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La economía, al potrero

Desde mediados de 1970, los economistas están de moda. Pero no resuelven nada.

La economía, al potrero
Juan Ignacio Surraco 04 septiembre de 2023

Una vez más, estamos de moda. Desde mediados de 1970 hasta la fecha, los economistas en Argentina están de moda. Pero no resuelven nada. ¿Por qué será?, pregunta Vicentico.

La campaña política que se está desarrollando en la Argentina tiene a la economía en el centro. Lógicamente, el pésimo desempeño económico de los últimos 10 años, en el marco de un mal desempeño de largo plazo en la era de la arquitectura económico - financiera post Breton Woods (1973), requiere de búsqueda de explicaciones en "los economistas". 

Con mayor o menor éxito, los emergentes Javier Milei (2021-2023), Martín Tetaz (2017-2019) y, un poco más lejos, Axel Kicillof (2013-2015), se han logrado instalar en el sistema político como polos de atracción de una demanda de la ciudadanía. ¿Hemos resuelto las cosas?

El economista Martín Tetaz
El economista Martín Tetaz

La respuesta es obvia. Cada uno con su estilo, propusieron a la sociedad ideologías útiles para contener, pero que, a la hora servir para hacer política económica, aparecen como dudosamente aplicables. Pero no es culpa de ellos. El sistema político los ha puesto ahí para confrontar en los paneles de la televisión; para hacer de cuenta que toma conciencia de que es necesario arreglar la economía. Pero así, no arreglan nada.

Yendo a la coyuntura, esta elección ya es directamente "entre economistas". Veamos. Por un lado, tenemos a Sergio Massa, actual ministro, que con 110% de inflación (entre varios indicadores de mal desempeño), es competitivo. Por el otro, a Milei, que a fuerza de un discurso violento, rebelde y "revolucionario", está dominando el eje de la discusión temática de la campaña. En el medio, Patricia Bullrich que, floja de pergaminos, presentó a Carlos Melconian (el ministro que Macri, su jefe, no quiso), como su as de espadas. 

No parece, a priori, un buen cuadro. En el caso de Massa, podríamos decir que los resultados de su gestión no son puramente de él. Por un lado, la inflación siempre tiene componentes inerciales; por el otro, leer sobre el Plan Gelbard (1973-1974) enseña que, sin poder, es difícil sostener cualquier tipo de plan económico. En el caso de Melconian, una vez más aparece como ese buen suplente que tiene el DT en el banco, pero que por lo que sea, nunca termina entrando.

El caso que requiere más análisis es el de Milei. Todas las consignas que hasta ahora ha propuesto parecen ser más ideológicas que prácticas, lo cual invita a una discusión profunda de las mismas para poder digerirlas usando las diversas herramientas y teorías del análisis económico. 

Escuchando la ponencia que dio en el Congreso Económico Argentino la semana pasada, como economista confieso que es muy bueno oír desarrollos teóricos y referencias a la historia del pensamiento económico. Que nos citen a referentes del pensamiento económico, que todos los economistas alguna vez leímos para adorar o para cuestionar, nos hace sentir que "al fin se habla de economía". 

Mientras lo escuchaba, pensaba en los economistas y en los empresarios presentes. A los primeros los imaginé, como a mí mismo, en el pasillo de la facultad discutiendo sobre las teorías presentadas. El caso de los segundos, es más complejo. Espero que no se hayan confundido. Lo que se elige es un candidato a presidente, no a un profesor. 

Sin embargo, lo que más me llamó la atención, es que comenzó su discurso separándose del resto de los economistas, en una suerte de "todos contra mí".  Como indican los manuales de comunicación, una argumentación débil se puede fortalecer mediante el uso de falacias. De ahí las descalificaciones a la escuela neoliberal de Chicago (esto fue una sorpresa) a través de falacias del "hombre de paja" con caracterizaciones satíricas de los economistas que esgrimen los postulados de dicha escuela; o las adjetivaciones a las que ya estamos acostumbrados en relación a la escuela keynesiana.

Axel Kicillof, desde la economía a la política
Axel Kicillof, desde la economía a la política

En criollo, Milei se desmarca de cualquier economista que lo busque para hablar de economía, porque "ustedes no saben nada/porque hicieron todo mal". En una campaña política que tiene la economía en el centro, paradójicamente el único candidato economista no habilita a hablar de economía y desacredita a "los economistas". Paradojas de la calidad y profundidad del debate. 

En fin, abusando del poder de mercado que tiene como oferente en un mercado del voto que, tal como está planteado en estas elecciones, tiene a una sociedad/consumidora que demanda inelásticamente "soluciones" al problema económico; Milei comenzó una estrategia -muy bien calculada desde la táctica de cara a la campaña- para distanciarse del resto. Mediante un discurso pomposo sobre historia y teoría del pensamiento económico, ya se habilitó a cometer todas las falacias magister dixit que el público esté dispuesto a pagar.

"Con lo mal que anda la economía, debe tener razón", piensa Doña Rosa cuando lo escucha. Otra falacia flotando en el aire. En lenguaje de análisis económico, la lectura sería: "El economista liberal, anti casta, participando del sistema de la casta, ofreciendo un producto como monopolista discriminador, apropiándose de todo el excedente del consumidor". Paradojas de la "santa democracia". 

dólar
 

En algo le tengo que dar la razón: los economistas liberales neoclásicos no son los mejores cuando se trata de mirar el equilibrio general. El problema es que parten de reglas y conclusiones útiles para explicar conceptualmente los elementos de los mercados, pero que mientras los mercados de la realidad más alejados están de la competencia, más dificultades generan en su testeo o implementación. El ceteris paribus no existe en la calle. Al final, nunca saben cuántos pares son tres botas. Me apiado de los economistas liberales que operan en Argentina, que pide mucho más economistas de potrero que de salón.

En esa obsesión con las reglas, la dolarización prende como la solución mágica. Dicen que sirve para parar la inflación en seco, porque generará los dólares que hoy no hay en el mercado. Una ensalada de mercados que están rotos, con curvas de demanda y oferta que hoy casi no existen y que en este momento permiten, casi como una excepción, aplicar ese ceteris paribus para entender cómo hacer para recomponerlos. Es necesario observar las curvas de oferta y demanda del mercado de dólares y del de pesos, una por una, mirando variables dependientes e interrelaciones, operando con una herramienta para cada objetivo, a lo Tinbergen.

Pero, ¿para qué hacer las cosas bien alguna vez? Ahora ya ni podemos hablar de economía porque no sabemos. Por suerte podemos escribir, todavía. 

La dolarización "a la Ocampo" esconde una inconsistencia fundamental de relación flujo-stock y además de solvencia intertemporal. Como está planteada, afecta activos que generan riqueza futura (flujos de largo plazo) para garantizar la compra (dolarización) de la base monetaria y los intereses de las Leliqs (stocks), que son indirectamente deuda en manos del público, mayormente de corto plazo y que se utiliza para gastos corrientes de corto plazo. Nada nuevo bajo el sol en esta tierra que por estos años se rebautizó "Peronia". 

Entre 2010 y 2015 se financió el déficit fiscal (que era en gran parte en dólares por balanza energética negativa subsidiada en la tarifa) con emisión monetaria, dañando el valor de la moneda y controlando el mercado de cambios para "cuidar los dólares de los argentinos". Por lo menos la deuda eran pesos de corto plazo, para pagar dólares de corto plazo - endeudamiento de corto plazo en moneda "blanda", para pagar corto plazo en moneda "dura". 

En 2015, el famoso "gradualismo" (déficit en pesos de corto plazo) - con el correspondiente maquillaje contable del "déficit primario tendiendo a cero" - se financió con deuda de corto y largo plazo en dólares, a la espera de "brotes verdes" que nunca iban a llegar. Cuando no fue posible colocar más bonos y la cuenta capital se daba vuelta con libre salida de divisas, bajamos al subsuelo a conseguir la "ayuda" del FMI - el cuartel de bomberos que apagan incendios con fuego - para conseguir deuda de corto plazo en dólares. 

El préstamo del siglo. Que se usó para pagar la deuda en dólares de corto plazo que se había tomado y ya no se podía refinanciar, la cual había sido tomada para pagar gastos en pesos que eran monetariamente absorbidos vía Lebacs luego. Deuda a todos los plazos en moneda dura para pagar déficit, sumada a deuda en pesos a corto plazo que estaba disponible para la dama, el caballero y los fondos de hot money por igual, con tipo de cambio apreciado y libre. Sobre llovido, mojado; cóctel perfecto para la corrida y el default, que los ideólogos del marketing llamaron "reperfilamiento".

La gestión Fernandez sumó la deuda indexada por inflación, como salida al canje de la deuda impagable en dólares. La inflación, ya con un piso de 50% anual, y con su propia inercia luego de casi 10 años de políticas que destruyeron la hoja de balance del BCRA - el encargado de cuidar el valor del peso - agregó un nuevo frente para la gestión de deudas. La indexación implicó capitalizar intereses reales de manera automática. Para seguir pagando el déficit, esta vez agravado por la pandemia y luego la sequía. El pasante que indexó todo y empezó un mini-Rodrigazo.

guzman y fernandez
Guzmán, la primera elección de Fernández para el Mecon

¿Qué podía hacer Massa con tanto muerto en la puerta del cementerio? Mostrar algo de racionalidad y vocación de poder, sacar conejos verdes de la galera para controlar el cepo y lograr que los exportadores liquiden lo poco que cosecharon, conseguir dólares del FMI para repagar al FMI, conseguir dólares de donde fuere para los importadores y evitar que la actividad económica se siguiera frenando por falta de insumos. Todo en un gobierno que todos ya sabían había finalizado. Mandrake en la isla del terror.

¿Cómo no iba a aparecer un economista que supiera más que todos "los economistas"? Lo cierto es que el Banco Central ya está incendiado, no hace falta echarle más fuego. Lo que hace falta es que los políticos dejen de poner muñecos de choque al frente. Que al menos una vez desde la vuelta de la democracia, sepan perder en vez de seguir pasándose la olla con papas hirviendo. Que, los que zafen de esta elección, se sienten en la mesa a cerrar la grieta y hagan educación hacia sus núcleos duros de votantes. Que pongan a disposición de la sociedad una reforma política que facilite el consenso, antes que reformas económicas de generaciones (¡que elegantes suenan!). Sólo a partir de esto sería posible pensar pasar un programa de estabilización económica que sea sostenible por más de 3 años. 

El bipartidismo estable (progresismo de malos o buenos modales; liberalismo o economía dirigida) es un premio consuelo con sabor a poco si hace 10 años cae el PIB per cápita, sube la inflación y la pobreza y hoy Argentina tiene el mismo PIB por habitante que en 1970. Hace falta que la sociedad entera lea y escuche más a los economistas de potrero (que son pocos) pero a los que no se puede oír en 140 caracteres y mucho menos, a los gritos. De no ser así, es cada vez más probable quedarse "sin el pan y sin la torta".

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