad en algunos países. Una energía más cara, junto a la suba de las tasas de interés en varios países no constituye buenas noticias para los niveles de actividad. En esa línea, Goldman Sachs recortó la tasa de crecimiento esperada para Estados Unidos a 5,6% en 2021 y a 4% en 2022. El dato positivo para los emergentes es, que en este contexto, la Reserva Federal no subirá la tasa de interés hasta 2023.
La reacción de los mercados fue la previsible con una caída de las bolsas y una suba del dólar frente al resto de las monedas.
En Europa, la preocupación por los precios del gas y la electricidad es creciente mientras que el barril de petróleo de la variante Brent que es la referencia europea subió a US$ 85, su mayor cotización desde octubre de 2018.
