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Wall Street le teme más a las elecciones que a las tasas

Los dos eventos que se esperan para noviembre y diciembre, respectivamente, paralizan a muchos inversores. Sin embargo, todo parecería indicar que la posibilidad de que Donald Trump gane en los comicios es el peor escenario imaginable. ¿Qué dicen los expertos?

03 octubre de 2016

por Dolores Ugarte

Los evidentes problemas de salud de Hillary Clinton generaron que su victoria en las próximas elecciones de Estados Unidos sea dudosa. En definitiva, esto termina preocupando tanto a electores como inversores, dado que Wall Street prefiere a la demócrata antes que a Donald Trump quien, a la vez, es visto con peores ojos que la inminente suba de tasas de la Reserva Federal.

Los datos suministrados por una encuesta elaborada por CNN Money fueron contundentes: 45% de los inversores con posiciones en Wall Street considera que si Clinton gana la Presidencia y es ella la que sucede a Barack Obama en la Casa Blanca, eso será una buena noticia para la renta variable mientras que 34% manifestó que Donald Trump es una mejor alternativa en este sentido. En cuanto a cuál de los candidatos sería mejor para la economía de Estados Unidos, 41% de los inversores se inclinan por Clinton y 33% por Trump.

La peor pesadilla

La economía de Estados Unidos se mantiene en paz. Sin embargo, esta aparente tranquilidad está a punto de llegar a su fin ya que hay dos eventos que la ponen en riesgo: por un lado, la muy probable suba de tasas de la Reserva Federal y, por el otro, las elecciones en noviembre. Sin embargo, parece que los inversores le temen más a las elecciones ?y a la posibilidad de que Trump resulte victorioso- que a la suba de tasas.

“Me parece que lo más complicado sería que gane las elecciones Donald Trump porque ello implicaría un repliegue de los inversores hacia activos menos riesgosos con el consecuente castigo para la Bolsa de EE.UU. y los mercados emergentes ante la inseguridad política y económica”, detalló Gabriel Holand, director de HR Global Consultores Financieros.

La lista de temores es larga: como Commander-In-Chief, Trump lanzaría una guerra comercial con China; podría aumentar los impuestos a los ricos; podría interferir con la Reserva Federal sobre la política monetaria y las relaciones de la Casa Blanca con el Congreso podrían romperse por completo.

Por ejemplo, Clinton no despierta la misma clase de ansiedad en Wall Street. Ella preocupa, precisamente, por su debilidad.

Las razones en contra de Trump son obvias: nadie sabe dónde está ideológicamente, nadie sabe de qué sería capaz una vez en el poder, con tal de ser reelegido o de aumentar su base de apoyo popular. Un día está a favor de las expropiaciones de propiedad privada para realizar obras y, al otro día, en contra. Un día habla como un demócrata y al otro como un republicano. Con Clinton, se sabe que el Congreso se opondría a muchas iniciativas, pero al menos es un escenario previsible.

Doble discurso

Las empresas quedan en desconcierto por los comentarios improvisados que hace Trump sobre asuntos cruciales de negocios y economía a diario desde que lanzó su campaña electoral el año pasado: ha denunciado los altos salarios de los jefes ejecutivos, la codicia de los banqueros y las ventajas tributarias de los ricos administradores de fondos de Wall Street.

Trump también ha amenazado a gran cantidad de inmigrantes indocumentados, que permiten a las empresas estadounidenses contar con una gran oferta de trabajadores de bajos salarios.

Además, ataca a China y Japón por manipular sus monedas para ventajas comerciales y amenaza con iniciar una guerra comercial con el Gigante asiático. Al mismo tiempo, ha declarado su oposición a dos importantes acuerdos de libre comercio que abarcan a los océanos Pacífico y Atlántico.

Incluso, ha arremetido contra titanes estadounidense como Ford y Apple porque fabrican una parte de su producción fuera del país pero, por el otro lado, corteja a líderes de la industria estadounidense con promesas de recortes de impuesto a sus negocios y elogia las habilidades de su colega magnate Carl Icahn, uno de los inversores activistas más exitosos de Wall Street.

En cuanto a los activos que se verían favorecidos si Trump gana las elecciones están el oro, el dólar y los bonos gubernamentales. Por el contrario, perjudicados se verían todos los activos relacionados con naciones emergentes.

Asimismo, hay algunas inversiones que se verían beneficiadas gane quien ganare. El primer dato del menú de prioridades de las plataformas de ambos candidatos es la infraestructura. Tanto Clinton como Trump contemplan incrementar el gasto público, una señal para la economía luego del experimento de la política monetaria expansiva de los últimos años.

Por supuesto, las posibilidades de concretar gran parte de los planes de quien encabece las políticas estadounidenses dependerán de la conformación del Congreso. Según algunos especialistas, esto podría traducirse en una actitud más cautelosa de los inversores a la hora de realizar sus apuestas en sectores vinculados a la obra pública.

Lo cierto es que las industrias que saldrían beneficiadas con Clinton o Trump son del conglomerado de la infraestructura: puertos, ferrocarriles, agua y saneamiento, construcción, servicios públicos (como energía y distribución) y el transporte de petróleo y gas.

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