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¿Debemos seguir ciegamente a Buffett?

Es uno de los gurúes más importantes del mercado, pero también se equivoca e imitar su estilo no siempre es conveniente.

30 mayo de 2016

Warren Buffett es uno de los inversores más importantes del mundo y, por eso, cada una de sus declaraciones y movimientos repercute tanto sobre el funcionamiento del mercado como sobre muchos interesados en las finanzas que lo toman como una referencia.

Nadie puede poner en duda el ojo, olfato y conocimiento de Buffett para construir su cartera de inversión y la mayoría copiaría sus elecciones y se sentaría a esperar ganancias.

Sin embargo, hay algo que todos olvidan: Buffett es humano y, como tal, se equivoca. Por eso, a la hora de diseñar una estrategia de inversión no es conveniente seguir sus pasos ciegamente.

Berkshire y los demás

Berkshire Hathaway, la empresa través de la cual Buffett invierte, es un conglomerado gigante que poco tiene en común con un inversor pequeño. Por eso, que ésta no venda determinadas acciones o no compre otras, puede obedecer a un objetivo que no necesariamente sea el mismo del ahorrista.

Hay muchas razones por las que podría no tener sentido para Berkshire vender determinados activos como, por ejemplo, las enormes consecuencias tributarias de hacerlo o los dividendos que recibe. Pero el hecho de que Berkshire no los deba vender, no significa que éstas son las acciones que un inversor deba comprar.

En el sitio The Motley Fool se especificaron 3 acciones en particular que cumplen con esa característica

Wal-Mart (NYSE: WMT)

Buffett es un inversor inteligente, pero su inclinación por Wal-Mart ha sido poco brillante. A finales del año pasado, Buffett tomó una decisión en la dirección correcta cuando recortó sus posiciones en el gigante minorista. Sin embargo, su venta de alrededor de 4,2 millones de acciones sólo redujo su posición a 6%. Y hoy, la compañía se mantiene entre las primeras 10 apuestas de Berkshire.

En la actualidad, Wal-Mart sigue evidenciando la falta de una visión estratégica viable. Además, la compañía decidió terminar su concepto “Wal-Mart Express”, con el que esperaba competir con los minoristas cada vez más populares, tras asumir su fracaso. Y parecería que lo mismo está sucediendo con su propuesta de venta online.

Si bien Buffett ha hecho mucho dinero invirtiendo en la empresa desde hace ya varios años, no hay fundamentos lo suficientemente fuertes como para seguir apostando por ella (o empezar a hacerlo).

American Express (NYSE: AXP)

Buffett ha llamado a American Express una de sus “cuatro grandes” inversiones, y Berkshire ha amasado mucho dinero gracias a esta compañía. Si bien no hay duda de que American Express ha sido un negocio maravilloso durante mucho tiempo, hay razones para creer que las ganancias de la empresa ya no pueden ser tan maravillosas como lo eran antes.

¿Qué va mal? La marca de la firma ahora no lidera la porción de mercado de primera calidad que alguna vez ostentó y la intensa presión de la competencia está causando que clientes de toda la vida dejen de serlo.

Para ayudar a contrarrestar las próximas bajas, el equipo directivo de American Express anunció que va a reducir su personal, y con esta maniobra tiene el objetivo de ahorrar US$ 1.000 millones al año para 2017. Si bien se trata de un buen número para el corto plazo, no se entiende cómo reducir el gasto será una solución a largo plazo para restaurar la posición competitiva de la empresa.

Coca-Cola (NYSE: KO)

Al igual que American Express, The Coca-Cola Company le ha generado un montón de dinero a Berkshire Hathaway, además de pagarle otra gran porción en efectivo a razón de dividendos todos los años. Pero, al mismo tiempo, vale la pena preguntarse si esta compañía seguirá siendo una buena inversión para el largo plazo.

Después de todo, los gustos del consumidor están cambiando y nadie ignora que los productos estrella de la compañía están perdiendo popularidad. Pero no sólo eso: todo el segmento está en declive.

Hasta ahora, la empresa ha sido capaz de superar los obstáculos que se les presentaron pero los cambios en las conductas alimenticias de la población mundial podrían generar una presión mucho mayor en los próximos cinco o diez años. Se trata de una apuesta poco segura.

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